La campaña que busca recolectar 90 mil kilos de basura en el Everest

La basura se ha convertido en todo un problema que rodea a la cumbre más alta del mundo: el Everest. Es que los habitantes de pueblos cercanos retiran mies de kilos de basura acumulados entre aquellos que buscan alcanzar la cima. Actualmente existe una campaña nacional en Nepal para recolectar y reciclar más de 90 mil kilos de basura, convirtiéndose en uno de los proyectos más grandes de ese país, en cuanto a gestión de desechos se refiere.

“La basura se ha convertido en un problema muy importante”, declaró Dalamu Sherpa, presidenta de un grupo local de mujeres, y agregó que el proyecto se trata de “salvar la gloria de la región del Everest”.

Desde hace algunos años que las autoridades de Nepal han puesto la atención sobre el tema de la basura. Para comenzar el proceso de disminución de los desechos en la región de Khumbu, que incluye al monte Everest, el Ministerio de Turismo de ese país declaró en 2014 que cualquiera que escale la montaña más alta del mundo debe regresar con al menos ocho kilogramos extra de basura.

A pesar de ello, es una normativa que no se cumple con rigidez y eso preocupa a las autoridades. Son miles las personas al año que recorren los caminos de esa región para llegar al Campo Base, a más de 5.200 metros sobre el nivel del mar. La temporada de ascenso durante la primavera normalmente se extiende de finales de abril a finales de mayo.

Esto dificulta la recolección de basura. Para hacerlo, tanto cargadores como yaks (animales de carga) deben realizar largar caminatas, que suelen tomar aproximadamente una semana.

Sin embargo, las reglas no se cumplen con mucha rigidez en la zona y las autoridades han batallado para encontrar una solución real al problema.

Además de ello, se encuentra la problemática de la gran variedad de productos que se encuentran entre la basura, muchas veces pesados como tanques de oxígeno. Además de ello se deben recolectar también los cuerpos de alpinistas que pierden la vida durante el ascenso.

Fuente: New York Times