El desplome de la gran potencia, la punta de lanza del imperialismo anglosajón, que logró congregar a las economías mundiales en Nueva York y a la política en Washington, acusa un deterioro de su imagen.
Es la crisis de su relato, producto de la nuevas informaciones y visiones del mundo, sumado a una seguidillas de acciones propias del imperio que le han devenido en desprestigio, lo que más preocupa a los hiperacumuladores, principales espías y violentadores del mundo.
Los desastres medioambientales que han provocado producto de su industria extractiva expandida por el mundo, junto a las numerosas violaciones a los derechos humanos, producto de guerras y operaciones de inteligencia que no trepidan para obtener sus objetivos, han ido quedando en evidencia.
No obstante, ese imperialismo es ahora cuando más se defiende como gato de espaldas, y cuando más busca reinventarse, frente al avance de relaciones entre personas y naciones de manera multipolar, rompiendo la intermediación que en las últimas décadas se ha venido ocupando para generar sanciones comerciales, a quienes no están de acuerdo o no simpatizan de la causa imperialista.
Es en este escenario los actores disidentes con los sucesos, la imposición de dictámenes unilaterales, han comenzado a tejer su propia red intentando conectar sus relaciones comerciales, políticas y culturales por otros canales.
La derrota militar, política, económica y cultural que sufrieron muchos países a lo largo de la últimas dos centurias, por medio de acciones de inteligencia del imperio, comienza a ser revertida con acciones de cooperación en distinta índole que no implican para los países socios cambios de régimen político, como fue la usanza imperial, queriendo controlar desde la presidencia de los países y los sistemas mediales, y financieros, los destinos de las naciones.
Es el respeto a las diversas identidades, la no imposición de agendas de transformación social por intereses disfrazados de democráticos, la convivencia y el apoyo con beneficios mutuos sociales y una política que no apunte a la capitalización de individuos multimillonarios, el siguiente jaque a quienes solo saben de chupar sangre.
Es la socialización del capital conseguido tras una inversión amigable con el medioambiente y los habitantes de los territorios, las mejoras palpables de las condiciones de vida de las personas y no el empeoramiento de ellas, el encadenamiento productivo y la no la mera extracción de materias primas, otra señal de que quienes tienen intención de cambiar el orden de las cosas, no son la misma patraña que ha hecho sangrar a Latinoamérica y la hermana África por años.
China el gran poseedor de la deuda norteamericana después de la Reserva Federal ( Fed ), tiene un rol protagónico junto a su socio bisagra, Rusia, que ha cooperado en su llegada a distintas partes del globo. Pero esa China está dentro de una camisa de fuerza, la deuda.
Ello pues en la guerra comercial desatada, si China vende la deuda ( el nuevo botón nuclear) de Estados Unidos la que es poseedora , el dólar caerá…quien comprará esa deuda probablemente serán los mismos estadounidenses imprimiendo más dólares a destajo, lo que provocará la caída del billete piramidal, y lo que perjudicaría a la vez a China pues es el mayor poseedor de divisas y su riqueza disminuiría.
Romper esta lógica, otro de los amarres diseñados por el imperio, atando a las naciones y su comercio internacional, parte de sus ingresos y economía, a una moneda altamente especulativa que se regula y desregula a antojo, otro desafío de los tiempos, he inquietante lo que suceda con Honk-Kong ( quien ha superado a Nueva York el 2018 en OPI).
Pues no debemos olvidar que junto con desplazar ejércitos, y como parte de la colonización del imperio anglo del mundo, la apertura y el control de centros financieros extraterritoriales es una más de las claves.
Por Bruno Sommer
Fundador El Ciudadano