“Combate en el camino de Dios a quien te combate, pero no sean los agresores. Dios no ama a los agresores”.
Cita del Corán
Hemos sido engañados. Nos han mentido a lo largo de los años. Y aceptamos el engaño por ignorantes. Recordemos el 11 de septiembre de 2001. Ello nos remite a una fecha de consternación y perplejidad mundial. Como quien mira un momento que sabe será determinante para el futuro. Y lo fue, pero no sólo por las razones aparentes.
La fecha marcó la instalación del concepto de terrorismo. Ahora cualquier país podía ser atacado. También determinó la cosmovisión que construiríamos alrededor de una cultura ampliamente desconocida. Por ende, era fácil manipularla. Recuerdo las imágenes, construidas, de cientos de musulmanes festejando el ataque. Comencé a escuchar términos como yihad o guerra santa. Conocería las limitaciones de los derechos humanos de los países musulmanes. Conocería un nuevo enemigo. Uno que tenía su construcción, como tal, basado en mi propia ignorancia.
El Islam se convirtió en el enemigo público internacional número uno. El concepto de yihad erróneamente traducido como “Guerra Santa” fue trastornado. Me enseñaron cómo los musulmanes sólo vivían para la guerra. En las sociedades occidentales, el término permeó como pilar de una religión que sólo busca la radicalización. Sin embargo, el conceptotiene mucha mayor profundidad que “extender la palabra de Dios mediante la espada”.
Años después, decidiría investigar exactamente qué significa yihad. Ello me llevó a la historia de la religión. El nacimiento del Islam surge a partir del mensaje recibido por Mahoma de parte del Arcángel Gabriel, en aras de restablecer y prolongar las revelaciones divinas anteriores que habían sido corrompidas por judíos y cristianos. También aprendí que la religión musulmana está basada en cinco pilares fundamentales:
– La profesión de fe: No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta.
– Las cinco oraciones rituales diaradas precedidas por abluciones.
– El ayuno diurno durante el mes del Ramadán.
– El pago del diezmo.
– La peregrinación a la Meca y a Medina (la tumba del profeta).
Curiosamente noté que el concepto de Guerra Santa no es referido en ningún momento. Sin embargo, dicho término si aparece constantemente dentro de los textos sagrados del Islam pero no como universalmente se ha dado a conocer.
En la época de Mahoma, la yihad significaba la palabra mediante la cual se buscaba convertir a los judíos y a los cristianos de Arabia. Con el diálogo y no con la fuerza. Para los siglos VIII y IX, marcados por la conquista y expansión militar musulmana, el concepto se transformó. Ahora, era una justificación belicista, pues se consideraba que el Islam, al tener vocación universal, estaba llamado a extenderse por todo el mundo. De este modo, la yihad tomó características ofensivas y conquistadoras.
Al investigar más, descubrí una peculiaridad del Islam frente a otras religiones. Mahoma, en su figura de profeta, no sólo era un líder religioso y social, sino que también marcaba una agenda política y militar. Por ende, una ‘política’ militar emprendida por una comunidad religiosa era entendida en los propios términos de la cosmovisión en Arabia. Una sociedad que “veía con buenos ojos” la lucha entre tribus y comunidades. De ahí, que la belicosidad de la Guerra Santa fuera ampliamente compartida.
Posteriormente, en los siglos IX y X, la expansión militar terminó y se logró la instauración de un equilibrio político y estratégico entre el imperio musulmán y las regiones vecinas. El concepto de yihad volvió a evolucionar. Ahora, se entendía como un yihad defensivo, enfatizando su característica de introspección; buscando consolidar la lucha contra los herejes y rebeldes internos, pero manteniendo un anhelo por la expansión armada, interrumpida sólo temporalmente.
En los Siglos X y XI, ocurrió un nuevo cambio en el concepto de yihad pues éste adquirió un significado de lucha contra todo aquello que perjudica a la comunidad. Sucedió así una interiorización del término como significado más espiritual de combate moral. Esta última apreciación, ha sido retomado por intelectuales musulmanes moderados, incómodos con los rasgos violentos y extremistas empleado por Occidente para referirse a los musulmanes.
La Yihad puede entenderse basado en el periodo histórico que se quiera utilizar para estudiarlo. Porque además de llamar a luchar contra los enemigos externos, la yihad es el esfuerzo por hacer siempre lo correcto. La determinación de obrar bien. De velar por la justicia incluso contra los propios intereses. Recordemos también que existe la yihad del corazón: la lucha espiritual de uno mismo por mejorar como ser humano. Y la yihad de la lengua: el esfuerzo por opinar o legislar justamente.
Terminé de leer sobre la yihad y noté cuán equivocado estuve por muchos años. Sin duda, es un término que ha evolucionado conforme la propia religión lo ha requerido. Quizás lo que ha ocurrido en los años recientes sea la interpretación de un puñado de hombres. Y por ello, resulta estúpido juzgar a toda una religión.
No puedo culpar a los medios, ellos sólo hacen su trabajo apoyados en mi ignorancia. Más allá de nuestra propia idiosincracia, existe un mundo que se esconde detrás de aquello que creemos que es, pero que en realidad no lo es tanto. Al final de cuentas, yo tengo la única oportunidad de transformar mi propia mente. Y así lo hice.
“Solo espíritu
En total armonía
Buscando paz”.