La polémica sobre la Fundación Clinton crece y da munición a Trump

El magnate pidió el cierre de la organización y el nombramiento de un fiscal especial para que investigue posibles conflictos de intereses entre esas dos facetas de la vida de su rival demócrata.

La polémica sobre la Fundación Clinton crece y da munición a Trump

Autor: Patricio Araya

file_20160824022916_300x200La polémica sobre si los donantes a la Fundación Clinton recibieron un trato preferencial mientras la actual candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, era secretaria de Estado ha regresado a las portadas de los medios en EE.UU. y ha dado munición a su rival republicano, Donald Trump.

La publicación esta semana de más documentos sobre el período de Clinton en el Departamento de Estado (2009-2013) ha llevado a Trump a pedir el cierre de la Fundación Clinton y el nombramiento de un fiscal especial para que investigue posibles conflictos de intereses entre esas dos facetas de la vida de su rival demócrata.

«Hillary Clinton declaró rotundamente que no hubo ‘absolutamente ninguna conexión’ entre su trabajo privado y el que hizo en el Departamento de Estado. ¡MENTIRA!», escribió hoy Trump en su cuenta oficial de Twitter.

El candidato republicano se refería a las 725 páginas de correos electrónicos de una de las principales asesoras de Clinton, Huma Abedin, publicadas este lunes por el grupo conservador Judicial Watch, y que revelan cómo varias personalidades que habían donado a la Fundación Clinton pedían favores al Departamento de Estado.

Los correos muestran cómo el líder de la banda de rock U2, Bono, pidió ayuda al Departamento de Estado para emitir en directo sus conciertos a la Estación Espacial Internacional (EEI), o cómo un ejecutivo solicitaba apoyo para que un futbolista británico no identificado con historial criminal obtuviera un visado para EE.UU.

En esos casos, a juzgar por los correos, no parece que el Departamento de Estado accediera a las peticiones, pero éstas sí se saltaron los canales ordinarios y fueron a parar directamente a la cúpula de la agencia diplomática que lideraba Clinton.

La que sí tuvo éxito fue la petición de última hora del príncipe heredero de Baréin, Salman bin Hamad al Jalifa -que según varios informes había donado dinero a la Fundación- de reunirse con la secretaria de Estado durante una visita a Washington en 2009, una solicitud que se le concedió en 48 horas.

Un portavoz de Clinton, Josh Schwerin, defendió que, cuando era titular de Exteriores, la actual candidata demócrata «nunca actuó motivada por donaciones a la Fundación», y que Judicial Watch es «un grupo de derechas que lleva atacando a los Clinton desde 1990».

Pero los republicanos han tomado las revelaciones como nuevo caballo de batalla, y hoy el presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), Reince Priebus, respaldó la propuesta de Trump de nombrar a un fiscal especial para que investigue si hubo negligencia en la relación entre la Fundación y el Departamento de Estado. «Los conflictos de interés que rodean a la Fundación Clinton se han convertido en algo atroz», dijo hoy Priebus a los periodistas.

Sumado a la polémica sobre los correos de Clinton, las dudas sobre su fundación se han convertido en el tema que Trump estaba buscando para ampliar su apoyo entre los republicanos, después de varios patinazos, como sus ataques a los padres de un soldado estadounidense musulmán que murió en la guerra de Irak.

Las dos propuestas de Trump, tanto la del fiscal especial como la del cierre completo de la fundación, «podrían volverse populares» entre las bases republicanas, según Justin Vaughn, un experto en política presidencial en la Universidad de Boise (Idaho). «Cada vez hay más voces del ala convencional que piden que, como mínimo, se suspendan temporalmente las actividades de la Fundación Clinton mientras ella sea presidenta», si es que gana las elecciones de noviembre, dijo Vaughn a Efe. Para tratar de calmar las aguas, el expresidente Bill Clinton anunció este lunes en un correo electrónico enviado a sus simpatizantes que, si su esposa gana las elecciones, él abandonará la junta directiva de la fundación y ésta dejará de aceptar donaciones de Gobiernos extranjeros y empresas.

«Es improbable que estas promesas agraden a nadie», opinó Vaughn al respecto. «El hecho de que Bill ya no esté en la junta directiva no quiere decir que donar a la fundación no vaya a resultar en una influencia sobre las acciones de la Administración» de su esposa. La candidata demócrata, por su parte, ya abandonó hace más de un año la junta directiva de la fundación, que desde 2001 recauda fondos privados para invertirlos en proyectos de desarrollo.

La polémica promete seguir hasta noviembre y podría perjudicar a Clinton, pero está por ver si beneficiará a Trump, que lleva un mes rezagado en las encuestas y ha perdido varios apoyos republicanos. El apoyo del Comité Nacional Republicano a su petición de nombrar un fiscal especial es una buena señal en ese sentido para Trump, pero, como recordó Vaughn, es difícil que las nuevas revelaciones sobre la fundación «cambien la opinión» de mucha gente. «Las actitudes hacia los Clinton están muy arraigadas.

Los que le tienen antipatía verán estas revelaciones como una confirmación de lo que ya pensaban, y los que la apoyan lo verán como una prueba más de que la derecha se extralimita» en sus ataques a la candidata demócrata, explicó el experto.


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