El portal señala que los estadounidenses admiran a sus militares, pero no saben nada sobre ellos. «La alabanza sin límites y la falta de escepticismo se han convertido en una norma en la cubertura en los medios de comunicación y las alocuciones de los políticos», resalta.
Ni los generales ni los políticos son responsables por los fracasos militares. A los militares los despiden solo por escándalos sexuales o violaciones financieras. Si los fracasos en la Guerra de Vietnam provocaron reformas en las Fuerzas Armadas, la cúpula militar hoy en día solo pide incrementos de financiación, solicitudes satisfechas con poca resistencia política y casi sin discusión pública.
Sin embargo, los fondos destinados a los militares se gastan de manera insensata, y las compras poco corresponden a las demandas del campo de batalla, pero satisfacen los intereses económicos y respaldan la influencia política de los contratistas.
De ahí, que un «ejército bien entrenado, motivado y armado sufra derrotas por parte de mal armados y mal financiados enemigos», acentúa el portal.