Los gobiernos de Grecia y de la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) alcanzaron un acuerdo el pasado martes para que este último país pase a llamarse República de Macedonia del Norte.
Esta decisión pone fin a una disputa que se ha prolongado durante 27 años y que llevó a Atenas a vetar el ingreso de Macedonia a la OTAN y a la Unión Europea.
Atenas, que considera que el nombre de Macedonia implica un reclamo territorial sobre la región homónima griega y un intento de apropiarse de su historia y cultura, objetó el ingreso del país a ambos bloques si continuaba con ese nombre
Alexis Tsipras, primer ministro griego, manifestó que el acuerdo cumple con las condiciones impuestas por Atenas. Aseguró que se trata de un nombre compuesto que se utilizará «erga omnes», es decir, dentro y fuera del país, una de las principales reclamaciones de Grecia, que quería impedir que el vecino siguiera utilizando en su territorio su nombre constitucional, República de Macedonia.
«Es un buen acuerdo porque cumple todos los requisitos griegos», dijo Tsipras al informar al presidente de la República, Prokopis Pavlopulos del compromiso que alcanzó esta jornada tras una conversación telefónica con el premier macedonio, Zoran Zaev, quien aceptó un cambio de la Constitución.
Pese a que Tsipras dijo que «tenemos un acuerdo, estoy feliz”, la verdad es que ahora se viene un largo camino hasta la ratificación definitiva del acuerdo. El primer ministro macedonio ya anunció que este viernes solicitará al presidente del Parlamento, Nikos Vutsis, que convoque una sesión extraordinaria del pleno para informar sobre este asunto, que es muy sensible para su país.
El presidente de la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), Gjorge Ivanov, ha adelantado que eso no lo aceptará. El mandatario también criticó que asuntos de tanta importancia se discutan por teléfono.
¿Cuáles son orígenes de la disputa?
Grecia exige que su vecino cambie o altere el nombre para evitar cualquier reclamo sobre el territorio y la herencia antigua de la región norteña griega de Macedonia, el lugar de nacimiento de Alejandro Magno.
La actual República de Macedonia ocupa cerca del 35 % de esa región histórica, mientras que el 52 % se encuentra en territorio griego y el 9 %, en Bulgaria.
La República Socialista de Macedonia se formó tras la Segunda Guerra Mundial, como la más meridional república federada de Yugoslavia. En 1991, con la disolución de este país, declaró su independencia bajo en nombre de la República de Macedonia, pero el reconocimiento internacional del nuevo Estado fue retrasado debido a las objeciones de Grecia al uso de ese nombre.
La ONU lo reconoció en 1993 bajo la referencia provisional de Antigua República Yugoslava de Macedonia, que es utilizada también por otras organizaciones internacionales. Sin embargo, la disputa con Grecia ha continuado hasta nuestros días.
¿Qué problemas hay con la nueva denominación?
La cuestión del cambio de nombre todavía se enfrenta a serios problemas, incluidas objeciones por parte de grupos nacionalistas tanto en Macedonia como en Grecia. Por ejemplo, a principios de junio tuvieron lugar en el norte del país heleno masivas protestas contra este acuerdo que rechazaban cualquier uso del nombre de Macedonia por el otro país. «Solo hay una Macedonia y está en Grecia», defendían los manifestantes.
Los nacionalistas macedonios, por su parte, no desean cambiar el nombre de su país, lo que también se refleja en protestas contra la decisión del Gobierno. «Hoy es un día difícil para la República de Macedonia. Acabamos de ver una conferencia de prensa donde la derrota se muestra como una victoria falsa», declaró el 12 de junio Hristijan Mickoski, líder del partido opositor VMRO-DPMNE.
Un día más tarde Gjorge Ivanov, presidente de Macedonia, anunció su negativa a firmar el acuerdo entre Skopie y Atenas. «Un tratado así de dañino, único en la historia de la humanidad, no es digno y no es apto para mí», sostuvo.
Además, el acuerdo aún requiere de la ratificación por parte de los dos parlamentos nacionales y de un referéndum nacional en Macedonia. Zaev tendrá que reunir dos tercios de los votos en el Parlamento para cambiar la Constitución, mientras que el partido opositor VMRO-DPMNE prometió frustrar cualquier intento de cambio.