“Acabar con la pobreza no es un gesto de caridad, sino de justicia”, dijo Nelson Mandela.
No poder acceder a servicios básicos como la educación, la salud o una vivienda es vivir en situación de pobreza.
Se trata de un problema de derechos humanos que afecta a una de cada diez personas que habitan el planeta tierra.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) son más de 780 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, este problema afecta sobre todo a las regiones en desarrollo, como África Subsahariana, donde el 42% de la población es pobre, reseñó el diario La Vanguardia.
A escala internacional, se considera que una persona vive por debajo del umbral de la pobreza cuando subsiste con menos de 1,90 dólares al día.
El umbral de la pobreza extrema se sitúa en los 1,25 dólares diarios, menos de 40 dólares al mes para comprar comida, las facturas, mantener el hogar.
No obstante, la pobreza va más allá de la falta de ingresos económicos: se trata de un problema de derechos humanos. Está relacionada con la falta de acceso a una educación, a unos servicios médicos o a una vivienda, elementos indispensables para garantizar una vida digna.
Si los niños y jóvenes reciben una educación pública gratuita y de calidad, podrán desarrollar una profesión que les permita ganarse la vida y ser independientes en el futuro.
También podrán contribuir con sus impuestos a crear unos servicios e infraestructuras de calidad en su país.
Del mismo modo, si el gobierno de un país tiene los recursos necesarios para ofrecer un buen sistema de salud pública, la población será menos vulnerable a enfermedades o a los efectos emergencias o catástrofes naturales, por ejemplo.
El 17 de octubre se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza para concienciar sobre la situación de millones de personas y hacer un llamamiento a los gobiernos para que se impliquen en la lucha contra la pobreza.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una serie de 17 objetivos establecidos por las Naciones Unidas para hacer frente a grandes desafíos comunes en todos los países: erradicar la pobreza, promover la igualdad de género y cuidar el planeta, entre otros.
Todos estos objetivos están relacionados entre sí. Sin embargo, poner fin a la pobreza sigue siendo el principal objetivo, ya que es la base de muchos otros problemas.
Además de dificultar el acceso a la educación o a una vivienda digna, la pobreza puede provocar situaciones de hambre o malnutrición que afectan al desarrollo de los más pequeños y pone en peligro su futuro.
En los países desarrollados, una persona en situación de pobreza también puede ser víctima de la discriminación y la exclusión social, quedando aislada del resto de la sociedad.
La tasa de pobreza mundial se ha reducido a la mitad desde el 2000, pero no es suficiente. Sobre todo teniendo en cuenta que, con la tendencia de crecimiento de la población mundial, cada vez habrá más personas pobres.
Así como la pobreza va más allá de los ingresos económicos, erradicarla no es solo cuestión de dinero.
Hay que poner fin a las guerras y conflictos armados, promover políticas igualitarias que den oportunidades a los más desfavorecidos, empoderar a las mujeres para aumentar su autonomía y que puedan contribuir a la sociedad, hacer un uso más sostenible de los recursos naturales.
Como decía Nelson Mandela, expresidente de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz que luchó por la igualdad entre blancos y negros: “Acabar con la pobreza no es un gesto de caridad, sino de justicia”.
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