La mañana del martes 24 de mayo, Amerie Jo Garza recibió el certificado escolar que la nombraba como una de las mejores alumnas del cuarto curso. Esto sucedió dentro de un aula del colegio Robb Elementary en Uvalde, Texas. La pequeña sonreía para su última fotografía, la cual se tomó a las 10:00 de la mañana.
Horas más tarde, alrededor del mediodía, un adolescente identificado como Salvador Ramos ingresó a la escuela para acabar con la vida de 21 personas, entre niños y maestros.
Amerie Jo trató de llamar al 911 para advertir a las autoridades de lo que estaba pasando en su escuela. Lamentablemente, esta heroica acción le costó la vida.
«Mi nieta fue asesinada a tiros por tratar de llamar a emergencias. Murió como una heroína tratando de obtener ayuda para ella y sus compañeros de clase». Escribió Berlinda Irene Arreola en un mensaje de texto a «The Daily Beast».
La abuela de Amerie Jo explicó que el pistolero entro y les dijo a los niños: «Van a morir». «Ella tenía su teléfono y llamó al 911. Y en lugar de agarrarlo y romperlo o quitárselo, él le disparó».
Amerie Jo dejó atrás un hermano pequeño, de 3 años. Su abuela recuerda a la pequeña como muy extrovertida, con un corazón generosa, inteligente y ansiosa por vivir.
Esta es una más de las historias desgarradoras que cuentan los padres de la víctimas de la masacre en Texas. La tragedia le arrebató la vida a 19 niños y dos adultos.
Uvalde es una ciudad de 15 mil habitantes, la mayoría de origen hispano. Hasta hace unos días era un lugar con poca historia, pero el martes 24 de mayo todo cambió. La matanza que perpetró Salvador Ramos, un chico de 18 años, es la peor en un colegio de Estados Unidos desde hace una década.
Foto: Agencias