Este martes, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por su sigla en inglés) reportó en un comunicado la muerte de un segundo niño migrante –de 8 años de edad– bajo custodia, en menos de un mes.
La autoridades no han dado a conocer la identidad del menor, solo han ratificado que tenía ocho años de edad y que es de nacionalidad guatemalteca. Además, se conoció que el menor presentó «signos de enfermedad potencial” cuando estaba bajo custodia de la CBP.
La Oficina sostiene que, el lunes, el infante fue llevado junto a su padre al centro médico Gerald Champion Regional, en Alamogordo, Nuevo México, donde presuntamente le diagnosticaron resfriado y fiebre, le recentaron medicamentos y le dieron de alta el mismo día, con una prescripción para tomar ibuprofeno y amoxicilina.
No obstante, el niño fue devuelto al hospital de nuevo por la noche con náuseas y vómitos, hasta morir en horas de la madrugada. De momento, se desconoce la causa oficial de su muerte.
Primer caso
El pasado 8 de diciembre, Jakelin Caal, de apenas 7 años de edad y también de nacionalidad guatemalteca, murió luego de ser arrestada por la patrulla fronteriza tras cruzar la línea acompañada de su padre.
El velorio de la menor se realizó este lunes, después de que sus restos fueron trasladados por una funeraria desde el Aeropuerto Internacional de La Aurora, hasta la comunidad de San Antonio Secortez, en Alta Verapaz, Guatemala.
El abuelo de la menor expresó que el cuerpo no pudo ser acompañado por los familiares desde el aeropuerto, por órdenes de la Cancillería. “Nunca pensamos que íbamos a pasar una Navidad triste”, afirmó el tío de la menor, Carlos Caal.
En la zona, miembros de la comunidad se aproximaron hasta la casa de la pequeña para ofrecer sus condolencias.
Los familiares de la menor, movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos exigen a las autoridades estadounidenses esclarecer las causas de la muerte y hacer justicia.
Agresividad contra los inmigrantes
Ambos casos han vuelto a poner en primer plano la agresividad contra los inmigrantes por parte del Gobierno de Donald Trump.
Más de 2.000 menores inmigrantes, internados en el centro de detención de Tornillo, Texas pasaron la Navidad detenidos y separados de sus padres, a causa de la política «Tolerancia Cero», promovida desde la Casa Blanca. Esto, a pesar de las falsas promesas de reunificación familiar hechas por el mandatario.
Para Fernando García, director y fundador de Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR) “El presidente Trump sigue separando a menores de sus familias, no se ha detenido”.
“Tenemos familias que nos han dicho claramente que han sido separadas de sus hijos (…) y muchos de esos niños se están quedando solos y los están apresando como si estuvieran solos o hubieran llegado solos. Desgraciadamente la administración Trump no ha sido transparente sobre cómo se está procesando a estos niños”, denuncia García
Según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos, actualmente en el centro de detención de Tornillo, Texas, se encuentran alrededor de 2.800 menores detenidos.
Los adolescentes están a cargo de empleados de la dependencia, aunque la operación y mantenimiento del lugar están a cargo del Ejército y la custodia corresponde a agentes federales de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas.
A mediados del año 2018, había menos de mil menores retenidos, una cantidad que demuestra un incremento importante de jóvenes en los últimos meses.
Los activistas organizaron una Navidad en Tornillo: “Tenemos planeado ir y prácticamente acampar —del 24 de diciembre al 1 de enero— para cantarles villancicos y hacer una fiesta desde afuera muy colorida y alegre, que los ayude a sentirse un poco más acompañados y en su propio idioma”, comenta la vocera de BNHR Gabriela Castañeda, a El Universal.
Por último, la activista precisa que tiene pocas esperanzas de que las autoridades le permitan hacerle llegar algunos regalos. En las últimas semanas, muchas familias migrantes, sobre todo de El Paso, acompañados de estadounidenses intentan mantener el espíritu navideño en los jóvenes prisioneros.
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