En una nueva escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la Casa Blanca anunció la imposición de un arancel acumulado del 245 % sobre algunas exportaciones chinas, marcando así un nuevo punto álgido en las tensiones bilaterales.
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La medida, según la Administración del presidente Donald Trump, responde a las recientes represalias adoptadas por Pekín, que incluyeron la suspensión de exportaciones clave de minerales raros e imanes. Estos materiales son esenciales para industrias estratégicas como la automotriz, la aeroespacial, la fabricación de semiconductores y la defensa.
Trump justificó la decisión señalando que la “dependencia excesiva” de materiales críticos provenientes del extranjero representa un riesgo para la seguridad nacional, la infraestructura y la innovación tecnológica del país. «Estados Unidos sigue dependiendo en gran medida de fuentes extranjeras, en particular de naciones adversarias», declaró la Casa Blanca, advirtiendo sobre las vulnerabilidades en la cadena de suministro.
Esta nueva ofensiva arancelaria ocurre en un contexto de escalada sostenida: el pasado 2 de abril, Trump decretó gravámenes masivos a diversos socios comerciales, siendo China uno de los más afectados con un 54 %. En represalia, Pekín impuso desde el 10 de abril un arancel adicional del 34 % a todas las importaciones estadounidenses, lo que desencadenó una nueva subida de tarifas por parte de Washington.
Actualmente, los productos estadounidenses enfrentan en China un arancel del 125 %, mientras que las exportaciones chinas son gravadas con un 145 % en EE.UU., cifra que ahora se eleva hasta el 245 % para ciertos productos específicos.
Desde Pekín, la respuesta no se hizo esperar. El Ministerio de Comercio acusó a Washington de utilizar los aranceles como “armas” en una estrategia geopolítica “completamente irracional” destinada a preservar su hegemonía global. La Cancillería china denunció que la guerra comercial ha roto cadenas de suministro, generado incertidumbre en los mercados y afectado el crecimiento económico global.
«Si Estados Unidos quiere realmente resolver la cuestión mediante el diálogo y la negociación, debería dejar de ejercer una presión extrema, dejar de amenazar y chantajear, y hablar con China sobre la base de la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo», sostuvo el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lin Jian.
La confrontación comercial también se ha intensificado con las restricciones impuestas por China a la exportación de tierras raras hacia EE.UU., un golpe significativo a la industria de defensa estadounidense que subraya la creciente interdependencia —y vulnerabilidad— de ambas economías.
Mientras Trump insiste en que corresponde a China dar el primer paso hacia un acuerdo «justo», las autoridades chinas aseguran que no cederán ante presiones unilaterales y reiteran su compromiso con una globalización basada en reglas equitativas.
Foto: Redes
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