La creciente batalla legal entre Elon Musk y OpenAI dio un nuevo giro esta semana luego de que el creador de ChatGPT presentara una contrademanda contra el multimillonario, acusándolo de competencia desleal e interferencia en sus relaciones comerciales.
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La acción legal, presentada ante un tribunal federal en California, se da como respuesta a la demanda iniciada por Musk, quien fue uno de los inversionistas fundadores de OpenAI hace una década. Ahora, el también CEO de Tesla y SpaceX, y creador de la firma de inteligencia artificial xAI, enfrenta serias acusaciones por parte de la organización que ayudó a impulsar.
OpenAI sostiene que Musk, en una aparente maniobra para perjudicar sus operaciones, presentó en febrero una oferta “falsa” para adquirir una participación mayoritaria en la organización sin fines de lucro, valorando sus activos en 97.400 millones de dólares. La cifra, aseguran, proviene del personaje ficticio “974 Praf” de la novela de ciencia ficción Look to Windward, del autor escocés Iain Banks. Musk, conocido por su afición a la obra de Banks, ha nombrado incluso naves de SpaceX en honor a los vehículos del libro.
Según OpenAI, la oferta no fue tomada en serio por considerarla un engaño, pero los efectos de la supuesta campaña de “acoso, interferencia y desinformación” de Musk han causado perjuicios a la organización, que ha tenido que redirigir recursos importantes para lidiar con el litigio.
Por su parte, el abogado de Musk, Marc Toberoff, defendió la propuesta de compra, afirmando que la junta directiva de OpenAI estaba obligada a considerarla seriamente. “Es revelador que tener que pagar el valor de mercado justo por los activos de OpenAI supuestamente ‘interfiere’ con sus planes de negocio”, escribió Toberoff en un comunicado.
El conflicto legal se remonta a más de un año, cuando Musk demandó a OpenAI por presunto incumplimiento de contrato, alegando que la empresa había abandonado sus principios fundacionales como laboratorio de investigación sin fines de lucro. Aunque una jueza federal rechazó en marzo su petición de impedir que OpenAI se convirtiera en una empresa con fines de lucro, el juicio principal se mantiene programado para marzo de 2026.
La disputa no solo pone en juego el futuro de OpenAI, sino que refleja la creciente tensión entre actores clave en el desarrollo de inteligencia artificial, un campo en el que convergen ambiciones empresariales, ética tecnológica y el poder de quienes lideran su evolución.
Foto: Redes
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