Cada ladrón juzga por su condición. En los últimos años, Estados Unidos ha condenado enérgicamente el supuesto espionaje de China a través de Huawei, mientras pretende ocultar que su Agencia Central de Inteligencia (CIA) lleva años accediendo a información de manera ilegal.
En marzo de 2017, el portal WikiLeaks, fundado por Julian Assange, confirmó que ni las compañías telefónicas ni sus usuarios estadounidenses se salvan de esta política de la Casa Blanca. Además, en esta ruta de «hackeo» siempre lo acompaña el Gobierno de Reino Unido.
La filtración se denominó «Año Cero», porque ese era el nombre que la agencia dio al programa, que formaba parte de la serie Vault 7 y constaba de 8.761 documentos y archivos de una red de alta seguridad aislada y situada en un centro de la CIA en Langley, Virginia, reseñó El País.
A la administración estadounidense poco le importó que para lograr su objetivo tuviera que valerse de armas informáticas dañinas para hackear teléfonos y dispositivos como los iPhone de Apple, el sistema Android de Google, el Windows de Microsoft y hasta los televisores Samsung con conexión a Internet.
La CIA se dedicaba a convertir estos equipos en micrófonos encubiertos para acabar con la privacidad de los usuarios mediante malware, virus, troyanos, sistemas de control remoto de malware y documentación asociada, entre otros métodos.
Incluso se mencionó que la agencia podía entrar en las plataformas de mensajería como WhatsApp, Telegram, Signal, Confide y Cloackman pues, con sus técnicas, vulneraba el sistema de encriptado.
¿Violación a la Constitución?
Un «ejemplo» para las mafias
Por otro lado, la triste realidad, que quedó en evidencia con estos datos publicados por el portal del australiano, es que Washington actuaba igual que los delincuentes: no solo buscaba vulnerabilidades habituales en los programas, sino que infectaba móviles, tabletas y ordenadores para acceder a la información, tanto documentos internos, como localización en el mundo real e intercambio en programas de mensajería, refirió El País.
En el caso de los televisores de Samsung, EE. UU. junto al servicio de inteligencia del Reino Unido, creó una falsa sensación de apagado del modo de escucha para que los usuarios pensaran que no estaba en funcionamiento y, de esta manera, registrar lo que se hablase en la habitación donde estuviera el aparato y enviarlo a los servidores de la CIA.
El escándalo, además de por la clara violación a la privacidad que implicaba esta política, se generó también porque la Agencia perdió el control de las herramientas de «hackeo» y las dejó en bandeja de plata de ciber mafias o adolescentes con conocimientos de informática.
“Los háckers han usado más líneas de código que las usadas para crear Facebook”, dijo Assange en 2017, cuando se publicó la información.
El nombre dado a la filtración (Año Cero) respondía a que en términos informáticos, los ataques Día Cero (Zero Day) se aprovechan de errores en la programación para infiltrar los sistemas, tal como hizo la CIA.
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