Si Teherán cumple su palabra podría provocar un clima de inestabilidad sin precedentes en los precios de los hidrocarburos y, por tanto, en la economía global, algo que no conviene a Washington ni a Bruselas
Más letal que la Guardia Revolucionaria y su presunta tecnología nuclear, Irán cuenta con un arma contundente que no dispara balas: el estrecho de Ormuz, cuyo cierre despierta temor en Estados Unidos (EE. UU.) y Europa, por sus consecuencias en el ámbito geopolítico y económico.
El angosto paso de mar que conecta el Golfo Pérsico con el Océano Índico está en el centro de la tensión entre Washington y Teherán, que se desató luego de que la administración de Donald Trump se retirara del pacto nuclear de 2015 -suscrito entre la república islámica y el entonces Grupo 5+1, conformado por EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania- y restaurara las sanciones económicas unilaterales contra la nación persa.
El cierre del estrecho podría provocar un clima de inestabilidad sin precedentes en los precios de los hidrocarburos y, por tanto, en la economía global, algo que no conviene a Washington ni a Bruselas.
El pasado 4 de julio, el comandante del cuerpo militar persa, Ismail Kowsari, declaró que la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán estaba preparada para cerrar el estrecho y cortar el transporte de petróleo, en caso de que algún país impidiera las exportaciones de petróleo iraní.
Mientras que el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, afirmó el jueves 18 de julio que Teherán posee la capacidad para bloquear este canal por donde pasa el 30 % de todas las exportaciones de petróleo del mundo.
“No queremos hacerlo porque esa zona y el Golfo Pérsico son nuestro salvavidas. La zona debe ser segura. Nosotros jugamos un papel importante asegurando el estrecho de Ormuz, para que sea seguro para todo el mundo (…) Nosotros sentimos el peligro y queremos evitar la escalada de tensión, pero no podemos renunciar a defender nuestro país«, aseguró el ministro en una entrevista concedida a la agencia Bloomberg.
Detención de un buque petrolero británico
A pesar de las advertencias, el conflicto de Irán con Estados Unidos y sus aliados europeos cada día se hace más agudo.
De hecho, el viernes los cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán incautaron el buque petrolero británico Stena Impero en el estrecho de Ormuz. El comunicado oficial iraní, publicado por la agencia Fars News, reza lo siguiente:
«El buque petrolero Stena Impero del Reino Unido ha sido detenido por una unidad de buques de la Primera Zona Naval de la Armada del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán, a petición de la oficina de la Organización Marítima y de Puertos de la provincia de Hormuzgan, por no respetar las normas y reglamentos marítimos internacionales al atravesar el estrecho de Ormuz«.
Por su parte, la agencia Irna citó una fuente militar y señaló que el petrolero de bandera británica había apagado su rastreador e ignorado las advertencias de los Guardias Revolucionarios antes de ser incautado.
El ministro de Exteriores británico, Jeremy Hunt, indicó que se encontraba “extremadamente preocupado” por la “inaceptable” captura del buque petrolero por parte de Irán.
A su vez, el portavoz jefe del consejo de seguridad nacional estadounidense, Garrett Marquis, calificó la captura del buque por parte de Irán como una evidencia de la «escalada de violencia» de Teherán.
Tensión en el Golfo Pérsico
El conflicto entre Irán y Estados Unidos, al que se suma Reino Unido, se ha agudizado en los últimos tres meses y amenaza con agravarse.
El pasado 5 de mayo, un mes después de haber incluido en su lista negra de «organizaciones terroristas extranjeras» a los Guardianes de la Revolución -ejército iraní, y a la fuerza Qods, encargada de las operaciones exteriores de los Guardianes-, EE. UU. anunció el despliegue de un portaaviones y de bombarderos en Oriente Medio.
En las semanas siguientes, Washington reforzó su presencia militar en la región.
Un año después de la retirada unilateral de la nación norteamericana del acuerdo sobre el programa nuclear iraní, el presidente estadounidense Donald Trump impuso nuevas sanciones contra diferentes sectores económicos persas.
El 8 de mayo, Irán anunció que dejaba de limitar sus reservas de agua pesada y de uranio enriquecido, medidas a las se comprometió en el acuerdo internacional de 2015. Hasta ese momento, Irán había respetado sus compromisos, según las mediciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El 1 de julio, Teherán informó que había superado el límite impuesto a sus reservas de uranio poco enriquecido y siete días después anunció que producía uranio al menos a 4,5 %, un nivel prohibido por el pacto de 2015.
Cuatro embarcaciones, tres de ellas petroleros, fueron el blanco el 12 de mayo de «actos de sabotaje» en las aguas territoriales emiratíes. Washington y Riad incriminaron a Irán, pero la República Islámica los desmintió.
El 13 de junio, dos petroleros, uno de ellos japonés, fueron atacados en el mar de Omán. Washington, Londres y Riad acusaron a Irán, que también desmintió esta acción.
El 20 de junio, los Guardianes de la Revolución anunciaron que habían abatido un dron estadounidense por haber «violado el espacio aéreo iraní». Washington indicó que el artefacto se encontraba en el espacio aéreo internacional.
Como consecuencia de este hecho, Trump declaró que había anulado en el último minuto ataques contra Irán para evitar un alto balance de pérdidas humanas.
El 10 de julio, la marina militar iraní intentó, según Reino Unido, «impedir el paso» de un petrolero británico en el estrecho de Ormuz. Los Guardianes de la Revolución negaron cualquier «confrontación» con navíos extranjeros.
El incidente se produjo después de que el presidente iraní, Hasan Rohani, advirtiera a Reino Unido de «consecuencias» por haber capturado a un petrolero iraní el 4 de julio en Gibraltar y exigir su liberación inmediata.
No obstante, la Corte Suprema de Gibraltar decidió prolongar durante 30 días la retención del petrolero iraní.
El 18 de julio, los Guardianes de la Revolución anunciaron que mantenían retenido a «un carguero extranjero», porque era sospechoso de «contrabandear» combustible en el Golfo. El buque cisterna fue interceptado el 14 de julio, al sur de la isla de Larak en el estrecho de Ormuz.
Ese mismo día, Trump declaró que el buque anfibio USS Boxer había derribado un avión no tripulado iraní sobre el estrecho de Ormuz. Según el Mandatario, el dron estaba a unos 900 metros del buque estadounidense.
Sin embargo, el portavoz de las Fuerzas Armadas de Irán, brigadier general Abolfazl Shekarchi, negó este hecho e informó que todos los drones iraníes que realizaban misiones de reconocimiento y control en el golfo Pérsico y en el estrecho de Ormuz regresaron a sus bases.
Incluso el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica publicó un video que prueba que ningún dron iraní había sido derribado.
¿Por qué el cierre del estrecho de Ormuz causa tanto temor?
Por el estrecho de Ormuz navegan diariamente grandes buques petroleros que transportan el 33 % del crudo (17,5 millones de barriles) que se consume en el mundo.
«Todo el tráfico marítimo procedente de los países del Golfo, grandes productores energéticos, converge en el estrecho, incluidas las exportaciones de petróleo crudo y gas natural licuado de Irán, Irak, Kuwait, Bahréin, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos«, explicó a BBC Mundo, el director de Estudios Marítimos de la Universidad de Tufts (EE. UU.), Rockford Weitz.
Recordó que las vías alternativas para el traslado del oro negro, como los oleoductos, ya operan al límite de sus capacidades.
Desde los años ’70 este canal de 21 kilómetros de ancho ha tenido un gran impacto en la cotización del crudo. De las 18 interrupciones de suministro de petróleo más significativas que se han registrado en los últimos 50 años, las cinco más importantes (que han tenido un volumen entre 2,5 y 5,6 millones de barriles diarios) tuvieron su origen en conflictos relacionadas con el Estrecho.
Un ejemplo es la crisis de 1973, que casi cuadruplicó el precio del petróleo, tras el conflicto entre los países árabes e Israel. Asimismo, destacan hechos como la revolución iraní (1978), la posterior guerra entre Irán e Irak (1980-88), la invasión a Kuwait (1990-91) y la guerra de Irak (1993).
Debido a cada uno de estos conflictos el precio del crudo se disparó, la renta de los países importadores disminuyó y se produjeron efectos contractivos y duraderos.
Aumenta el precio del petróleo
Aunque el petróleo es solo uno activo de la economía mundial, resulta el más influyente. Cualquier trastorno en los sistemas de precios o una crisis de abastecimiento podrían reducir los pronósticos de crecimiento económico a nivel mundial.
Los expertos coinciden en que el cierre del estrecho de Ormuz provocaría una crisis energética global, dado que los precios del petróleo aumentarían bruscamente y posiblemente superarían los 150 dólares, más del doble del promedio de 60 dólares por barril que registra en la actualidad.
“Tan pronto como la crisis del petróleo estalle, tendrá un impacto significativo. Algunos economistas están diciendo que si se produjera una crisis a gran escala en la región del Golfo Pérsico, los precios podrían subir a 150 y hasta 300 dólares por barril«, alertó el analista político y económico Shabbir Razvi, en entrevista con Actualidad RT.
Por su parte, el catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad CEU San Pablo, de Madrid, José María Beneyto, explicó al mismo medio que «un cierre del Estrecho tendría consecuencias muy negativas para el comercio de petróleo con Europa y Asia, y generaría una fuerte inestabilidad».
Los altos precios tendrían un gran impacto en la economía mundial, ya que según estimaciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 2020 el consumo global crecerá 1,14 %, hasta los 101,01 millones de barriles diarios (mbd), superando así por primera vez la barrera de los 100 millones de barriles al día.
Adicionalmente, cuanto mayor sea el precio del crudo, más difícil será generar crecimiento económico, ya que el Producto Interior Bruto, generalmente, depende de tres variables muy afectadas por el valor del crudo: productividad, stock de capital (la maquinaria) y empleo.
Adicionalmente, los rumores sobre un cierre parcial del estrecho causan estragos en las bolsas de valores de todo el mundo.
«Los mercados de valores se desplomarían, la economía mundial se enfrentaría a todo tipo de desafíos. Y, ciertamente, Europa no está en posición de sostener un aumento de esa magnitud en el precio del petróleo», indicó Razvi.
En su opinión, la situación económica y financiera sería catastrófica para Japón, India, Europa y muchos otros países, en caso de estallar una crisis a gran escala en la región.
Relación entre Irán y Europa
Es probable que la detención del buque británico debilite las relaciones entre Irán y varios países europeos. Sin embargo, la situación entre Teherán y Londres ya venía tensa después de que estos afirmaran que el régimen iraní era «casi seguramente» responsable de los ataques contra los dos petroleros estadounidenses en junio.
En principio, la Unión Europea mostró cierto apoyo a la República Islámica, ya que su consumo de crudo supera los 15 millones de barriles diarios, por lo que Bruselas, y en particular Francia, Alemania y Reino Unido, manifestaron su preocupación y pesar por las sanciones unilaterales de EE. UU. contra las exportaciones petroleras de Irán.
De hecho, antes de que Trump decidiera en 2017 separarse del acuerdo nuclear y reactivar las sanciones, el intercambio comercial entre Europa y la nación persa mostraba cifras positivas.
El volumen de los intercambios comerciales entre Irán y los Estados miembros de la UE alcanzó los 16.600 millones de euros durante los primeros 10 meses del 2017, lo que supuso un incremento del 61,6 % en comparación con el mismo período del año anterior.
Las exportaciones europeas a Teherán incluían maquinaria y equipos de transporte, productos manufacturados y químicos; mientras que desde Irán les enviaban petróleo, combustibles minerales y alimentos.
Sin embargo, la situación cambió con las restricciones de Washington. La República Islámica exportaba 3,8 millones de barriles diarios, pero hoy se estima que apenas llega al medio millón.
Ese déficit ha ocasionado que la economía iraní se contrajera un 3,9 % en 2018, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Así como los estadounidenses presionan a Teherán con un bloqueo económico, los persas presionan a Europa que ayude a mitigar las sanciones impuestas por Trump, ya que han ahogado su economía.
Aunque la UE estableció un mecanismo conocido como Instex, para que empresas iraníes y extranjeras puedieran intercambiar bienes sin transacciones financieras directas y sin usar el dólar, la amenaza de Washington de sancionar los países que compren petróleo iraní y cerrar su mercado a las empresas que negocien con la nación persa limita el alcance de esta medida.
Por tanto, Irán considera que el mecanismo no es suficiente y exige mayor apoyo a la Unión Europea.
“No es suficiente”, indicó el ministro de Exteriores, y recordó: “Los europeos se comprometieron a garantizar la venta del petróleo iraní, y no lo hicieron. Se comprometieron a garantizar el transporte, tampoco lo cumplieron. Se comprometieron a garantizar el retorno de los activos iraníes y no cumplieron”.
Para los analistas, el papel de Europa para de reducir la tensión debe basarse en convencer a Trump de retirar las sanciones y que así Irán no enriquezca uranio por encima de los niveles del acuerdo. Sin embargo, las probabilidades de este escenario no son alentadoras, ya que el inquilino de la Casa Blanca persiste en sus amenazas.
En días recientes, Trump declaró que Washington está listo para obligar a Teherán a pagar «el precio que nadie jamás ha pagado», si la nación persa hace algo «tonto»».