El ataque con tres morteros a una base que alberga a militares estadounidenses en Balad, al norte de Bagdad, capital de Irak, no ha reportado alguna víctima mortal.
Según un comunicado del Ejército iraquí, el bombardeo se produjo el pasado viernes, provocando un incendio en las instalaciones, sin dejar víctimas que lamentar.
La misiva del órgano militar detalló que dos de los morteros cayeron en la sección iraquí de la base militar de Taji, ubicada a unos 30 kilómetros al norte de la capital, informó Reuters citando una fuente militar anónima.
El ataque se produce en medio de las tensiones en Oriente Medio entre Washington e Irán y a un mes de que Estados Unidos ordenara a todos sus empleados gubernamentales abandonar el país árabe si no son imprescindibles.
La embajada estadounidense había anunciado la suspensión temporal de los servicios de emisión de visados en los consulados de Bagdad y Erbil.
Las recomendaciones a los estadounidenses residentes en el país fueron entonces: salir de Irak “tan pronto como sea posible” por medios de transporte comerciales, evitar instalaciones estadounidenses, revisar sus planes de seguridad personales y estar atentos a los medios de comunicación locales, reseñó HispanTV.
El comunicado militar aseguró que el ataque a la base aérea de Balad el fin de semana causó pequeños incendios en los arbustos de la base, los cuales se extinguieron de inmediato.
Las embestidas belicistas se intensificaron el jueves pasado, tras los presuntos ataques a dos petroleros cerca del estratégico Estrecho de Hormuz. Irán ha negado su participación.
Jugando con el diablo
Irak alberga actualmente, según medios israelíes, más de 5.000 soldados estadounidenses y a poderosas milicias apoyadas por Irán, algunas de las cuales quieren que esas fuerzas estadounidenses se retiren.
Si bien las fuerzas estadounidenses se retiraron de Irak en 2011, regresaron en 2014 por invitación de Irak para ayudar a combatir al grupo del Estado Islámico, después de que éste se apoderara de vastas áreas en el norte y el oeste del país, incluyendo la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul.
Un reporte de RT señala que, con el ascenso del Estado Islámico, Washington redistribuyó sus fuerzas a Irak, después de que «casi» retirara las tropas en 2011.
Actualmente, la Casa Blanca tiene la intención de mantener aproximadamente 5.200 soldados en Irak por tiempo indefinido. ¿La intención? Vigilar a Irán, de acuerdo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En enero de este año, el presidente iraquí, Barham Salih, respondió rápidamente que Trump «no había solicitado el permiso de Irak» para vigilar a Irán, y que «EE. UU. no debería seguir sus propias prioridades en Irak».
Meses después, el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenéi instó a Bagdad a expulsar las fuerzas militares de EE. UU. del país lo antes posible.
Por su parte, Trump sostiene que Estados Unidos ha gastado una fortuna para construir sus bases en Irak y una de las causas por la que quiere mantener tropas allí es porque quiere estar observando un poco a Irán, “porque Irán es un gran problema».
De acuerdo con información publicada por el diario español La Vanguardia, en la base que fue atacada el pasado fin de semana “hay aviones de combate F16 estadounidenses, comprados por Irak, y un grupo de asesores norteamericanos para entrenar a las fuerzas iraquíes en su uso”.
Sin embargo, las fuerzas iraquíes no atribuyen en la nota militar la autoría a ningún grupo ni ninguno de ellos ha reivindicado hasta el momento el ataque.
Irak se figura como mediador entre los dos actores por su relación con ambos países.