El aumento de las tasas de interés por la Reserva Federal de Estados Unidos (EE. UU.), y la guerra comercial desatada por el presidente Donald Trump con sus políticas han fortalecido el dólar en detrimento de la estabilidad de economías emergentes.
El desplome de la moneda de Turquía es la más reciente, pero monedas como el peso argentino y el yuan de China se han depreciado por las políticas financieras estadounidenses, además del riesgo político y los desequilibrios económicos propios de cada país, refirió una nota del portal El País.
La crisis que vive Turquía, agravada en las últimas horas, fue la gota que colmó el vaso. Con la lira cayendo un 41% en el año, los inversores empiezan a mirar de reojo a los emergentes, que hasta hace unos días eran vistos como la gran promesa de inversión.
Turquía debe afrontar nuevas dificultadas, no solo la de la moneda. Según datos de Reuters, el 33,4% de la deuda pública turca está en dólares, el 4% en euros y el 2,1% en yenes. Aparte estaría la deuda de bancos y empresas.
También la moneda rusa, el rublo, cayó 15% en lo que va de año. Ankara y Moscú coinciden en señalar como responsables las sanciones que ha decidido imponerles el presidente Trump. En los últimos días, coincidiendo con el recrudecimiento de su política proteccionista, Trump ha intensificado su castigo por causas políticas. Al alza de las tarifas sobre el acero y el aluminio turco, se añade la limitación de las ventas de determinados bienes a Rusia a partir del 22 de agosto.
En un escenario de apreciación continuada del dólar, a las economías emergentes les resulta difícil escapar del círculo vicioso de los flujos de salida de capital, la debilidad de la divisa y el menor crecimiento del PIB.
La misma situación está viviendo Argentina, donde las alzas de las tasas de interés por el Banco Central fueron insuficientes para frenar el desplome del peso y el país acabó por solicitar el pasado mes de mayo un rescate al FMI.
Los analistas consultados por El País consideran que la crisis turca y la inestabilidad que viven otras divisas como el yuan, que se ha depreciado 5% en lo que va de año, pueden acelerar la salida de inversores de los emergentes en un escenario de aversión al riesgo. El dólar, por otra parte, actuaría de activo refugio.
La explicación que dan los analistas es que los mayores intereses que ofrecen los bonos estadounidenses hacen menos atractivos los mercados emergentes, que en estos años han captado fondos desde los países desarrollados en busca de la rentabilidad que no tenían en casa. Pero al final es la solidez de las economías de estos países, su capacidad para repagar las deudas, lo que determina que sean más o menos vulnerables.
En resumidas cuentas, los llamados «capitales golondrina» siempre buscan al mejor postor y huyen cuando arrecia el temporal. Para calmar la situación, las Reservas Federales de EE. UU. deberían darse un respiro y dejar como están los tipos de interés. Eso sí, siempre y cuando su economía no se sobrecaliente.