Turquía es un país dividido. No está claro exactamente lo que motivó a los hombres que planearon el intento de golpe de Estado.
Pero quisieron tomar el control en un momento en que el país está profundamente dividido sobre el proyecto de país del presidente Recep Tayyip Erdogan,y contagiado por la violencia de la guerra en Siria.
El gobierno turco acusó al autoexiliado clérigo musulmán Fethullah Gulen de ser el autor intelectual del golpe. Erdogan lo ha culpado en el pasado de varios de los problemas de Turquía.
Mientras, el primer ministro Binali Yildirim expresó que cualquier país que «apoye» a Gulen «no será amigo de Turquía y estará considerado en guerra con nosotros».
El clérigo vive en un exilio autoimpuesto en Estados Unidos. Era un aliado de Erdogan y por algún tiempo fue considerado como el segundo hombre más poderoso del país, antes de su salida.
¿Presidente fortalecido?
Turquía es importante en el Medio Oriente debido a su posición geográfica, un puente entre Europa y Asia.
También porque es un destacado miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), además de que el presidente islamista Erdogan y su partido AKP han tenido influencia en los gobiernos musulmanes sunitas de la región.
El partido gobernante AKP se ha convertido en experto en ganar elecciones, pero siempre ha habido dudas sobre el compromiso a largo plazo de Erdogan con la democracia.
Una vez dijo que la democracia es «como un autobús que tomas para llegar a tu destino, y luego te bajas».
Erdogan es un político islamista que ha rechazado la herencia laicista de la Turquía moderna.
Ha sido cada vez más autoritario, lo que incluye haber encarcelado a periodistas que le resultaban incómodos.
Ahora que ha anulado un intento de golpe de Estado podría tratar de imponer un régimen aún más severo en Turquía.
El político de 62 años fue primer ministro de 2003 a 2014. Ese mismo año se convirtió en presidente y está tratando de cambiar la Constitución para tener más poderes.
Jugador clave
Erdogan y sus gobiernos han estado profundamente involucrados en la guerra en Siria desde que comenzó en 2011, con el apoyo a las milicias islamistas que luchan contra el régimen del presidente Bashar al Asad.
Pero la violencia se ha extendido a través de la frontera turca, lo que ha ayudado a reavivar la lucha contra Erdogan del separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Su intervención en Siria también ha convertido a Turquía en un objetivo para los yihadistas del autodenominado Estado Islámico.
Occidente ve a Turquía como parte de la solución en Medio Oriente. Eso requiere de la estabilidad del país, y sin ella la ecuación es simple:
Turbulencia en Medio Oriente más turbulencias en Turquía es igual a problemas para todos.
Pero también Turquía ha generado problemas por sí solo en la región, y está profundamente implicado en los conflictos de sus vecinos.
Desde su gobierno, Recep Tayyip Erdogan ha mostrado un gran apetito por involucrarse en Medio Oriente, más del que tiene el pueblo turco.
Recientemente restableció las relaciones con Israel, pese a que el mandatario turco tiene una afinidad natural con el enemigo de Israel, Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica), que a su vez comparte raíces con los Hermanos Musulmanes.
Y Turquía es considerada por la Unión Europea como una parte vital para controlar el flujo de inmigrantes que provienen de Medio Oriente.
El país de mayoría musulmana se enfrenta a una creciente agitación, y el intento de derribar al presidente Erdogan no será el último.