¿Por qué los europeos se alinearon con Washington para presionar a Venezuela? El Nord Stream 2 podría ser la respuesta

El proyecto Nord Stream 2, impulsado por una alianza de empresas de Rusia, Alemania, Austria, Francia y Países Bajos, prevé el tendido de dos tuberías para transportar 55.000 millones de metros cúbicos anuales de gas, la que estaría fuera del rango de influencia norteamericana.

¿Por qué los europeos se alinearon con Washington para presionar a Venezuela? El Nord Stream 2 podría ser la respuesta

Autor: Leonardo Buitrago

Este jueves los diputados de la Parlamento Europeo se alinearon con la intervención norteamericana en Venezuela, una decisión que podría estar relacionada con el interés de Alemania y otros países de la región en la construcción del gasoducto ruso-europeo Nord Stream 2, un proyecto que choca con los intereses de Estados Unidos y su estado satélite, Ucrania.

Con 439 votos a favor, 104 en contra y 88 abstenciones la Eurocámara decidió reconocer a Juan Guaidó como supuesto “presidente interino de Venezuela”.

La resolución insta a la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y a los Estados miembros de la Unión Europea a reconocer al diputado opositor y ficha del gobierno de Donald Trump en su plan intervencionista en la nación suramericana “hasta que se puedan convocar nuevas elecciones presidenciales libres, transparentes y creíbles para restaurar la democracia”.

El pasado 23 de enero, el presidente de la Asamblea Nacional, controlada por la derecha y en desacato desde 2016, decidió autoproclamarse “presidente interino” de Venezuela, ante la supuesta ilegitimidad de Nicolás Maduro, quien resultó vencedor con 67,77 % de los votos en las elecciones realizadas en  mayo de 2018.

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Los parlamentarios alemanes se unieron a sus pares de España y Francia para perpetrar este ataque al gobierno  legítimo de Maduro, impulsados por sus intereses comerciales más que por su supuesta intención de “resguardar la democracia” en el país latinoamericano.

Estados Unidos necesitaba del respaldo del Parlamento Europeo para seguir adelante con su plan de invadir Venezuela y tomar el control de su petróleo y recursos minerales, mientras que los países del viejo continente requieren que el gobierno de Trump deje de oponerse al gasoducto Nord Stream 2.

Frente a la decisión que tomó Eurocámara, sin necesidad de sesionar,   la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, condenó el apoyo de las potencias occidentales a la oposición venezolana, para ejecutar un «golpe de Estado» contra el presidente Nicolás Maduro.

«Juan Guaidó incita abiertamente a las fuerzas armadas a dar un golpe militar… vemos que los patrocinadores occidentales apoyan esta línea destructiva por todos los medios», dijo Zajárova, al tiempo que expresó la disposición de Moscú  a sumarse «a un mecanismo de mediación o consultas aceptables para la parte venezolana”.

Gas directo y barato para Europa

El proyecto Nord Stream 2, impulsado por una alianza de empresas de Rusia, Alemania, Austria, Francia y Países Bajos, prevé el tendido de dos tuberías para transportar 55.000 millones de metros cúbicos anuales de gas.

Se trata de un macroproyecto que  costará más de 9.500 millones de euros. El plan es tender, para que funcione en paralelo al  gasoducto Nord Stream 1, una tubería de 1.224 kilómetros de largo por el fondo marino que una la salida de Rusia al mar Báltico con la costa nororiental de Alemania, sin necesidad de pasar por territorio ucraniano o de cualquier país de Europa del Este

La infraestructura fue concebida para diversificar las rutas del suministro del combustible a Europa , obtener una reducción en los costos y elevar la seguridad energética.

Al frente de este importante proyecto se encuentra la empresa gasífera rusa Gazprom y otros grupos energéticos alemanes como Uniper y Wintershall, la austriaca OMV, la francesa Engie y el gigante anglo-holandés Shell.

Obstáculo para EE.UU. y Ucrania

El proyecto cuenta con la oposición de Estados Unidos,  que busca vender a Europa su gas natural licuado, así como de Ucrania, que teme perder sus ingresos por el tránsito del gas ruso por su territorio.

El gas natural licuado  (LNG) se ha convertido en uno de los puntos estratégicos del comercio exterior del  gobierno de Donald Trump.

Con el gas de esquisto, extraído gracias a la controversial técnica del fracking o fracturación hidraúlica, Estados Unidos logró  en una década estar en capacidad de exportar esta fuente energética

El Instituto de Investigación Energética (IER) estima que con un puerto de LNG en funcionamiento,  cinco proyectos que están en construcción y otros cuatro ya aprobados, la nación norteamericana “se va a convertir en el tercer mayor exportador de gas licuado del mundo, por detrás tan sólo de Catar y Australia”, reseña el diario El Confidencial.

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Por tal motivo, tener el control del mercado gasífero europeo es más que apetecible para Washington.

Sin embargo, es casi imposible que las importaciones de gas proveniente de los Estados Unidos compitan en función de costos con el gas ruso.

El Nord Stream 2 colocaría a Rusia en una posición estratégica como proveedor de gas en la región, lo que obviamente irrita a Donald Trump, en su afán por controlar el planeta.

Es tan claro el nivel de enfado de la Casa Blanca, que en mayo de 2018 amenazó con imponer sanciones a compañías en Austria, Francia, Alemania y los Países Bajos que están involucradas en el proyecto.

Incluso, el polémico embajador de Estados Unidos en Alemania, Richard Grenell , “advirtió” a  las empresas germanas, que se arriesgan a ser sancionadas si participan en la construcción del gasoducto.

En una carta enviada  a varias empresas, el diplomático les recuerda que Estados Unidos «se opone firmemente» al proyecto que originaría «serias consecuencias geopolíticas» para los aliados y socios europeos de Washington.

«Enfatizamos que las empresas involucradas en las exportaciones de energía rusas están participando en algo que conlleva un riesgo significativo de sanciones«, plantea el texto  en el que las invita a «considerar el peligro que este proyecto representa para la seguridad energética europea, así como los costos de reputación y el riesgo asociado de sanciones», reseña Sputnik.

Ante esta actuación injerencista, el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, respondió que «los asuntos relacionados con la política energética europea deben decidirse en Europa, no en Estados Unidos».

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En el caso de Ucrania,  si el nuevo gasoducto  comienza a operar, se calcula que la nación satélite de EE.UU. dejaría de obtener unos 1.800 millones de euros al año por  concepto de impuestos sobre el paso de gas sobre su territorio , tal y como revela un estudio del Centro para la Reforma Europea, citado por El Confidencial.

Esta cifra equivale al 2 % de su Producto Interno Bruto (PIB), por lo que no es de extrañar que el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, sea uno de los mayores detractores del proyecto.

Washington y Kiev se han unido en su ataque frontal al gasoducto. El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, dijo que ambos países harán sus mejores esfuerzos para detener el proyecto.

“Trabajaremos juntos para frenar el proyecto Nord Stream 2 que socava la seguridad económica y estratégica de Ucrania y la soberanía de los países europeos que dependen del gas ruso”, afirmó, mientras que su homólogo ucraniano, Pavlo Klimkin señaló que “están hombro con hombro para contrarrestar” el gasoducto ruso-europeo.

Rusia condenó la postura de EE.UU  sobre el proyecto  y la considera “una burda injerencia en los asuntos de la Unión Europea”.

Moscú considera que el interés de Washington es obligar a los europeos a comprar gas licuado estadounidense.

Interés de Alemania

Resulta curioso que el mismo día en el Parlamento Europeo respaldó a Juan Guaidó y a los planes intervencionistas de Estados Unidos,  el gobierno alemán reiteró su respaldo al gasoducto Nord Stream 2.

«En 2038 renunciaremos al carbón y a la energía nuclear, necesitamos una fuente segura de abastecimiento (…) Rusia siempre ha sido un proveedor fiable y por eso apoyamos el Nord Stream 2″, dijo el coordinador del Gobierno alemán para la cooperación con Rusia y Asia Central, Dirck Wiese, citado por Sputnik.

Indudablemente el Nord Stream 2 es vital desde el punto de vista económico para Alemania.

Con el nuevo gasoducto, Berlín se aseguraría mayor abastecimiento a su demanda de gas natural  sin necesidad de intermediarios. Evitaría que su suministro se viese afectado por cualquier tensión política en Europa del Este.

Asimismo, podría comprar más  gas del que necesita, para re venderlo a otros socios europeos y convertirse así en un centro distribuidor el continente.

De esto modo, pactar con Washington y apoyar su agresión a Venezuela, a cambio de tener el camino libre para el gasoducto no resulta una idea descabellada.

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