Brenton Tarrant, el atacante terrorista que entró a las mezquitas Al Noor y Linwood en la ciudad de Christchurch, abrió fuego y mató a 50 personas e hirió a otras 40, “pasará el resto de su vida aislado en un prisión de Nueva Zelanda”.
Esta fue la sentencia anunciada para el joven de 28 años de edad por el Ministro de Relaciones Exteriores de este país, Winston Peters.
El hombre permanece en prisión preventiva y debe declarar nuevamente ante el tribunal el 5 de abril.
Tarrant un joven australiano autodenominado supremacista blanco, que transmitió el ataque en vivo por Facebook, se encuentra en una prisión de máxima seguridad en la ciudad de Auckland y afronta cargos múltiples de asesinato por la masacre perpetrada contra fieles musulmanes que acudieron a la oración.
El ataque terrorista es el más mortífero que haya ocurrido en Nueva Zelanda y se produjo la semana pasada en el día del rezo de los musulmanes, cuando docenas de feligreses se disponían a llevar a cabo sus plegarias en las mezquitas de Al Noor y Linwood, situadas a unos 6,5 kilómetros la una de la otra en el centro de Christchurch, la mayor ciudad de la Isla Sur del país.
Hoy la Organización de Cooperación Islámica (OIC, por su siglas en inglés) se reunió en Turquía para discutir al respecto, y tomar medidas para luchar contra el acoso a los musulmanes, que permitan “erradicar las ideologías llenas de odio que llevaron a la terrible tragedia”.
La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, lo calificó como uno de los días más oscuros del país y dijo que las leyes de armas cambiarán.
En ese sentido, anunció una prohibición inmediata de los rifles semiautomáticos de estilo militar y los fusiles de asalto.
Pero el canciller Peters advierte que “para el extremismo no hay raza, religión o color. Debe ser condenado, cualquiera que sea la forma que tome”.
El jefe de policía de Nueva Zelanda, Mike Bush, describió entonces los dos ataques como una acción «muy bien planeada», pues Tarrant estuvo provisto con armas semiautomáticas, disparó indiscriminadamente dentro de la mezquita contra hombres, mujeres y niños a muy poca distancia.
Se hallaron armas de fuego en ambos escenarios. Además, dos artefactos explosivos caseros fueron encontrados en un automóvil y desactivados por el Ejército.
El ministro de Exteriores enfatizó este viernes que adelanta una investigación que contribuirá a la prevención de ataques terroristas, porque “en Nueva Zelanda el discurso de odio no es tolerado”.
Sin embargo, medios recuerdan que en el pasado otros intentos de reforzar las leyes sobre armas de fuego en un país con un fuerte lobby de armas y una cultura de caza fracasaron.
Este viernes se supo que la policía de Nueva Zelanda entrevistó al acusado en su casa en octubre del 2017, antes de concederle la licencia que le permitió comprar las armas usadas en el ataque.
Según las autoridades, Tarrant adquirió legalmente varias armas en diciembre de 2017, entre ellas los dos rifles semiautomáticos, las dos escopetas y el arma de acción de palanca que empleó en los ataques contra dos mezquitas de Christchurch el 15 de marzo.
El día del suceso, una mujer y otros dos hombres también fueron arrestados, pero luego fueron puestos en libertad.
El mortal ataque de Tarrant se puede ver en un vídeo que fue compartido en redes sociales. El material retransmitió en directo la masacre durante 17 minutos gracias a una cámara GoPro que llevaba en la cabeza el terrorista.
El terrorista publicó además un manifiesto de 74 páginas, a través del cual expone sus motivos, vinculados al supremacismo blanco: “crear una atmósfera de miedo” e “incitar a la violencia” contra los musulmanes.
“La inmigración en masa nos privará de nuestros derechos (…) Tenemos que acabar con la inmigración y deportar a los invasores que viven en nuestra tierra. No es solo cuestión de prosperidad, sino de supervivencia”, expresó.
Asimismo, dice que recibió la bendición de los Caballeros Templarios Resucitados, la llamada orden del caballero del templo secreto que se opone a la inmigración de la que el terrorista de Oslo y la Isla de Utøya, Anders Breivik, que mató a 77 personas e hirió a otras 300 en 2011, dijo ser comandante.
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