Por María Sanhueza
Hay una serie de elementos, y tendencias geopolíticas actuales que hablan en contra de una guerra en Ucrania. En particular hay tres factores extremadamente importantes a la hora de concluir que un enfrentamiento bélico entre Rusia y la OTAN no es probable.
Dependencia Europea del suministro energético ruso
En pleno invierno, en medio de una crisis energética (1) y con un porcentaje de la población europea expuesta a la llamada pobreza energética (2), sería muy difícil concebir que países europeos miembros de la OTAN pudiesen lanzarse a una aventura militar en contra de Rusia, quien constituye la fuente principal de sus suministros energéticos.
En promedio, la Unión Europea (UE) importa aproximadamente el 40% del gas desde Rusia (3), haciendo un reemplazo de este suministro algo prácticamente inviable en el corto plazo. No es por tanto sorprendente, más allá de la retórica empleada por muchos líderes europeos, que en la práctica, la mayoría se hayan mostrados reacios a una aventura militar de la OTAN en Ucrania. Alemania, por ejemplo, un país líder de la OTAN, ha descartado de plano un envío de armas a Ucrania (4). Y si bien se ha declarado la intención de proclamar sanciones en el caso de un ataque ruso (5), la mayoría de los gobiernos europeos han tratado de dilatar esta acción en vista de las consecuencias que esto pudiese tener sobre sus respectivos suministros energéticos producto de las represalias rusas.
Ucrania no es un punto geoestratégico
Si bien Ucrania posee una posición estratégica, tanto en un posible ataque a Rusia, como en la línea defensiva de este país, el foco geopolítico del mundo se ha trasladado hace más de una década hacia el pacífico del sur. En esta región, no sólo vive la mayor cantidad de habitantes del planeta, sino que además es la zona por la cual se transportan la mayor cantidad de mercancías, habiendo dejado atrás al atlántico como principal zona comercial, y convirtiéndose en la principal zona de disputa geopolítica actual. No obstante, esto no quiere decir que los Estados Unidos (EEUU) específicamente no tuviesen la capacidad de llevar a cabo una guerra en Ucrania, o en cualquier otro lugar del planeta, pues siguen siendo el ejército con más recursos en el mundo (6) y tienen bases militares estacionadas a lo largo de Europa. De todos modos, el incentivo para la nación norteamericana de inyectar recursos en una guerra fuera de su foco más geoestratégico es bajo.
Más allá de este factor, es muy importante tener en consideración que la reacción de Washington respecto a una posible invasión rusa a Ucrania, no sólo va dirigida a Moscú, sino que es un cálculo extremadamente complejo de las señales que se enviarían a Beijing (7) respecto a sus deseos de reintegrar Taiwán. Ya que esto pudiese representar un antecedente en un posible intento de anexión de esta isla. Este elemento muchas veces se pasa por alto, pero es determinante para Estados Unidos a la hora de decidir su actuar.
Putin carecería de apoyo interno para una invasión
Si bien los medios de comunicación occidentales intentan equiparar una invasión rusa a Ucrania con la anexión de Crimea del 2014, estas situaciones difieren completamente. Primeramente, en Crimea, un porcentaje extremadamente alto (algunas regiones de más del 60%) identifican el ruso como su lengua materna (8), y muchos declaran abiertamente carecer de identificación alguna con Ucrania, reconociéndose como ciudadanos rusos. Además, esta zona estuvo históricamente bajo la administración rusa, aunque luego se le haya concedido autonomía. Es decir, habían lazos históricos y culturales que ataban a ambas regiones, y de ese modo lo entendía un porcentaje amplio de la población. Esa demanda de anexión, por tanto, tenía un gran nivel de aceptación y apoyo entre la población rusa, algo demostrado por las celebraciones populares al interior de Rusia tras la anexión.
Ahora, la perspectiva respecto al resto de Ucrania es muy diferente, especialmente considerando amplias regiones en las que la población rusa no es predominante. Y en vista a las implicaciones que una guerra de invasión hubiesen de tener para la población en Rusia. Si bien, como demuestra una encuesta, alrededor del 50% de la población rusa piensa que la OTAN es responsable de este conflicto (9) la población rusa no está interesada en una guerra que pudiese afectar enormemente su calidad de vida, y sobretodo el crecimiento económico posterior a la crisis fruto de la pandemia. Es decir, una guerra de invasión pudiese costar a Putin altos niveles internos de desaprobación.
¿Se puede descartar una guerra?
En un mundo altamente militarizado, cada vez más bipolarizado, y con una creciente tendencia al desacoplamiento jamás se puede descartar la posibilidad de una guerra. La historia ha demostrado que muchas veces, e incluso en el caso de grandes guerras, estas pueden comenzar por casualidades y malos cálculos respecto a la extensión y duración de un posible enfrentamiento. Este bien pudiese ser el caso de Ucrania. El decir que las tendencias actuales hablan de que un enfrentamiento militar es improbable, sólo se refiere a las condiciones actuales y al cómo debiesen actuar los actores involucrados de modo lógico respecto a sus intereses específicos. Lamentablemente, la realidad, y sobre todo en el ámbito militar, la mayor de las veces carece de lógica y no actúa en consideración del bien común.
Consecuencias a largo plazo de la crisis
Desacoplamiento
Una de las principales consecuencias del actual enfrentamiento entre la OTAN y Rusia es el llamado proceso de desacoplamiento, es decir, de separación de las economías en vista al riesgo geopolítico militar que genera esta dependencia. Este proceso de desacoplamiento comenzó con la llamada guerra comercial entre China y EEUU, un fenómeno que fue denominado por muchos expertos como el inicio de una nueva guerra fría. En la actualidad, este proceso de separación se ha extendido a su vez a la relación entre Rusia y la Unión Europea, siendo declarado abiertamente por ambas partes. Hoy en día la dependencia económica rusa en la UE impide a Rusia extender su marco de acción debido al temor por las sanciones. Por el lado de la UE, la dependencia energética en Rusia limita su capacidad de acción (10). Debido a este riesgo estratégico es que ambas regiones apuntan hacia un proceso de separación que consagre sus respectivas autonomías. El empeoramiento de la relación entre ambas regiones ha avanzado en picada desde las sanciones del 2014 (11). Por tanto, lo que vemos actualmente es sólo una consagración de esta tendencia.
Lamentablemente esta carrera por el desacoplamiento implica para el resto del mundo un riesgo aún mayor de confrontaciones geopolíticas que pudiesen culminar de modo bélico, acercándonos al conocido escenario de guerra fría en el que existían bloques independientes el uno del otro. Pues la dependencia, sobretodo la económica, como bien observamos en este conflicto, desincentiva el enfrentamiento bélico.
Reforzamiento de los lazos entre Rusia y China
Resulta intuitivo pensar que la alianza Chino-Rusa es un producto natural de la cercanía de ambas naciones, pero lo cierto es que esta relación ha tenido, sobretodo en la época moderna, muchos menos momentos de calma y armonía que de enfrentamiento. No obstante, el escenario actual, y específicamente el alejamiento de Rusia de los mercados occidentales ha generado una base para el acercamiento entre Beijing y Moscú.
Esta alianza estratégica tuvo como punto crítico en su desarrollo las sanciones en contra de Rusia del 2014 (12), ya que, hasta ese momento la nación euroasiática había negado con obcecación a China el acceso a tecnología militar estratégica (13). Tras las sanciones del 2014, debido a la enorme carga económica que esto representó para Rusia, esta necesitaba urgentemente acceder al mercado chino para evitar una debacle económica. Beijing, aprovechando esta oportunidad, no sólo puso como condición de esta apertura la transferencia de tecnología militar altamente sensible (14), sino que además por un precio que anterior a las sanciones hubiese resultado ilusorio.
Bipolarización del mundo
Más allá de la demonización a Putin, y el resurgimiento del viejo sentimiento anti-Rusia, impulsado por la prensa occidental, la geopolítica actual se diferencia mucho de aquella de la guerra fría. Actualmente Rusia no es la potencia que era en aquel entonces y el rival indiscutible de Estados Unidos no es Rusia, sino China. Un fenómeno explicitado por el obcecamiento con el cuál los USA han tratado de trasladar el foco de su política militar al pacífico del sur (15) Rusia es un factor más, entre tantos otros, pero de ningún modo el eslabón esencial de una cadena claramente liderada por China, en la que Rusia más bien actúa como el hermano pequeño (16).
EEUU y la OTAN, al profundizar las rivalidades con Rusia y coartar la posibilidad de una cooperación estratégica, obligaron a Rusia a cerrar filas con China, hecho que profundizó una nueva configuración geopolítica inclinada hacia la bipolaridad, en la que los Washington y Beijing lideran ciertas esferas de influencia.
Conclusión
Como en muchos otros casos, el propósito de las acciones de EEUU, quienes creían defender y consolidar sus intereses al llevar a cabo una política expansionista, terminaron con consecuencias indeseadas para ellos mismos. Un ejemplo del fracaso de su política exterior reflejado icónicamente en su intervención en Afganistán. Por el contrario, la prosecución de una política expansionista por parte de la OTAN ha tenido como principal consecuencia lanzar a Rusia a los brazos de Beijing (17) fortaleciendo la capacidad militar china, que crece sin parangón no sólo en el aspecto cuantitativo, sino que cualitativo gracias a la transferencia tecnológica ruso. Y de paso otorgando a la región de Asia, liderada por China, una nueva base desde la cual construir una autonomía, tanto en el plano económico como en el militar que le permitan prescindir de occidente.
Para la población a nivel global queda ver como el mundo se sigue militarizando y las disputas geopolíticas se agudizan, precisamente en un momento en el que para la humanidad es urgente trabajar en una cooperación a nivel planetario contra el desastre inminente del cambio climático. Una vez más las grandes potencias ponen en juego nuestra sobreviviencia.
——————————————————————————————————————-
- La actual crisis energética mundial y las razones que se esconden tras ella Medio Ambiente (elciudadano.com)
- State of the Energy Union 2021 (europa.eu)
- Energieabhängigkeit von Russland: Europas offene Flanke | tagesschau.de
- Angst vor Eskalation – Deutschland und der Ukraine-Konflikt (deutschlandfunk.de)
- «Massive» EU-Sanktionen gegen Russland bei Ukraine-Angriff | BR24
- 1) United States | BusinessInsider India
- Kopie von 2021 12 01 – GeoTalk China – Systemische Konkurrenz (squarespace.com)
- Map: Russian language dominant in Crimea | Al Jazeera America
- Обострение в Донбассе — Левада-Центр (levada.ru)
- Europe’s energy security and EU-US cooperation – European External Action Service (europa.eu)
- Russia-EU Relations: The End of a Strategic Partnership | ORF (orfonline.org)
- It’s complicated: Russia’s tricky relationship with China – European Council on Foreign Relations (ecfr.eu)
- PARSING CHINESE-RUSSIAN MILITARY EXERCISES (jstor.org)
- El eje Moscú-Pekín | Observatorio de Política China [OPCh] (politica-china.org)
- Bush Affirms U.S. Role in Asia in New ‘Pacific Century’ – The New York Times (nytimes.com)
- El eje Moscú-Pekín | Observatorio de Política China [OPCh] (politica-china.org)
- PARSING CHINESE-RUSSIAN MILITARY EXERCISES (jstor.org)