En una serie de conversaciones clave entre los gobiernos de Reino Unido y Estados Unidos, las negociaciones para alcanzar un acuerdo comercial que fomente la prosperidad económica entre ambos países han avanzado de manera significativa. Este proceso cobra relevancia en medio de las tensiones comerciales que amenazan con afectar el intercambio de productos y servicios entre ambas naciones.
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La última ronda de negociaciones se llevó a cabo a través de una llamada telefónica entre el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Durante esta conversación, ambas partes expresaron un compromiso firme de continuar las discusiones con un enfoque productivo. Se acordó que las conversaciones seguirían su curso con una agenda clara en la que se busca encontrar una solución que favorezca a los sectores económicos más afectados por las políticas comerciales actuales.
En este contexto, Reino Unido se enfrenta a la posibilidad de ver impuestos más altos en sus exportaciones a Estados Unidos. El gobierno británico está intensificando los esfuerzos para obtener una exención a los aranceles impuestos por Estados Unidos a sus productos. De manera particular, se está trabajando en reducir las barreras arancelarias para las importaciones británicas, con la esperanza de que el acuerdo comercial sea más favorable.
Una de las opciones que se está evaluando en las negociaciones es la reducción o incluso la eliminación de ciertos impuestos británicos a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Este tema ha sido un punto de fricción, ya que Estados Unidos considera que tales impuestos perjudican a sus gigantes tecnológicos, mientras que Reino Unido busca mantener su política fiscal para financiar proyectos internos.
Además, el presidente Trump ha implementado una serie de medidas que han generado preocupación en el Reino Unido. Uno de los principales temas es un nuevo impuesto del 25 por ciento sobre los automóviles importados a Estados Unidos, lo que afecta de manera directa a los fabricantes británicos de autos de lujo como Rolls-Royce y Aston Martin. Esta medida ha sido vista como un obstáculo para alcanzar un acuerdo favorable, ya que podría incrementar los costos para las empresas británicas que dependen de las exportaciones a Estados Unidos.
A este nuevo impuesto se suman otros aranceles recíprocos que entrarán en vigor en los próximos días. A partir del 2 de abril, los productos británicos podrían enfrentarse a un aumento de hasta un 20 por ciento en los aranceles, lo que podría impactar negativamente la economía británica si no se alcanzan acuerdos favorables en las negociaciones.
En medio de estos desafíos comerciales, el gobierno británico ha adoptado una postura firme. Los ministros han señalado que ninguna opción está descartada cuando se trata de responder a las políticas comerciales de Estados Unidos, lo que incluye la posibilidad de adoptar medidas recíprocas si las negociaciones no avanzan como se espera.
Por otro lado, además de los temas comerciales, la llamada también permitió abordar cuestiones de política internacional. En particular, se discutió la situación en Ucrania, donde ambos países coincidieron en la importancia de mantener la presión internacional sobre Rusia. Reino Unido ha estado trabajando estrechamente con otros aliados para asegurar que se mantenga una postura unificada frente a las acciones del presidente Vladimir Putin.
A pesar de las diferencias en el ámbito comercial, ambas naciones se comprometieron a seguir trabajando juntos, con la esperanza de llegar a un acuerdo que beneficie tanto a los sectores económicos como a la seguridad internacional.
Foto: El Ciudadano
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