Andréi Popov, de 38 años, azotaba y y daba bofetadas a sus seguidores para castigarlos por supuestos ‘delitos’ cometidos, como por ejemplo, comunicarse con el mundo exterior, tomar medicamentos o llamar por teléfono a sus familiares, según informa la cadena rusa Vesti.
Además de torturar a sus seguidoras y de tener un harén conformado por las mismas, otra de las pasiones de ‘Dios Kuzya’ era el dinero. Según testimonios, sus fieles le preparaban ‘baños’ de billetes, los que ganaba a través del arriendo de propiedades y de la venta de los inmuebles de sus creyentes, quienes fueron forzados a donar a la secta sus bienes materiales.
Un video policial muestra a las autoridades que encontraron y confiscaron 43 millones de rublos y 100.000 dólares en efectivo durante el registro de sus departamentos.
Popov, es un hombre con múltiples personalidades religiosas. Años antes se hizo llamar ‘Arzobispo Román’ y se autoproclamó como una reencarnación de Jesucristo, del santo y líder espiritual ruso del siglo XIV Serguéi Rádonezhski, de la ocultista rusa del siglo XIX Elena Blavátsky, además de asegurar que también era la encarnación viva del Arcángel Gabriel.