Un nuevo intento de golpe de Estado en América Latina, auspiciado por Washington y rechazado por Moscú, forma parte de las páginas de un conflicto sin armas que tiene como epicentro a la nación con un Gobierno socialista
Por más de cuatro décadas la Guerra Fría enfrentó a dos sistemas políticos e ideológicos opuestos. El bloque Occidental liderado por Estados Unidos que representaba al capitalismo y el bloque del Este comandado por la entonces Unión Soviética (URSS) que defendía el comunismo.
Este enfrentamiento político, económico, social, militar, informativo, científico y deportivo, que dejó al menos unos 40 millones de muertos, inició tras finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1945 y se extendió hasta principios de la década de 1990 .
Las diferencias ideológicas y políticas llevaron a que Estados Unidos y occidente crearan la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), mientras que la Unión Soviética formó el Pacto de Varsovia con países de Europa oriental, como Polonia y Hungría.
Aunque EE. UU. y la URSS no mantuvieron un enfrentamiento bélico directo y sus fuegos jamás se cruzaron, ambas potencias desarrollaron sistemas de misiles antibalísticos para defenderse una de la otra, lo que mantuvo bajo tensión a millones de personas en todo el planeta.Algo que caracterizó al conflicto fue el desarrollo de las «guerras subsidiarias» o «por terceros», en las que los dos bloques apoyaban a un bando de la contienda, un hecho que se asemeja a la situación actual de Venezuela.
Mientras que Moscú apoya plenamente al Gobierno legítimo de Nicolás Maduro y la continuidad de la democracia, Washington promueve un golpe de Estado contra el mandatario electo a través del voto popular, utilizando al autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó para ejecutar acciones desestabilizadoras en el país caribeño.
La administración de Donald Trump tiene un claro objetivo: apoderarse de los recursos energéticos y minerales de Venezuela , y para ello ha tratado por todos los medios de asfixiar, acorralar y aislar al Gobierno bolivariano e incluso amenazar constantemente con que “todas as opciones”, incluida la militar, “están sobre la mesa” para intentar derrocar a Maduro.
Asfixia económica
En lo económico, Washington impuso un bloqueo que comprende sanciones contra la principal industria del país, la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que limitan su comercialización de crudo y por ende la entrada de divisas.
A través de órdenes ejecutivas ha prohibido las transacciones financieras con Caracas, el uso de cualquier divisa (digital o no) y que el Banco Central de Venezuela realice operaciones en dólares, con el fin de limitar las importaciones.
Asimismo, el Gobierno de Trump se ha apoderado ilegalmente de activos como la Corporación Citgo, la filial de Pdvsa en territorio estadounidense, cuyo valor supera los 10.000 millones de dólares y cuenta con tres refinerías de crudo operativas, que procesan en conjunto un promedio de 750.000 barriles por día para surtir a la costa oeste norteamericana.
El canciller venezolano, Jorge Arreaza denunció ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que las pérdidas económicas que ha sufrido su nación superan los cientos de millones de dólares, entre dinero retenido en bancos y la confiscación de activos.
“El Banco de Inglaterra tiene oro venezolano bloqueado, lo que equivale a 1.359 millones de dólares. City Bank, en EE. UU., retuvo 196 millones de dólares, que impiden el pago a funcionarios diplomáticos. Mientras que 1.760 millones de dólares están en Novo Banco, de Portugal, se impide la importación de alimentos, medicamentos e insumos, ni lo pagaron ni lo devolvieron, eso no es legal”, detalló el pasado jueves.
Esta situación ha sido denunciada también por el Gobierno ruso. El representante de Moscú ante la ONU, Vasili Nebenzia, condenó ante el Consejo de Seguridad que Estados Unidos ha creado de manera artificial una crisis en Venezuela para propiciar un cambio de régimen en un país que «no constituye una amenaza a la paz y seguridad mundial, mientras que los actores externos amenazan directamente la paz y la seguridad de la nación».
«Por a un lado les agarra por el cuello con sanciones y restricciones y por otro lado expropian sus recursos y bloquean activos de los venezolanos en bancos occidentales«, afirmó.
Nebenzia destacó que solo en lo que va del año, EE. UU. privó a Venezuela de 30.000 millones de dólares, con la excusa de que «ahora le pertenecen al impostor Juan Guaidó».
Agresión política
El ataque político de la Casa Blanca incluye el respaldo a su ficha Juan Guaidó y sus intentos de usurpar el poder, a través de la violencia y la violación a la Constitución; así como sanciones a más de 100 funcionarios del Gobierno.
A través de la Organización de los Estado Americanos (OEA) y el denominado Grupo de Lima, conformado en su mayoría por países latinoamericanos con gobiernos de derecha, Estados Unidos ha intentado aislar a Venezuela y promover una intervención militar.
Tanto en la OEA como en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se ha desconocido a los legítimos representantes de Venezuela para reconocer a usurpadores nombrados ilegalmente por el autoproclamado Guaidó.
También los gobiernos derechistas de la región han confabulado para disolver organismos de integración y defensa de la democracia como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y crear mecanismos como el Foro para el Progreso de América del Sur, conocido como Prosur, para articular políticas conservadoras y alinearse a los intereses de Washington, que incluyen tomar el control de Venezuela.
Amenaza militar en vez de nuclear
La nueva Guerra Fría que tiene como epicentro a la nación caribeña, y se extiende al resto de América Latina, no involucra una amenaza nuclear, sino una intervención militar.
El campo de batalla es el ámbito comunicacional, en el cada día surgen nuevos cruces de declaraciones entre la Casa Blanca y el Kremlin.
Desde Donald Trump, su vicepresidente Mike Pence, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, el secretario de Estado Mike Pompeo y el enviado para Venezuela Elliott Abrams, han amenazado en repetidas oportunidades, tanto en medios de comunicación, redes sociales e incluso ante el Consejo de Seguridad de la ONU con ejercer el uso ilegal de la fuerza militar con tal de lograr derrocar a Maduro, aunque ello derive en un posible enfrentamiento con una potencia como Rusia.
De hecho, Washington ha dejado claro que no tolerará “ninguna asistencia militar extranjera” en la nación suramericana.
Sin embargo, Moscú no se amedrenta y exige respeto para la soberanía de Venezuela.
Tanto el presidente ruso, Vladimir Putin, como sus funcionarios han insistido en que la crisis política de Venezuela se debe resolver mediante el diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición.
Asimismo, han dejado claro que intervendrán para defender la democracia en esa nación.
Lazos entre Moscú y Caracas
Luego de la disolución de la Unión Soviética, Rusia protagonizó una apertura comercial y política que le ha permitido tener una presencia cada vez más fuerte y activa en Occidente y en especial en América Latina, una región considerada por Estados Unidos como su patio trasero.
Venezuela ha sido la puerta de entrada a la región y con la llegada al poder del presidente Hugo Chávez (1999-2013), Moscú se convirtió en uno de los principales aliados políticos y socios comerciales de Caracas, principalmente el área petrolera.
América Latina, un negocio para Trump
Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump defiende la promoción del “comercio libre y justo” (para Estados Unidos), que se traduce en condiciones favorables para las empresas norteamericanas.
Sencillamente, Latinoamérica constituye un mercado que Trump no piensa compartir con China y Rusia, sus principales rivales.
El intercambio comercial de EE. UU. con la región se ha incrementado en más de 6 % y Washington continúa siendo el principal emisor de inversión extranjera directa, con el 28 % de los flujos, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El interés de Trump en el sector hidrocarburos no se limita a Venezuela. Las sanciones contra Pdvsa se combinan con una mayor presión para profundizar la apertura (privatización) de empresas estatales de otros países, como Pemex (México), YPF (Argentina) y Petrobras (Brasil).
Asimismo, EE. UU. se mantiene como uno de los principales proveedores de asistencia en programas de desarrollo, que incluyen emprendimientos económicos, asesoramiento y equipos electorales que reportan ganancias para las empresas norteamericanas.
En materia de cooperación militar, Estados Unidos continúa siendo el principal proveedor de bienes y servicios para la región. Según cifras oficiales, entre 2015 y 2017 el país exportó armas de fuego y municiones por valor de más de 330 millones de dólares a América Latina, de las cuales un tercio las adquirió México, reseñó el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
Bajo el mandato de Trump se ha incrementado alineamiento de los gobiernos derechistas sudamericanos con la doctrina de seguridad estadounidense.
Con el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, el republicano suscribió un acuerdo para la utilización de la base aeroespacial de Alcántara por parte de Estados Unidos.
Venezuela, bastión de dignidad
La resistencia de Venezuela a obedecer a los designios de Estados Unidos la ha convertido en un objetivo político. Si el modelo socialista que defiende Nicolás Maduro es derrocado, Washington lograría derribar un bastión de dignidad y soberanía para los pueblos de la región.
Por eso, desde 1999 la estrategia a seguir ha sido intentar por todos los medios acabar con el proceso revolucionario, principalmente a través insurrecciones y acciones desestabilizadoras perpetradas por la derecha.
El intento de golpe de Estado de este martes, promovido por Juan Guaidó, es una muestra de ello.
John Bolton reiteró que Washington mantiene «todas las opciones sobre la mesa» y le advirtió a Moscú que no «intervenga»para mantener en el poder a Maduro.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia acusó a la oposición radical de Venezuela “de utilizar de nuevo métodos duros de confrontación» que solo logran «alimentar» el conflicto y llamó a que se entablen negociaciones para evitar un baño de sangre en ese país.
La Guerra Fría por Venezuela sigue su curso, ¿durará también varias décadas?.
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