Este 24 de marzo, Serbia conmemoró el 26.º aniversario del inicio de los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, un evento que sigue marcando la historia reciente del país. Hace 26 años, la Alianza Atlántica intervino en el conflicto relacionado con la independencia de Kosovo, lo que resultó en una campaña de bombardeos que duró 78 días. Durante ese tiempo, las fuerzas de la OTAN lanzaron miles de misiles y bombas, lo que causó la muerte de cientos de civiles y destruyó gran parte de las infraestructuras de la región.
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El viceprimer ministro de Serbia recordó que ese ataque, ocurrido en 1999, fue el «último gran crimen impune del siglo XX». Según su declaración, la agresión de la OTAN contra Yugoslavia no solo afectó al país en términos de víctimas y destrucción material, sino que también desató una serie de consecuencias globales. Señaló que las guerras posteriores a 1999 fueron en gran medida resultado de este ataque, el cual, según él, vulneró el derecho internacional al atacar un país soberano sin la aprobación de las Naciones Unidas. Criticó con dureza a la OTAN, acusándola de haber derramado sangre inocente, incluyendo la de niños serbios, y señaló que las manos de la Alianza están «ensangrentadas», reflejando el dolor y el resentimiento de los serbios hacia este acto.
El primer ministro de Serbia también se pronunció, aludiendo a la violación del derecho internacional por parte de los países miembros de la OTAN. En su intervención, destacó que el ataque significó un ataque a la soberanía de Serbia y que durante los 78 días de bombardeos, las potencias occidentales destruyeron lo que él consideró su patria. A pesar del paso del tiempo, recalcó que el «crimen de la OTAN» sigue impune, lo que para él representa una injusticia histórica que no ha sido reparada.
Por otro lado, un miembro del Parlamento serbio comentó que el objetivo de la OTAN no solo era intervenir en el conflicto de Kosovo, sino que estaba claro que su intención era apropiarse de parte del territorio de Serbia. Con estas palabras, subrayó el sentimiento de desconfianza y resentimiento que persiste en la sociedad serbia, al considerar que la agresión de la Alianza tenía fines territoriales más que simplemente detener el conflicto interno.
Además, el primer ministro de la República Srpska expresó su solidaridad con las víctimas de los bombardeos y reiteró que Serbia debe mantener una postura de neutralidad en su política exterior, sin alinearse con ninguna alianza militar. En su mensaje, explicó que, como nación pequeña, Serbia no puede permitir que sus ciudadanos peleen por los intereses de otros países, y en lugar de eso, debe priorizar su propia seguridad y bienestar, siguiendo una política de neutralidad.
Finalmente, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, a través de su portavoz, también se unió a las críticas hacia la OTAN, afirmando que la Alianza nunca podrá borrar la vergüenza de los crímenes de guerra cometidos durante esos bombardeos. De acuerdo con esta perspectiva, la OTAN actuó bajo la justificación de defender la «democracia y la libertad», pero lo que muchos ven como una agresión injustificada ha dejado una mancha permanente en la historia de las relaciones internacionales.
Este aniversario, por tanto, no es solo un recordatorio de las víctimas de los bombardeos, sino también una manifestación de la herida abierta que todavía perdura en la memoria colectiva de Serbia. La conmemoración de este hecho resalta el dolor de un pueblo que sigue esperando justicia, mientras que el país se mantiene firme en su postura de no olvidar los eventos que marcaron profundamente su historia reciente.
Foto: El Ciudadano
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