En los últimos años se ha popularizado el término ‘chemsex’ (acrónimo inglés que une los conceptos de química y sexo), que designa principalmente un tipo de fiesta sexual caracterizada por el consumo de drogas y por su larga duración, de hasta varios días consecutivos. La mayoría de los medios de comunicación que han tratado el asunto reflejan que este tipo de orgías son más frecuentes entre hombres homosexuales, aunque ése no es ni mucho menos el único ambiente en que se producen.
El año pasado, un estudio del ‘British Medical Journal’ inglés ubicó el concepto ‘chemsex’ en el mapa científico. «Esta palabra se utiliza en Reino Unido para describir el sexo intencional bajo la influencia de drogas psicoactivas, sobre todo entre hombres que tienen relaciones con hombres», explicaban entonces los responsables del informe, Hannah McCall, Naomi Adams y David Mason.
Práctica antigua, problema nuevo
Por supuesto, la práctica en si no es nueva. Desde tiempos inmemoriales han existido fiestas orgiásticas que combinaban la búsqueda del placer sexual con el consumo de substancias estupefacientes. Lo que ocurre es que un aumento sospechoso en las cifras de contagios de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) detectado en la ciudad de Barcelona ha hecho sospechar a las autoridades sanitarias y a distintos profesionales de la salud pública que este tipo de fiestas se están poniendo de moda especialmente.
Por ahora no hay una sola evidencia científica que vincule el aumento de las ETS con un supuesto auge de esta práctica, pero sí existe la sospecha de que están muy relacionados. Según datos recogidos por la plataforma ‘STOP Sida’, los casos de hepatitis A han pasado de 4 en 2015 a 103 en 2016. La gonorrea ha aumentado un 66% en un solo año y la sífilis nada menos que un 40%.
Éstas cifras han provocado la preocupación de las autoridades sanitarias locales, hasta el punto en que algunos hospitales como el Clinic de Barcelona ha elaborado una encuesta para los pacientes que presenten indicios de haber practicado chemsex, con el fin de conocer la verdadera dimensión del fenómeno. Por su parte, en el Hospital Vall d’Hebron (también en Barcelona) están estudiando la posibilidad de crear un circuito asistencial para proporcionar una atención específica y multidisciplinar a este tipo de casos.