Las primeras horas del alto al fuego entre el Gobierno de Siria y la oposición armada, que comenzó a las 24h (hora local) de este jueves luego de que las partes en conflicto aceptaran el pacto sostenido por Rusia y Turquía, transcurrieron con relativa calma y sin víctimas mortales entre la población civil. Así lo anunció el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos y los grupos rebeldes.
La Comandancia General del Ejército y las Fuerzas Armadas de Siria, al igual que los opositores del presidente sirio Bashar al-Assad, firmaron tres documentos para tratar de avanzar en la resolución del conflicto, iniciado en marzo de 2011.
El primero contempla «un alto el fuego» en todo el territorio y el segundo incluye «una serie de medidas» para vigilar su cumplimiento y que correrán a cargo de Rusia y Turquía. El Ministerio de Exteriores ruso aseguró en un comunicado que los dos países actuarán como «garantes».
El último acuerdo recoge «la voluntad para iniciar negociaciones de paz». El enviado especial de Naciones Unidas, Staffan de Mistura, había señalado el 8 de febrero en Ginebra que para reanudar el diálogo el nuevo pacto opta por la capital de Kazajistán, Astaná, como sede, donde se prevé que los diálogos empiecen a finales de enero.
Ambas partes han dejado claro que el grupo terrorista Daesh (Estado Islámico), no tiene ninguna relación con la tregua. Sin embargo, difieren sobre la inclusión o no del Frente de la Conquista del Levante, el antiguo Frente Al Nusra, ex filial siria de Al Qaeda.
Para las autoridades sirias, este grupo, que en varias zonas del país opera al lado de otras facciones rebeldes, queda al margen del pacto. Pero para los rebeldes, todo el territorio donde el Frente esté presente tendría que enmarcarse en el área del cese de hostilidades, que pretende allanar el camino hacia una nueva ronda de negociaciones par conseguir la paz.
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos evaluó como «positivo» este entendimiento bilateral, que fue logrado sin la intervención del Departamento de Estado: «Cualquier esfuerzo que frene la violencia, salve vidas y cree las condiciones para unas nuevas y productivas negociaciones políticas es bienvenido», ha asegurado el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, en un comunicado.
El ministro de Exteriores y Expatriados de Siria, Walid Moallem, dijo que existe una posibilidad «real» de llegar a un acuerdo político que ponga fin a casi seis años de guerra que han dejado unos 250.000 muertos y millones de desplazados y refugiados.
Siria, dividida
Siria podría ser dividida en zonas informales de poder e influencia regional, quedando Bashar Al-Assad como mandatario durante al menos unos años más. Es la tesis que se sostiene en el proyecto que está siendo negociado por Rusia, Turquía e Irán.
Dicho acuerdo, que permitiría autonomía regional dentro de la estructura federal controlada por la secta alauita, una rama del chiismo, a la que pertenece Al Assad, es todavía incipiente. Está sujeto a cambios y necesitaría el visto bueno de todas las partes involucradas: el dictador sirio, los rebeldes y, eventualmente, de los estados del Golfo Pérsico y los Estados Unidos, según fuentes cercanas a Rusia contactadas por la agencia de noticias Reuters.
Los poderes de Al Assad serían reducidos bajo el acuerdo entre las tres naciones, aseguran las fuentes. Rusia y Turquía permitirían que el mandatario se quede hasta la próxima elección presidencial prevista para 2021, a la que renunciaría a favor de un candidato alauita menos polarizante.
Según trascendió, Irán aún no está convencido en esta cuestión, pero de cualquier manera, Al-Assad eventualmente podría dejar el poder con garantías para él y su familia.
La posibilidad de realizar una división federal en Siria ya se discutió en marzo pasado, en las conversaciones de paz que se llevaron a cabo en Ginebra. En esos diálogos la idea era que el país mantuviera su unidad como un Estado único, al tiempo que se le entregaría mayor autonomía a las entidades regionales. Esta idea, en todo caso, ha sido rechazada por los grupos de la oposición, que se niegan a aceptar algún tipo de división del país.