Este lunes entró en vigor el cese el fuego pactado entre Estados Unidos y Rusia después de cinco años de guerra y varios intentos fracasados.
Según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ONG con sede en Londres, «la tregua se respetó en la mayoría de frentes» aunque se registraron algunos ataques tanto por parte de fuerzas gubernamentales como por los rebeldes en el suroeste del país.
El alto al fuego se acordó el pasado 10 de septiembre, coincidiendo con la celebración musulmana de la Fiesta del Cordero, y se determinó por siete días excluyendo las zonas bajo control del Daesh (Estado Islámico) y las milicias yihadistas que combaten contra Damasco. Su principal objetivo es lograr que la ONU establezca corredores de acceso humanitario a Alepo.
Esto, luego de que este fin de semana el régimen de Bashar Al-Assad intensificara sus ataques aéreos sobre las provincias opositoras de Alepo e Idlib. De hecho, la clave del avance de los acontecimientos será lo que ocurra en Alepo, la capital económica de Siria, donde la oposición aún mantiene los barrios del centro y este bajo su control. En los últimos 40 días, más de 2.000 personas han perdido la vida en los bombardeos de la ciudad.
La trascendencia del pacto llevó al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, a considerara este lunes que la tregua iniciada en Siria es el único camino para poner fin a la guerra y quizá sea el último chance de alcanzarla, por lo que aspira sea respetada para mantener las esperanzas de un acuerdo político: «Pensamos que la única solución realista y posible al conflicto es, al final de cuentas, una solución política», insistió.