Cuatro personas murieron y unas treinta más resultaron heridas al sur de Tailandia en una cadena de atentados bomba ejecutados de forma coordinada en zonas turísticas entre la noche del jueves y la madrugada del viernes.
En total, se produjeron once explosiones en cinco provincias del sur de Tailandia, donde se concentra el grueso de los servicios turísticos del país.
«La primera bomba explotó frente a un pub» situado en la zona turística de Hua Hin, a dos horas de Bangkok, señaló un agente local. La segunda bomba explotó 30 minutos después a medio centenar de metros de la primera, indicó.
Precisamente Hua Hin, ciudad situada a unos 200 quilómetros al sur de Bangkok, fue la más afectada y es conocida por ser el tradicional lugar de vacaciones de la familia real y donde vive una numerosa colonia europea. Muchos habían llegado a esta localidad costera el jueves, por ser el inicio de un largo fin de semana feriado, con motivo del cumpleaños de la reina de Tailandia el viernes.
Las cuatro bombas que explotaron allí era todas de fabricación casera, escondidas en moticicletas o papeleras y detonadas con celular. Además de dos muertos, dejaron también más de veinte heridos, entre los que habían turistas europeos.
Por el momento, ningún grupo reivindicó el atentando. Esto, en un clima de incertidumbre por la compleja situación que vive el país luego de más de dos años de gobierno de una junta militar y de un clima de fuerte represión de las libertades desde el golpe de Estado de 2014.
«No es un ataque terrorista»
«No es un ataque terrorista. Es sólo un sabotaje local», aseguró el portavoz de la policía nacional, Piyapan Pingmuang. Poco antes, el jefe de la junta militar tailandesa, el general Prayut Chan-O-Cha, había denunciado una voluntad de «sembrar el caos».
Las autoridades tailandesas evitaron calificar los atentados de acto terrorista y hablaron de «sabotaje local» para no perjudicar el turismo, que representa un 10% de la economía. La junta militar también negó cualquier vínculo de los ataques con el terrorismo internacional o con los independentistas de la región de mayoría malaya y musulmana del extremo sur del país. Sin embargo, analistas locales señalaron la similitud de estos ataques con las tácticas habituales de estos grupos en las provincias fronterizas con Malaisia, en un conflicto que hace más de 12 años que dura y que ha dejado más de 6.000 muertos. Hasta el momento, pero, sus acciones han tenido lugar dentro de una zona de influencia concreta y estos atentados supondrían una escalada sin precedentes en el conflicto y los independentistas no han han reivindicado ataques fuera de su región.
A pesar de que el ex primer ministro Yingluck Shinawatra, cuyo gobierno fue derrocado por los militares en 2014, denunció los atentados antes de que nadie pudiera apuntar en su dirección, el gobierno optó por atribuir la responsabilidad de los ataques a grupos vinculados a él. Shinawatra lidera un movimiento político que ganó todas las elecciones desde 2001 pero que ha sido apartado del poder dos veces a través de golpes de Estado.
El último ataque de magnitud en Tailandia tuvo lugar en agosto de 2015, cuando 20 personas, entre ellas numerosos turistas chinos, murieron en la explosión de una bomba en Bangkok.
El atentado nunca fue reivindicado, a pesar de que hay dos sospechosos de una minoría china que serán juzgados el próximo 23 de agosto por presuntamente haber actuado en venganza por la deportación de un centenar de refugiados de esta minoría china que días antes se había llevado a cabo.
Las explosiones se dieron cuatro días después de la aprobación en referendo de una nueva Constitución que consolida la interferencia del ejército en la vida política tailandesa.