El pasado viernes 28 de marzo, un terremoto de magnitud 7.7 sacudió el país, con epicentro en la región de Mandalay. La tragedia ha dejado un saldo oficial de 694 muertos, 1,670 personas heridas y al menos 68 desaparecidas, según el informe del equipo de información del Consejo de Administración del Estado de Myanmar. El sismo ha desbordado la capacidad del sistema de emergencia y ha afectado gravemente tanto a la infraestructura como a la población.
El impacto fue inmediato: el suministro eléctrico se interrumpió por completo y las redes móviles se vieron severamente afectadas, especialmente en áreas de Yangon, donde no hubo señal en varias zonas. La magnitud del desastre ha dificultado la labor de rescate y, por lo tanto, se siguen realizando operativos para localizar a las personas desaparecidas y proporcionar ayuda a los sobrevivientes.
Las autoridades de Myanmar continúan luchando para restablecer la comunicación en las áreas más afectadas, y la situación sigue siendo grave. El gobierno ha instado a la comunidad internacional a colaborar en las labores de asistencia y reconstrucción.
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Mientras tanto, organizaciones locales y ciudadanos están organizando esfuerzos solidarios para apoyar a los más afectados, demostrando una vez más la importancia de la solidaridad en tiempos de crisis. La magnitud del desastre y su impacto en una región ya de por sí golpeada por tensiones políticas solo hace más urgente la necesidad de un plan integral de ayuda humanitaria local e internacional.
Fotografía: Redes
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