Los atentados de estas últimas semanas en Francia y Alemania han puesto sobre la mesa el debate sobre la atención mediática y la solidaridad política y ciudadana que despiertan estos hechos cuando ocurren en Europa y el mundo Occidental, y la relativa indiferencia que provocan cuando afectan a países africanos o del Oriente Medio, a pesar de que el número de ataques y de víctimas sea muy superior.
Semanas atrás, el Instituto por la Economía y la Paz, con sede en Sidney, publicó el Índice Global de la Paz 2016, que constató que el impacto del terrorismo siguió siendo muy superior en África y Oriente Medio en 2015, a pesar de que la situación en Francia empeorara de forma significativa respecto 2014. Los atacantes buscan en estos países amenazar a los musulmanes que no siguen su «supuesta» interpretación del islam. Algo que termina convirtiéndose en una mera excusa para atacar al otro «en nombre de la religión» ya que no existe interpretación alguna del islam que defienda este tipo de actos.
Irak, con una puntuación de cinco sobre cinco, fue el país con más impacto del terrorismo. Le siguieron Nigeria, Afganistán, Pakistán y Siria. Todos ellos con puntuación superior a cuatro. De hecho, este miércoles, un nuevo atentado de Daesh en Siria dejó al menos 44 fallecidos entre agentes de seguridad y civiles.
Francia quedó en 16ª posición, con un 3,26 sobre cinco, un aumento respecto del año anterior, en el que obtuvo un 2,41.
En relación al número de víctimas mortales, en 2015 Irak registró un total de 8.831 fallecidos en actos terroristas; Afganistán 6.208, Nigeria 5.351 y Siria 3.916. En Francia hubo 161 víctimas, en su mayoría fallecidas durante los ataques del pasado 13 de noviembre a la sala Bataclan de París.
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