Los autores de los dos ataques perpetrados este fin de semana eran ciudadanos norteamericanos y las autoridades federales investigan los prejuicios contra los inmigrantes como un motivo potencial para las masacres
Estados Unidos presenció este fin de semana dos tiroteos masivos en menos de 13 horas. El saldo trágico contabiliza, hasta ahora, 32 muertos y al menos 50 heridos. Se trata de dos tragedias similares pero que ocurrieron a 1.574 kilómetros de distancia.
El sábado en horas de la mañana, un joven de 21 años de edad fue el autor de un tiroteo ocurrido en un complejo comercial de El Paso (Texas), provocando la muerte de 22 personas -incluidas varias de nacionalidad mexicana- y dejando al menos 24 heridos, en un hecho que las autoridades investigan como un caso de «terrorismo doméstico», según BBC Mundo.
Horas después, otro joven de 24 años de edad disparó a mansalva contra decenas de personas inocentes en una zona de bares en Dayton (Ohio), dejando a su paso 10 fallecidos, incluyendo el atacante y su hermana, y al menos 26 lesionados. De momento, las autoridades siguen sin explicar las motivaciones del homicida.
De acuerdo con el sitio web de rastreo de tiroteos Gun Violence Archive, fueron las balaceras número 250 y 251 registradas en EE. UU. en los 215 días que han transcurrido del año, y se perpetraron tan solo una semana después de que un adolescente armado asesinara a tres personas en un festival de comida en California, reseñó BBC Mundo.
Crimen de odio blanco
Respecto a la tragedia en El Paso, el gobernador de Texas, Greg Abbot, calificó la jornada como «uno de los días más sangrientos» que ha vivido el estado, por tratarse del octavo tiroteo más mortal en la historia moderna del país norteamericano y el más letal en lo que va de año.
Por su parte, la Policía informó que, presuntamente, el asesino escribió un manifiesto de cuatro páginas titulado «Probablemente voy a morir hoy» que, aunque no ha hecho público, habría sido publicado en un foro ultraderechista en Internet poco antes de la masacre, por lo que califican el tiroteo como «un potencial crimen de odio».
De acuerdo con The New York Times, el manifiesto expresa posturas racistas y habla del ataque como «una respuesta a la invasión hispana de Texas». «Los hispanos tomarán el control del Gobierno local y estatal de mi amado Texas (…) La abundante población hispana nos convertirá en un bastión de los demócratas», palabras con las que expresa su postura republicana y de apoyo al presidente Donald Trump.
BBC Mundo describe que un video difundido por la cadena de noticias local KTSM 9 muestra a un hombre entrando en una tienda Walmart, armado con un rifle semiautomático y equipado con gafas y cascos para proteger los ojos y los oídos. En Texas, la tenencia de este tipo de armas es legal y para adquirirlas no se requiere una verificación de antecedentes penales.
En tanto, fuentes policiales citadas por Fox News aseguran que se trataba de un AK-47 y que el individuo estuvo disparando durante 20 minutos, de manera aleatoria. Sin embargo, el atacante fue arrestado «sin incidentes», ya que no ofreció mucha resistencia y los agentes no tuvieron que realizar disparo alguno.
Una réplica en Dayton
En horas de la madrugada del domingo, en el centro de la localidad de Dayton, el pistolero abrió fuego frente a un bar. De acuerdo con fuentes policiales, el atacante tenía interés por matar a gente a partir de manuscritos encontrados en su casa. No obstante, aún procesan la información y sus pertenencias, ya que presuntamente «no hay evidencias que indiquen una motivación racial o política», reseña BBC.
El autor de esta masacre fue abatido por agentes policiales en menos un minuto y fue identificado como un «varón blanco» de 24 años, llamado Connor Betts. Aunque tenía dos armas, solo utilizó un fusil de asalto tipo AR-15 que compró en Internet. Lo más insólito es que el atacante no tenía historial criminal.
Un dato que destacan los medios locales es que seis de los fallecidos eran de raza negra y el hecho se perpetró una localidad de apenas 140.000 habitantes y en donde en mayo pasado hubo una protesta por parte de grupo supremacista blanco KKK.
Qué dice Donald Trump
El presidente estadounidense, Donald Trump, calificó los dos tiroteos masivos como dos hechos «barbáricos». El magnate, cuyo discurso -desde su campaña presidencial en 2016- incita al odio contra migrantes, latinoamericanos, musulmanes y afroamericanos, trató de desvincularse de ambas tragedias «condenando» el mal de la «supremacía blanca», justo después de que las autoridades dijeran que estaban investigando el manifiesto del asesino de El Paso.
Incluso, dijo que conversó con el fiscal general William Barr, e instó al Departamento de Justicia para que implemente la pena de muerte por asesinatos en masa por delitos de odio.
Sin embargo, en medio de la polémica por el fácil acceso a las armas en EE. UU. y la poca legislación sobre el tema, aseguró que la culpa es de los «enfermos mentales» que perpetran esos tiroteos. «La enfermedad mental y el odio aprietan el gatillo, no el arma», dijo Trump desde la Casa Blanca.
Asimismo, se atrevió a hablar sobre la «glorificación de la violencia» pero atacando a los videojuegos violentos «que ahora son comunes» y que deben «reducirse sustancialmente». Esta acusación no es nueva, ya que la violencia en los videojuegos ha sido una línea constante de ataque para los republicanos desde los años ’90.
Y así fue como Trump culminó su discurso y su hilo de tuits exigiendo «soluciones bipartidistas» para los tiroteos, tratando de entregar el «testigo» a los Demócratas como si se tratara de una carrera de atletismo y no de la vida de civiles inocentes. Aun así, ni siquiera mencionó alguna nueva restricción sobre las ventas de armas.
Según reseñó The Washington Post, lo únicó que adelantó sobre el tema es quiere una legislación que proporcione «fuertes verificaciones de antecedentes» para los usuarios de armas, olvidando que -por ejemplo- el asesino de Dayton no tenía ningún expediente criminal.
El odio nace en la Casa Blanca
Ambos sospechosos de disparos eran ciudadanos estadounidenses y las autoridades federales investigan los prejuicios contra los inmigrantes como un motivo potencial para las masacres. Mientras, Trump solo propone la construcción del muro e investigar los antecedentes de los migrantes.
En ese sentido, The Washington Post entrevistó a varios activistas de los estados en donde se perpetraron las masacres. Heliana Ramírez (42), quien visita El Paso con frecuencia desde San Francisco para ser voluntario en grupos comunitarios, respondió que igualar la inmigración con las verificaciones de antecedentes no tiene lógica.
«El presidente fomenta el odio. A menudo dice algo y hay que vigilar lo que está haciendo su otra mano. Me temo que con todas estas personas almacenando armas vamos a tener una guerra civil «.
Por su parte, Hillary Chan, de 25 años, voluntaria de Oakland en El Paso, aseguró que el plan del presidente «no tiene mucho sentido». “No fue un inmigrante quien disparó, fue alguien con racismo profundamente arraigado, y el racismo es algo que se aprende, porque nadie nace racista», precisó.
En tanto, Nicolas Palazzo, abogado del Centro de Defensa de Inmigrantes de Las Américas, no dudo en afirmar que el hecho de que un supremacista blanco disparara a docenas de personas en un acto de odio. «Es una ecuación falsa tratar de vincular esto con la inmigración».
Al ser concultado sobre la posibilidad de que el Presidente aprobará una reforma significativa de armas, enfatrizó ya que la Asociación Nacional del Rifle «no lo permitiría», debido a sus profundas raíces con el Partido Republicano.
Al respeto, The Washington Post recuerda que el Congreso no ha podido aprobar una legislación sustancial sobre violencia armada, a pesar de la proliferación de los tiroteos masivos, debido a la resistencia de los republicanos, particularmente en el Senado, donde son mayoría.
Por ello, el rotativo advierte que esa dinámica política parece difícil de cambiar, tomando en cuenta que el propio Trump ha incumplido las promesas anteriores de fortalecer las leyes sobre armas. Su discurso se limita a decir que su administración ha hecho «mucho más que cualquier otra administración», pero no menciona ni un solo logro de su gestión.