La trata de personas es un delito y un crimen contra la dignidad humana, pero lamentablemente, “este sigue siendo un campo delictivo desatendido”, aseveró monseñor Ansgar Puff, el obispo auxiliar de Colonia, Alemania, y presidente del grupo de trabajo sobre la trata de seres humanos de la Comisión de Migración de la Conferencia Episcopal Alemana, en una reflexión publicada en vísperas del Día Internacional contra la Trata de Personas, instituido por la las Naciones Unidas (ONU) y que se celebra este 30 de Julio.
“Las personas, en su mayoría mujeres y niños, son sometidas y explotadas bajo falsas promesas o se hacen impotentes bajo la coacción y el abuso de poder”, afirma monseñor Puff, según lo publicado por el portal Vatican News
También advierte que de los más de 40 millones de personas víctimas de la trata en el mundo, miles son explotados también en Alemania.
Se trata, subraya el prelado, de empleados en condiciones inhumanas, sin protección laboral adecuada y sin salarios dignos a quienes se les priva de los derechos básicos, así como de los derechos laborales y sociales. “De esta deshumanización del trabajo a la trata de seres humanos sólo hay un pequeño paso», denuncia.
En este contexto, el prelado alemán exhorta al sector de la política y de la administración del Estado a formular y hacer cumplir las normas para que las medidas no se queden en el olvido.
«Para evitar que se desarrollen esas condiciones de trabajo tan abusivas, es absolutamente necesario mantener un control constante tanto de las agencias de empleo como de las empresas», subrayó el obispo auxiliar Puff.
Y añadó, que el objetivo de los controles debe ser reforzar la protección de los trabajadores, descubrir y prevenir la explotación laboral y la trata de personas.
«Debe garantizarse que las autoridades competentes dispongan de los recursos financieros necesarios y tengan acceso a personal calificado, en particular intérpretes», advierte.
Monseñor Puff recuerda que en Alemania y en la Unión Europea la explotación tiene lugar en gran medida en el servicio doméstico, la construcción y la prostitución.
Por otra parte, subraya que, en muchas ocasiones, las condiciones de explotación laboral inician en los países de origen de los afectados.
En este sentido, explicó que los colaboradores de la Iglesia en Rumania y Bulgaria informan que muchas personas están dispuestas a aceptar salarios bajos y condiciones de trabajo precarias para poder mantener a sus familias en sus países de origen. “Pagan un precio demasiado alto por esto», dijo el obispo auxiliar de Colonia.
La reflexión también se hace eco de la gran importancia que el Papa Francisco le da a la lucha contra la trata de personas, que se plasma con la creación en 2014, del «Grupo Santa Marta», en el que obispos, religiosas y altos funcionarios de policía trabajan juntos para combatir la trata de personas y apoyar a las víctimas.
Actualmente, la Iglesia se ocupa de las víctimas de la trata de personas en Alemania y en los países de origen, a través del asesoramiento social y jurídico y mediante la ayuda concreta a las personas que escapan de la explotación.
«El compromiso de la Iglesia Católica contra la trata de seres humanos –aseveró Puff– incluye no sólo la atención a las víctimas, sino también la lucha por unas condiciones de vida justas en todo el mundo, que priven a la trata de seres humanos de sus fundamentos».