En un nuevo episodio de su estilo prepontente y ultranacionalista, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este miércoles un incremento inmediato de los aranceles a las importaciones procedentes de China, elevándolos a un insólito 125%. El anuncio lo realizó en su red social Truth, en un mensaje que más parece una declaración de guerra económica que una medida de política pública racional.
“En vista de la falta de respeto que China ha mostrado hacia los mercados mundiales, aumento el arancel que EE.UU. cobra a China al 125%, con efecto inmediato”, escribió Trump, como si el comercio internacional fuera un feudo personal.
Antes de su ofensiva contra Pekín, Trump ya había anunciado una pausa de 90 días en las represalias arancelarias hacia el resto del mundo, como si se tratara de un caprichoso emperador otorgando indulgencias. Sin embargo, con la pausa igual mantiene el arancel universal del 10% para todos los países, que se suma a los gravámenes ya vigentes sobre automóviles, acero y aluminio.
Una muralla proteccionista con aires de show electoral que, pese a todo, disparó las bolsas de Wall Street, que vieron en este desplante una oportunidad de especulación rápida: subieron entre un 6% y 8%.
“Me están besando el trasero”
Como ya es costumbre, Trump no perdió la oportunidad de jactarse en público con frases que revelan no solo su estilo vulgar, sino también su desprecio por los principios de la diplomacia:
“Estos países nos están llamando. Me están besando el trasero. Se mueren por llegar a un acuerdo”, dijo ante el Comité Republicano.
La Casa Blanca confirmó que cerca de 70 países han comenzado conversaciones con EE.UU. buscando mitigar el impacto de estas medidas, aunque el objetivo final de Trump parece claro: usar a China como escarmiento para obligar al resto del mundo a alinearse con su visión aislacionista.
Guerra comercial como espectáculo
Lo que Trump bautiza como “aranceles recíprocos” son, en la práctica, castigos unilaterales. Este miércoles, anunció que el nuevo arancel del 125% a China entra en vigor de forma inmediata, en lo que calificó como una represalia por el supuesto irrespeto de Pekín a los mercados mundiales.
Respecto al resto del mundo, el panorama aún no es del todo claro. En su red social, Trump reiteró que ha otorgado una “pausa de 90 días” a más de 70 países (entre los que estaría incluido Chile), con una reducción del arancel recíproco al 10% durante ese período. Sin embargo, mantiene vigentes los gravámenes a productos clave como automóviles, acero y aluminio, configurando un muro proteccionista sin precedentes en décadas.
La medida forma parte de una escalada iniciada el 2 de abril, cuando el mandatario ultraderechista lanzó una nueva oleada de aranceles y dio un ultimátum a países que, según él, se han “aprovechado de EE.UU.” por décadas.
Empresarios, “vuelvan ya”… o paguen
Además de castigar a los socios comerciales, Trump volvió a presionar a las empresas estadounidenses para que regresen al país:
“Este es un EXCELENTE momento para trasladar su EMPRESA a EE.UU., como ya lo están haciendo Apple y muchas otras, en cifras récord”, escribió en Truthsocial.
Prometió cero aranceles, rapidez energética y cero trabas ambientales. “¡No espere, hágalo ya!”, arengó, cerrando con su viejo lema: “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”.
¿Realineamiento global o chantaje comercial?
Las medidas de Trump, lejos de ser una estrategia de desarrollo sostenible o justicia económica, se parecen cada vez más a una política de extorsión comercial global, disfrazada de patriotismo. Mientras endurece su retórica contra China y amenaza a sus aliados con más sanciones, el presidente estadounidense busca sacar rédito político para su campaña, agitando el miedo y la incertidumbre a nivel global.
En este sentido, Trump ha intensificado la guerra comercial con China al elevar los aranceles a las importaciones chinas al 125%, en respuesta a las represalias de Pekín, que aumentó sus aranceles sobre productos estadounidenses al 84%.
China justificó su medida como una respuesta necesaria a las acciones unilaterales de Estados Unidos, calificando las decisiones de Trump como «errores sobre errores» que violan las normas del comercio internacional.
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