La mayoría de los países del mundo ya no saben qué esperar del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Este lunes sorprendió con una declaración en la que aseguró estar dispuesto a reunirse con autoridades iraníes.
Esto significa un giro total respecto a los pronunciamientos que emitió en las últimas semanas, cuando advirtió a su homólogo iraní, Hasan Rohaní, que si volvía a amenazar a EE.UU. sufriría «consecuencias que pocos han sufrido en la historia antes».
Un periodista le consultó al Mandatario, durante una rueda de prensa, si estaría dispuesto a reunirse con Rohaní. «Sin condiciones previas. Si quieren reunirse, me reuniré (…) No hay nada malo en reunirse», respondió Trump.
Asimismo, acotó que «ciertamente se reuniría con Irán si quisieran reunirse», pero aseguró no saber si «están listos todavía» porque «ahora están teniendo dificultades», reseñó la agencia EFE.
Esas «dificultades», a las que el Mandatario estadounidense apeló en forma de burla, se presentan a la República Islámica por las sanciones impuestas desde Washington y cuya primera tanda entra en vigor en agosto.
La primera gran patada a las relaciones bilaterales la dio Trump cuando decidió en mayo retirarse del acuerdo nuclear firmado en 2015, denominado Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés).
Ese paso dio al traste con años de negociaciones y supuso para EE. UU. una carta blanca para imponer nuevas sanciones. Por esta razón, aunque lo de este lunes parezca un freno en su arremetida, hasta los momentos no pasa de una simple declaración.