En medio de su actual mandato presidencial, Trump ha expresado públicamente que no descarta la idea de buscar un tercer mandato, pese a que la Constitución estadounidense establece límites claros en este sentido. Durante una reciente entrevista, el mandatario dejó entrever que existen posibles caminos que podrían permitirle permanecer en la Casa Blanca una vez finalice su segundo periodo, que concluiría a principios de 2029. Aunque admitió que es «demasiado pronto» para discutirlo con seriedad, sus palabras han avivado el debate sobre los límites del poder presidencial y las posibles modificaciones a las leyes que rigen la duración del mandato.
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La 22ª Enmienda, ratificada en 1951, establece que ningún presidente podrá ser elegido más de dos veces. Esta enmienda fue instaurada tras la presidencia de Franklin D. Roosevelt, quien fue elegido en cuatro ocasiones consecutivas, lo que generó preocupaciones sobre la concentración de poder. Desde entonces, el sistema estadounidense ha mantenido un límite de ocho años para cualquier presidente, con el fin de garantizar la renovación y la rotación en el liderazgo del país.
Sin embargo, Trump ha insinuado que podría haber métodos para eludir esta restricción, sugiriendo que existen “otros caminos” que podrían ser explorados. A pesar de que no ha detallado específicamente qué opciones considera viables, sus declaraciones han abierto la puerta a especulaciones sobre cambios legales que permitan a un presidente mantenerse en el poder más allá de lo que la constitución permite. Aunque estos comentarios no se han acompañado de propuestas concretas, la idea de modificar o reinterpretar la 22ª Enmienda ha generado una gran controversia tanto entre los legisladores como entre los ciudadanos estadounidenses.
Uno de los escenarios mencionados en los medios sugiere que el vicepresidente de Trump, JD Vance, podría postularse para la presidencia en las siguientes elecciones y, tras ganar, transferirle el poder a Trump. Este tipo de maniobra implicaría un intercambio de poder que, según algunos analistas, podría estar diseñado para sortear las limitaciones constitucionales. Aunque Trump ha afirmado que esta es solo una de las posibles alternativas, la idea de que un presidente ceda el mando a su sucesor bajo circunstancias tan inusuales ha generado dudas sobre su viabilidad legal.
El camino para modificar la 22ª Enmienda sería largo y complicado, ya que requiere un proceso legislativo que incluye la aprobación de dos tercios del Congreso y la ratificación por parte de los estados. Tal cambio sería extremadamente difícil de lograr, dada la polarización política que caracteriza al Congreso y la resistencia generalizada a alterar una de las piedras angulares del sistema democrático estadounidense.
Mientras tanto, Trump continúa su mandato con una agenda política centrada en diversas reformas internas y externas, además de preparar su reelección en las próximas elecciones. No obstante, el debate sobre un tercer mandato ha puesto en evidencia las tensiones dentro del Partido Republicano y ha generado un cuestionamiento más amplio sobre el futuro del sistema político de Estados Unidos.
Si bien la modificación de la 22ª Enmienda parece poco probable, la posibilidad de que Trump intente mantener su liderazgo por un periodo más allá de lo establecido por la constitución está llevando a muchos a preguntarse hasta qué punto las normas constitucionales podrían ser reinterpretradas en el futuro. Este episodio resalta la necesidad de un debate constante sobre el poder presidencial y las reglas que deben regir la democracia en Estados Unidos, especialmente cuando las ambiciones políticas de figuras clave parecen desafiar los límites establecidos por la ley.
Foto: El Ciudadano
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