El futuro del mandato de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos no es claro. A partir de enero de 2019 deberá lidiar con un Congreso partido a la mitad y no con un senado sumiso a sus intereses. La reciente reconfiguración del órgano legislativo estadounidense, que deja a la Cámara Baja en control de sus enemigos políticos -los Demócratas- antes con mayoría de republicano, obliga al magnate a debatirse entre mandar a través de órdenes ejecutivas o lograr una negociación -como jefe de Estado- con sus adversarios.
Al no contar con el apoyo de ambas cámaras, el presidente Trump ve amenazada también su estancia dentro de la Casa Blanca, pues el partido demócrata -ahora con poder en el Congreso- busca destituirlo de la Presidencia a través de una acción judicial conocida como impeachment.
De esta manera, son varios los escenarios que podrían condenar la permanencia de Trump en la Casa Blanca. Estas hipótesis crecen aún más con los resultados de las elecciones parlamentarias, comicios que se dan en un contexto donde la popularidad de Trump es sumamente baja y que -según varias encuestadoras- ha roto los niveles históricos de impopularidad para un Jefe de Estado de ese país.
Al respecto, la corresponsal de la agencia Prensa Latina (PL) en Washington, Martha Andrés Román, publicó un reportaje donde explica el porvenir de Trump para la segunda mitad de su mandato.
Explica Román que la creciente división de la sociedad estadounidense, que incluye el reconocimiento de Trump como jefe de Estado, impregnó los resultados de los comicios legislativos.
«La polarización que ha caracterizado al país desde la llegada al poder de su presidente, el republicano Donald Trump, no se expresaba en la correlación de fuerzas políticas, pues el partido del mandatario controla no solo la Casa Blanca, sino también el Senado y la Cámara de Representantes. Eso cambiará en enero próximo: por primera vez desde el inicio de su administración en 2017 el gobernante deberá lidiar con un legislativo en el que la Cámara Baja estará en poder del Partido Demócrata, una formación a la que Trump tilda continuamente de obstruccionista por la oposición a muchos puntos de su agenda», cita Román en el despacho de PL.
El impeachmet contra Trump en puertas
Explica Román que los demócratas al lograr la victoria en la Cámara Baja, podrán «promover con más fuerza sus políticas o enfrentarse a las del jefe de Estado».
«Al mismo tiempo, tendrán en sus manos la posibilidad de guiar investigaciones sobre temas espinosos como la presunta complicidad entre la campaña presidencial de Trump y Rusia en 2016, o sobre las declaraciones de impuestos del presidente, al tiempo que estarán en posición de promover un juicio político en su contra», subraya Román.
Al magnate lo podrían procesar por deslealtad o traición a la patria, cuestión que tiene argumento en las supuestas relaciones secretas que ha mantenido con Rusia. De igual forma se le podría procesar por supuestamente haber suministrado información secreta de Estado, sobre grupos terroristas que actúan en Siria y Oriente Medio, al Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Además, el impeachment podría desplegarse por otras causas como abuso de poder, evasión fiscal, donaciones fraudulentas, negocios turbios, mentir por negar sus supuestas relaciones sexuales con la estrella del cine para adultos, Stormy Daniels, e incluso se podría retomar una acusación que hizo su propia ex esposa, Ivana Marie Zelníčková, madre de tres hijos del empresario y quien dijo que Trump la habría violado antes de separarse.
El 2 de octubre de 2018 el diario New York Times publicó una investigación fundamentada en varios informes publicados por el fisco estadounidense que ponen en evidencia como Donald Trump amasó su fortuna al evadir al menos 413 millones de dólares que debió pagar en impuestos, pero Trump niega el hecho.
El proceso de impeachmente en EE. UU. está dentro de su Constitución, específicamente en el artículo 2, sección 4, donde indica: “El Presidente, el Vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos serán separados de sus puestos al ser acusados y declarados culpables de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves”.
Para ejecutarlo, se debe iniciar una “investigación independiente” (llevada por una comisión del parlamento o el Departamento de Justicia, por ejemplo), para juzgar si el presidente cometió o no algún tipo de traición, delito o falta grave. De ser positivo, esta comisión puede presentar una moción de impeachment a la Cámara de Representantes.
Una vez realizado este paso, si la cámara vota a favor del impeachment, el senado debe dictar la condena. Si el senado vota, con dos tercios de mayoría, que el impeachment procede, el presidente es condenado y queda removido de su cargo.
Trump
Cuando esto sucede el vicepresidente se convierte, inmediatamente, en presidente. En este caso, el presidente en cargo sería Mike Pence, el vicepresidente de Trump, un conservador cristiano que cuenta con gran aceptación en la población y que además es del agrado de los republicanos por tener una personalidad menos escandalosa que la del magnate neoyorquino.
En lo concreto el impeachment se ejecuta como un proyecto de ley que debe ser refrendado por el Congreso, organismos que está formado por dos Cámaras. En primer lugar debe ser debatido y votado en la Cámara de Representantes, y para salir adelante y que Trump sea procesado se necesitaría que una mayoría de 218 miembros de los 435 que lo componen aprueben los artículos de destitución previamente aprobados en comité.
¿Quién ganó?
Explica Román en su artículo que a pesar de los resultados, «no puede decirse que los comicios de este martes hayan sido del todo un éxito demócrata o una derrota republicana, pues el jefe de la Casa Blanca logró triunfos importantes que lo favorecerán tanto ahora como de cara a su campaña de reelección en 2020».
Para este miércoles a primera hora en Washington, los demócratas habían sumado 222 escaños en la Cámara Baja de 435 miembros, gracias a 28 asientos que lograron arrebatarle a la formación roja, y tenían posibilidades de ampliar esa ventaja en distritos que aún no estaban definidos.
Sin embargo, agrega Román, «ese buen desempeño tuvo su reverso en el Senado, donde la fuerza política de Trump consiguió ampliar la ventaja de 51-49 que tiene en la actualidad al hacerse con tres puestos de la Cámara Alta que en este momento están en posesión de los republicanos».
«Dado que de los demócratas defendían la mayoría de los 35 escaños del Senado sometidos a votación en estos comicios, se esperaba que los republicanos mantuvieran su superioridad en esa instancia, pero el resultado final puede verse como por debajo de lo que aspiraba la formación azul (demócratas)».
Román sostiene en su análisis que por su parte los republicanos -candidatos de Trump- lograron imponerse a senadores demócratas en Indiana, Missouri y Dakota del Norte, «precisamente estados donde el presidente desplegó una gran campaña para impulsar a los aspirantes de su fuerza política».
«El Partido Republicano podría sumar, además, éxitos en Florida, Montana y Arizona, cada uno de ellos con carreras muy cerradas que todavía no se han definido, pero que se inclinan hacia esa formación, así como en Mississippi, donde deberá realizarse una segunda vuelta el 27 de noviembre», subraya la corresponsal de PL en Washington.
Este balance -agrega Román- es favorable para Trump pues, le permitirá aprobar más facilmente cargos federales, «incluyendo jueces conservadores que resultan muy atractivos para su base electoral».
«Es por eso que se habla de desenlaces mixtos en unas elecciones que fueron vistas, también, como un referendo acerca de la gestión del jefe de la Casa Blanca, quien tuvo una implicación muy activa en el proceso previo a los comicios», explica Román.
Se radicalizan las tendencias políticas
Explica Román que los resultados reflejan que la polarización dentro de la sociedad estadounidense se ha intensificado, pues los republicanos que resultaron ganadores, son precisamente los que abogan por las políticas y acciones más extremas de Trump; mientras que los que perdieron sus curules, fueron los que trataron de alejarse del Presidente.
«En tanto, como aspecto negativo para sus aspiraciones de reelección puede mencionarse que se confirmó el modo en que pierde apoyo en distritos suburbanos que contribuyeron a llevarlo a la Casa Blanca en las presidenciales de 2016», indica la periodista.
«De cualquier forma, estas elecciones borraron la idea de una supuesta ‘ola azul’ en la que los demócratas ganarían mucho terreno sobre la base del alto nivel de desaprobación de Trump, pues sus triunfos no fueron en ningún caso tan contundentes como para merecer tal calificativo», agrega Román.
En su artículo la periodista cita al portal digital The Hill que describe los resultados de la siguiente manera: «Si alguien de la izquierda todavía creía que la victoria de Trump en 2016 fue una casualidad, o que sería fácilmente derrotado en 2020, los votantes dispararon un tiro de advertencia el martes».
Lo cierto es que el congreso estadounidense a partir de enero no estará dominado solamente por los republicanos y eso sin duda cambiará el ambiente político en el gigante norteamericano.
Al respecto, cita Román, la televisora CBS News estimó que ante esta nueva situación en el Congreso, Trump se verá obligado a trabajar más estrechamente con los demócratas o a recurrir con mayor frecuencia a las órdenes ejecutivas, porque, de lo contrario, su agenda simplemente quedará estancada.
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