Trump ha señalado que si ganaba la presidencia de Estados Unidos terminaba con la guerra entre Rusia y Ucrania en 24 hrs. Y ya adelanta trabajo. Si no logra su objetivo esa sería su primera gran derrota.
Por Bruno Sommer
El tablero geopolítico ha temblado en las últimas horas y las piezas se van a reacomodar luego de que los llamados “rebeldes”- por el relato atlantista-, tomaran el control de Siria tras la salida pactada del país de Bashar Al Assad a Moscú.
El día martes 7 de diciembre ocurrieron dos reuniones claves, una en París, la otra en Doha.
En la primera se dieron cita Trump, Zelensky y Macron.
La segunda contó con la participación de los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia, Lavrov; Abás de Irán y el par de Turquía, Hakan Fidan.
¿Qué relación tienen estas dos reuniones? La respuesta no es sencilla. Para comenzar, mencionaré la primera reunión y el compromiso de Donald Trump, quien, al ser electo, prometió detener la guerra entre Rusia y Ucrania en tan solo 24 horas.
Donald Trump viajó a Francia tras ser invitado por Emmanuel Macron a la reinauguración de la catedral de Notre Dame. Durante su visita, y por insistencia del presidente francés, Trump se reunió con Volodymyr Zelensky, quien se unió a una conversación previa sobre los desafíos políticos de una Francia cada vez más dividida. Este país, agotado por las políticas atlantistas y la migración derivada de conflictos e inestabilidades intencionales en Oriente Medio y otras regiones, atraviesa un momento crítico. Mientras tanto, el descontento social crece, con amplios sectores exigiendo la dimisión de Macron, quien se aferra al poder.
Macron, ha empujado a Europa contra Moscú, azuzando aún más, luego que Francia tuvo que salir de Mali, gracias a los rusos que apoyaron al régimen local y eso Trump lo tiene claro.
Quien aspira a convertirse en un ‘nuevo Napoleón’, pero que no es más que un sirviente de los intereses de los Rothschild, busca evitar el fracaso en su intento de imponer la paz en Ucrania por la fuerza. En su afán, arrastra a Europa hacia un camino cada vez más belicista, promoviendo el envío de más armamento al frente y defendiendo políticas de incremento en el gasto militar, beneficiosas para los intereses del capitalismo más primitivo.
Lo mismo hizo, de manera intencionada y armando con cuenta gotas a los ucranianos Joseph Biden, el saliente presidente de Estados Unidos, lleno de intereses en el gas de Ucrania entre otros negocios claves mediante su hijo al que ha indultado antes de dejar el mando.
Trump, por su parte, conoce de cerca a Ucrania desde los tiempos de Manafort, su asesor clave que llevó a Proshenko a la Presidencia. También es cercano a Putin según está escrito, aunque solo hay evidencia de sus reuniones oficiales y Zelensky le debe unatras ventilarse conversaciones durante su primer gobierno.
Sacarse la suerte entre gitanos es algo que no se hace, y de seguro Trump con Putin solo se verán las caras hasta después del 20 de enero del 2025.
Recordemos, que en una entrevista concedida por Donald Trump el viernes previo a su viaje a Francia y emitida este domingo 8 de diciembre, el expresidente dejó claro que no tiene interés en continuar armando a Ucrania. Además, reveló que está evaluando la posibilidad de retirar a Estados Unidos de la OTAN, una idea que ya había planteado durante su primer mandato. En ese periodo, Trump alcanzó un acuerdo de paz con Vladimir Putin en el suroeste de Siria y ordenó el retiro de tropas estadounidenses de Irak y Afganistán, destacando su enfoque en reducir la presencia militar de su país en conflictos extranjeros.
«Debería haber un alto el fuego inmediato y deberían comenzar las negociaciones» para «detener la locura», dijo Trump en una publicación en Truth Social. «Se están desperdiciando demasiadas vidas innecesariamente, se están destruyendo demasiadas familias y, si esto continúa, puede convertirse en algo mucho más grande y mucho peor»(…)»Conozco bien a Vladimir. Este es su momento de actuar. China puede ayudar. ¡El mundo está esperando!», puntualizó.
Ahora refiriéndome a la segunda reunión y sin detenerme en el detalle de ésta.
Los ministros discutieron la creciente inestabilidad en Siria, especialmente en las regiones de Alepo e Idlib, y coincidieron en la necesidad de coordinar esfuerzos para estabilizar la situación y preservar la integridad territorial del país. Además, reafirmaron su apoyo a la soberanía siria en medio de los recientes avances de grupos creados para actuar en la región.
Horas más tarde, sin la ayuda de Rusia e Irán en tiempo récord los «rebeldes» tomaron el poder.
Quienes se mantienen vigilantes son los Guardianes de la Revolución iraní, que junto a las fuerzas del Kremlin y el grupo Wagner han luchado durante años para defender al régimen de Bashar al-Assad. Su objetivo ha sido expulsar de Siria a Estados Unidos e Israel, así como desmantelar la presencia de grupos como Al-Qaeda, ISIS o cualquier otra organización similar. Estas facciones, son consideradas como creaciones de agencias de inteligencia como el Mossad, el MI6 y la CIA, diseñadas para desestabilizar la región.
Pero ahora que los “rebeldes” han conquistado “el poder”, no se sabe cuánto tiempo duren en él. Puede se sostengan, si respetan los designios de quienes han pactado por lo ocurrido en las últimas horas para un gobierno de transición en Siria y una paz que pueda ser común si acuerdos económicos geoestratégicos asociados al libre tránsito del gas y el petróleo se logran resolver.
Trump avanza rápidamente en sus planes, incluso antes de asumir formalmente. 4 equipos cercanos a su persona están desarrollando propuestas de paz para resolver el conflicto entre Ucrania y Rusia. Estas propuestas, según fuentes preliminares, no contemplan la adhesión de Ucrania a la OTAN, pero sí incluyen la posibilidad de que Rusia devuelva algunos territorios ocupados como parte del acuerdo.
Por Bruno Sommer
*Artículo publicado originalmente en Diario Red