La administración del magnate busca paliar los efectos que ha tenido en los productores agrícolas estadounidenses la guerra arancelaria que mantiene Washington con Pekín
Durante la cumbre del G7 realizada en la ciudad francesa de Biarritz, el presidente de Estados Unidos (EE. UU.) Donald Trump y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, cerraron la negociación de un nuevo acuerdo comercial que favorecerá las exportaciones agrícolas y ganaderas norteamericanas al país asiático.
Trump prevé utilizar el pacto para tratar de conseguir el voto de los agricultores en las elecciones de 2020, debido a que este sector ha sido uno de los más perjudicados por la guerra comercial que emprendió contra China.
¿Acuerdo millonario?
Según el inquilino de la Casa Blanca, se trata de un acuerdo por «miles de millones de dólares». Sin embargo, todavía quedan detalles por definir antes de que sea firmado en Nueva York durante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) que se llevará a cabo en septiembre.
«Hemos estado trabajando en un acuerdo con Japón por mucho tiempo. Envuelve al sector agrícola, al comercio electrónico y muchas otras cosas. Es una gran transacción, miles de millones de dólares, algo tremendo para los agricultores», dijo el Mandatario estadounidense.
El mecanismo también conducirá a reducciones sustanciales de aranceles y barreras no arancelarias en todos los ámbitos entre ambas naciones.
Este aspecto es clave para el Gobierno de Abe, que se librará del aumento de los aranceles estadounidenses a los automóviles japoneses.
El premier nipón destacó que el acuerdo se cerró tras «intensas negociaciones» por ambas partes, especialmente durante el último año.
Mientras que para el ministro japonés de Economía, Comercio e Industria, Hiroshige Seko, la conclusión de las negociaciones supone un «logro importante» y el objetivo es «completar el trabajo pendiente lo antes posible».
El texto final se obtendrá luego de las negociaciones que sostendrán el ministro japonés de Política Económica y Fiscal, Toshimitsu Motegi, y el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer.
Beneficios para los agricultures de EE. UU.
Con el acuerdo con Japón, la administración Trump busca paliar los efectos que ha tenido en los productores agrícolas estadounidenses la guerra arancelaria que mantiene Washington con Pekín.
El representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, señaló que se trata de “muy buenas noticias para nuestros agricultores y ganaderos, quienes concretaron mayores ventajas”, ya que el pacto comercial le abre mercado en Japón al maíz, carne de vacuno y porcino, trigo, lácteos, vino y etanol producido en la nación norteamericana.
Lighthizer recordó que la nación asiática importa productos agrícolas de Estados Unidos por alrededor de 14.000 millones de dólares y dijo que el trato abriría nuevas compras por 7.000 millones de dólares.
Sin embargo este monto está muy por debajo de las exportaciones a China, que en 2018 sumaron 120.000 millones de dólares, de las cuales alrededor de 25.000 fueron compras agrícolas.
Uno de los primeros pasos del acuerdo es de suma importancia para Washington, ya que Japón comprará 2,5 millones de toneladas de maíz por cientos de millones de dólares, que de otro modo los productores norteamericanos no tendrían mercado para colocar.
Por su parte, Shinzo Abe indicó que su país tiene un problema de plagas en «algunos de los productos agrícolas, y es necesario que compremos cierta cantidad”, y aclaró la operación comercial será realizada por el sector privado japonés.
Sin embargo, no aclaró si la compra del maíz será temporal, hasta que se resuelva la situación en los cultivos.
Mientras tanto, los agricultores japoneses expresaron su preocupación por el acuerdo comercial con Estados Unidos. «Esto definitivamente tendrá un impacto en los productores de Japón» expresaron los analistas citados por la agencia Kyodo.
Trump depende del voto rural
El incumplimiento por parte del Gobierno de Trump a las promesas hechas para mejorar la economía rural en Estados Unidos pudiera complicar su plan reeleccionista en 2020.
La desilusión en este sector es más que notoria y muchos votantes retirarán su apoyo al republicano si no ven cambios en la política de la Casa Blanca.
Los análisis plantean que Trump derrotó a su rival demócrata Hillary Clinton en 2012 gracias al voto rural, que se manifestó como promedio 2 a 1 en el campo y pequeños núcleos urbanos de Estados Unidos.
Según la agencia de investigación Edison Research, el 62 % de los habitantes del «entorno rural” votó por el empresario.
Trump logró sus mayores márgenes entre los hombres blancos de las zonas rurales (72%) y superó a Hillary Clinton por 28 puntos entre las mujeres blancas de las zonas rurales, un logro asombroso para un hombre que abiertamente alardeó de conductas sexuales inapropiadas y que se enfrentaba a la primera mujer candidata a la presidencia del país.
Sin embargo, el comportamiento del electorado rural blanco no puede darse por sentado, y el escenario para las próximas elecciones puede ser muy distinto.
Michael Snyder, un escritor y activista político estadounidense, publicó un análisis en el que el aborda la situación de los granjeros y proyecta una visión negativa para las aspiraciones del Mandatario estadounidense.
Planteó que la deuda promedio de una granja en EE. UU. es de 1,3 millones de dólares y sus dueños enfrentan la peor crisis agrícola de la historia moderna, solo comparable con la Gran Depresión de los años 30.
Incluso, la morosidad de los créditos concedidos para la producción agrícola alcanzó máximos de 2011 en el primer trimestre de este año, según reveló esta semana la agencia de calificación Moody’s.
La situación afecta a estados agrícolas como Minnesota, Iowa, Kentucky, que son claves para Trump a nivel electoral.
Los bajos ingresos y los altos niveles de deuda agrícola se dispararon por las lluvias e inundaciones que impidieron la siembra de miles de hectáreas.
La deuda también se incrementó luego de que el Gobierno de China, el gran receptor de productos del agro estadounidense como la soja y el maíz, ha reducido drásticamente las importaciones debido a la guerra comercial aplicada por la administración Trump.
Snyder destacó que los agricultores de soja han visto cómo la demanda de sus cultivos se derrumba por completo. En los últimos años, China compró aproximadamente el 60 % de todas sus exportaciones de soja, que hoy espera en los silos sin posibilidades de salir al mercado.
Las exportaciones de soja de EE. UU. a China han caído más de 80 % desde 2018, mientras que competidores suramericanos, como Brasil y Argentina, ganan participación en el mercado del gigante asiático.
Efectos de la guerra comercial
Si bien el Gobierno de Trump ha otorgado subsidios por el orden de los 30.000 millones de dólares para compensar las pérdidas ocasionadas a los productores agrícolas por los aranceles impuestos por China, a modo de represalia contra la guerra comercial, esta medida no cambia la situación crítica que atraviesa este sector.
Lynn Rohrscheib, presidenta de la Asociación de soja de Illinois, indicó que las ayudas económica no alcanzan a reparar el daño.
“La mayoría de los agricultores simplemente no queremos esa ayuda, lo que nos interesa es poder hacer crecer nuestros cultivos y recibir un precio justo por eso”, indicó en declaraciones a Bloomberg.
“Los agricultores estadounidenses llevan meses en la primera línea de fuego de la guerra comercial internacional que inició la administración Trump”, señaló Davie Stephens, agricultor de Kentucky y vicepresidente de la Asociación Americana de Soja.
Mientras que el analista político, Chris Jackson, aseguró que, si bien, “la retórica de Donald Trump contra el libre comercio fue una de sus primeras líneas de aplausos en 2016, la guerra comercial con China que lanzó su gobierno ha afectado a muchos de los mismos agricultores y obreros que lo eligieron para el cargo”.
Lo cierto es que la mayoría de los agricultores manifiesta que quieren «comercio, no ayudas» y esperan que Washington firme cuanto antes un acuerdo con Pekín que ponga fin al conflicto.
Futuro del sector agrícola en EE. UU.
Según el análisis de Michael Snyder, la guerra emprendida por la Casa Blanca tendrá efectos devastadores, y más si finalmente se llega a un acuerdo comercial, es poco probable que toda esa demanda vuelva alguna vez.
Por lo tanto, en un futuro previsible, los agricultores estadounidenses se enfrentarán a mercados más débiles y a precios más bajos, y eso será la gota que colme el vaso para muchos de ellos decidan no apoyar al actual presidente en los próximos comicios.
En analista advirtió que es poco realista pensar que todos estos agricultores se recuperarán de alguna manera el próximo año.
“Es muy dudoso que haya algún tipo de acuerdo comercial con China antes de las elecciones presidenciales de 2020, y las pautas meteorológicas mundiales no van a ser más estables”, dijo.
Subrayó que lamentablemente “es totalmente posible que el próximo año sea aún más difícil para los agricultores estadounidenses que este año, lo que pudiera traducirse en un alejamiento del voto rural para Trump en noviembre de 2020 y erosionar su plan de reelección, donde el mensaje de la presunta bonanza económica marcha hacia el despeñadero”.
El acuerdo comercial con Japón puede ser un paliativo y una oferta para intentar captar votos, pero el daño que ha hecho Trump y sus políticas proteccionistas a la economía mundial, y la de su propio país, no es algo sencillo de remediar.