Dos extranjeros fueron detenidos este martes en el aeropuerto Ataturk de la ciudad turca, Estambul, por su presunta vinculación con el ataque a la discoteca Reina que dejó unos 39 muertos y 69 heridos.
Hasta el momento, han sido arrestadas 14 personas por sus posibles vínculos con el ataque ocurrido la madrugada del 1° de enero, en el que un hombre armado irrumpió con un fusil de asalto, abrió fuego contra la multitud y luego escapó.
Las fuerzas de seguridad de Turquía están en la búsqueda del tirador, que presuntamente se llama Lakhe Mashrapov, un nacional de Kirguistán de 28 años. Varios medios locales aseguran que la familia del atacante está custodiada por la policía.
Sin embargo, las informaciones a esta hora aún son confundidas y siguen habiendo fuentes que aseguran que el joven procede de una región del noroeste de la China, poblada por uigures, de religión musulmana y con una lengua parecida al turco.
El atentado fue reivindicado por el Daesh (Estado Islámico), por medio de un comunicado en el que advierten al «Gobierno apóstata de Turquía» que «la sangre de los musulmanes que se está derramando por los bombardeos de sus aviones va a convertirse en fuego en su propia casa».
Mientras tanto, el mandatario turco asegura que los últimos ataque buscan desestabilizar a la nación.
No es habitual que la organización reivindique los atentados en territorio turco, pero el papel del ejecutivo de Erdogan en la guerra siria permite interpretar este atentado como una advertencia.
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