Un atentado terrorista contra una cafetería deja 18 muertos en Burkina Faso

 Al menos 18 personas de seis nacionalidades diferentes, entre ellas varios menores de edad, han muerto en un atentado terrorista perpetrado por dos hombres armados que dispararon contra los clientes de una céntrica cafetería de Uagadugú, capital de Burkina Faso

Un atentado terrorista contra una cafetería deja 18 muertos en Burkina Faso

Autor: Jose Robredo

 Al menos 18 personas de seis nacionalidades diferentes, entre ellas varios menores de edad, han muerto en un atentado terrorista perpetrado por dos hombres armados que dispararon contra los clientes de una céntrica cafetería de Uagadugú, capital de Burkina Faso.

El ataque tuvo lugar anoche sobre las 21.00 (hora local y GMT) en una cafetería de la avenida Kwame Nkrumah, donde los terroristas abrieron primero fuego desde el exterior y luego en su interior, donde se atrincheraron.

La Policía desplegó una operación que se prolongó durante unas ocho horas, hasta casi el amanecer, cuando los agentes abatieron a los terroristas.

Según ha confirmado el Gobierno, hay víctimas mortales de seis nacionalidades distintas: Francia, Turquía, Níger, Kuwait, Etiopía y Burkina Faso.

Asimismo, entre los heridos hay al menos tres agentes de las fuerzas de seguridad, indicó el capitán de la Policía Guy Ye.

El ministro de Comunicaciones y portavoz del Gobierno, Remis Dandjinou, explicó que la Policía está tratando de encontrar elementos que les permitan identificar a todos los fallecidos en el lugar de los hechos.

«Oí un ruido cuando estrellaron su moto contra un coche. Antes de que supiera qué pasaba, empezaron a disparar a los clientes que estaban en la terraza», relató a Efe Assane Guebre, un limpiabotas que se encontraba en la zona en el momento del atentado.

«Estaban muy cerca. Todavía no sé cómo no me dispararon a mí primero», añade Assane con las manos temblando y heridas causadas por los cristales del suelo, donde se arrojó para evitar las balas.

Los agresores eran «dos jóvenes» que escondían armas en sus chaquetas, asegura.

Una de las trabajadoras de la cafetería, Amy Sawadogo, sigue conmocionada pese a los esfuerzos de los psicólogos del centro de crisis establecido por las autoridades.

«Solo quiero ir al hospital y ver quién sigue vivo», dice. «Estoy llamando a mis compañeros de trabajo en vano, sin respuesta».

El Gobierno ha abierto una investigación para aclarar los hechos, y el presidente del país, Roch Marc Christian Kaboré, condenó enérgicamente el ataque, dio su condolencia a las familias de las víctimas y deseó la pronta recuperación de los heridos.

«El valiente pueblo de Burkina Faso opondrá una resistencia sin concesiones al terrorismo y a los enemigos del progreso de nuestra patria», escribió en su cuenta de Twitter el mandatario.

Asimismo, la Unión Europea (UE) lamentó que Burkina Faso volviera a ser una vez más el objetivo de «ataques terroristas indiscriminados» y reiteró su apoyo a los países del Sahel en su lucha contra el terrorismo.

No es la primera vez que esta zona de Uagadugú, y en concreto la avenida Kwame Nkrumah, es objetivo de los terroristas: en enero de 2016, un comando de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) atacó la cafetería Cappuccino y el hotel Splendid, acabando con la vida de 30 personas de 18 nacionalidades.

El Cappuccino reabrió sus puertas el pasado mes de junio, aunque esta vez con diversas medidas de seguridad, entre las que destacan cristales antibalas.

Burkina Faso ha sido víctima de frecuentes ataques terroristas durante los dos últimos años, en los que han muerto al menos 60 personas, según el balance del Gobierno.

Las embajadas de Francia y Estados Unidos advierten del peligro que supone visitar la parte norte de este país de África occidental, donde un predicador local, Ibrahim Malam Dicko, ha creado una nueva organización terrorista, llamada Ansarou Islam.

Tras comenzar atacando a la Policía y a los militares en busca de armas, los terroristas de la zona han vuelto sus miras hacia los civiles, y decenas de escuelas se han cerrado después de que sus maestros recibieran amenazas pidiéndoles que enseñaran el Corán o se fueran.


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