En efecto, el tema de la muerte, funeraria, urnas, cementerio, y todo lo relacionado con los trámites para darle santa sepultura a los restos físicos de los seres queridos o propios hace que, inconscientemente y/o en forma natural, se venga a la mente el color negro e imágenes oscuras, y aunque a muchos no les guste hablar de este asunto, en un momento determinado siempre se ve relacionado con el mismo, pues, “La muerte es lo uno que tenemos seguro en la vida” recita el viejo y cierto refrán.

Las urnas Bio

Hoy en día, existe una alternativa que va a permitir reemplazar el color negro por el majestuoso verde ecológico. Las urnas bio-degradables son una iniciativa que plantea romper los paradigmas de la estructura para la sepultura tradicional del hemisferio occidental, contribuyendo a la conservación del medio ambiente y favoreciendo la vida con la siembra de árboles.

La industria en la que se ha convertido el sistema de servicios funerarios rebasa las condiciones económicas de las grandes mayorías, las urnas bios reducen costos dentro de dicha estructura, oscilan entre 120€  y 180€, esta alternativa permite tener a tu mascota o tus seres queridos en un bosque, una montaña o bajo tu cuidado en el jardín de tu casa.

¿Cómo se usan las urnas Bio?

El método de los féretros ecológicos consiste en colocar la semilla en la parte superior de ésta, que está especialmente diseñada para que esta germine. Antes de enterrar la urna, es necesario mezclar los restos con un poco de tierra del lugar donde quieres que crezca el árbol. Una vez mezclados con la tierra, los componentes facilitarán de forma natural el proceso de crecimiento de la semilla.

La forma está determinada por la función. Gracias a su estructura, la urna Bios mantiene a la semilla separada de las cenizas. El árbol crece en el compartimiento superior de la urna, hasta que ésta empieza a degradarse. Luego, tanto la urna como su contenido se transforman en tierra fertilizada para el crecimiento del árbol.

A pesar de no notarlo, los métodos convencionales de darle descanso a los restos físicos de las personas es altamente contaminante para nuestro planeta. La necrópolis, incluido el embalsamamiento y todos los tratamientos químicos necesarios para preparar preservar el cuerpo, es una fuente de contaminantes ambientales. El arsénico, el formaldehído y el mercurio se han descubierto en las aguas subterráneas de los cementerios ya que a través de los ataúdes en la descomposición de la carne estos pueden filtrar los contaminantes.