Si el cambio climático y las pandemias despiertan interrogantes acerca del futuro cercano de la humanidad, el hipotético y latente uso del 1% del arsenal nuclear en stock causaría una crisis alimentaria jamás pensada por el hombre, según proyecciones de especialistas en la materia.
En el mundo actualmente hay diez países que han detonado satisfactoriamente armas nucleares, cinco de ellos están considerados “Estados nuclearmente armados”, un estatus reconocido internacionalmente otorgado por el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT por Non-Proliferation Treaty, en inglés), pero los bombardeos atómicos más recordados en la historia de la humanidad son el de Hiroshima y Nagasaki, ataques ordenados por Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio del Japón, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente.
Y a pesar de los esfuerzos por un desarme nuclear de todo el mundo, uno de los objetivos tan antiguos como prioritarios para Naciones Unidas, en el mundo existen aún unas 14.465 armas nucleares, según los últimos datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), publicados a finales del 2018.
Un equipo dirigido por Jonas Jägermeyr, de la Universidad de Chicago y el Instituto Goddard de la NASA para Estudios Espaciales, advierte que un conflicto bélico que utilice el mínimo porcentaje de su armamento nuclear disponible tendría un impacto ambiental significativo, causando que el planeta se enfríe rápidamente mientras causa estragos en los sistemas de producción de alimentos del mundo.
Caso hipotético
Algunos especialistas se han dado la tarea de analizar las posibles consecuencias de un hipotético conflicto nuclear limitado a una región del mundo, utilizando modelos informáticos climáticos, agrícolas y económicos. Los resultados son alarmantes desde cualquier punto de vista.
La ONU recuerda que, a día de hoy, no se ha destruido físicamente ni una sola arma nuclear de conformidad con ningún tratado ni hay negociaciones en marcha sobre esta cuestión.
Según sus cálculos, «más de la mitad de la población mundial aún vive en países que, o bien tienen este tipo de armas o son miembros de alianzas nucleares».
Y de acuerdo con Jägermeyr, «hay una nueva carrera armamentista nuclear mundial en curso, ya que muchos países están invirtiendo en renovar sus arsenales”.
Además, todos los tratados que controlan las armas nucleares ya expiraron, el tratado que queda expira dos meses después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos sin ningún esfuerzo de renovación.
Las naciones que hacen gala de su armamento nuclear son ningún tipo de prurito son Estados Unidos de América, la Federación Rusa, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, la República Francesa y la República Popular de China.
Otros tres países no firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear han realizado pruebas nucleares: India, Pakistán y Corea del Norte. Además de estos, existen suficientes indicios de que Israel posea un arsenal de armas nucleares.
¿Quién dispara primero?
Actualmente, las tensiones entre potencias mundiales que disponen de bombas atómicas son extremadamente altas y, de hecho, se han intensificado varias veces. Así, Pakistán e India, China y Corea del Norte están alimentando una carrera armamentista nuclear.
El escenario de conflicto nuclear plausible que los investigadores examinaron involucraría alrededor de 100 bombas con alrededor de 15 kilotones de poder explosivo, aproximadamente equivalente al que se arrojó sobre Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien esto puede parecer mucho, es solo el 0.7 por ciento del arsenal global y alrededor del 30 por ciento del arsenal combinado de India y Pakistán.
Según los investigadores, este conflicto provocaría incendios generalizados, liberando 5 millones de toneladas de carbono negro en la atmósfera superior. Esto causaría grandes conmociones en el clima global, superando erupciones volcánicas históricas como la del Monte Tambora (Indonesia) en 1815, lo que condujo a la pérdida generalizada de cultivos, el hambre y las dificultades económicas.
En particular, la temperatura media global se reduciría en casi 2 ° C y las precipitaciones se reducirían en un ocho por ciento durante al menos los primeros cinco años después del conflicto.
“Incluso una guerra nuclear limitada tiene implicaciones sorprendentemente significativas para la seguridad alimentaria mundial, ya que el enfriamiento repentino es perjudicial para la producción de cultivos en latitudes más altas, donde se encuentran nuestros graneros mundiales; es decir, Estados Unidos, Canadá, Europa, Rusia y China, lo que causa pérdidas de alimentos sin precedentes en la historia documentada”, según alerta Jägermeyr.
Desafortunadamente, los especialistas aseveran que no existe un conflicto nuclear limitado, pues “tan pronto como las emisiones de hollín alcanzan la estratosfera, las implicaciones se desarrollan globalmente y afectan la producción de alimentos en los países que poseen la mayor parte del arsenal nuclear global; es decir, Estados Unidos, Francia, Rusia y China”.
Los investigadores dicen que si bien las reservas mundiales de alimentos actuales amortiguarían en gran medida las pérdidas de producción en el primer año después del conflicto, las pérdidas sostenidas en los años dos a cinco las agotarían por completo, reduciendo la disponibilidad de alimentos en más del 20 por ciento en 71 países, con una población total de alrededor de 1.3 billones.
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