De los fragmentos de las conversaciones publicadas por Ekathimerini se puede construir un relato tan intrigante como surrealista: Varufakis habría ordenado piratear los ordenadores de su propio ministerio para “secuestrar” los números de identificación fiscal de ciudadanos y empresas y así poner en marcha un sistema de banca paralela. Todo, con el objetivo último de poder “pulsar un botón” y cambiar la divisa del país “de la noche a la mañana”. Sin embargo, el verdadero escándalo se encuentra detrás de la cortina literaria que el relato se empeña en sugerir: la troika controlaría el software de los sistemas informáticos de la agencia tributaria helena.
El plan secreto
Aunque a pocos días de su salida del Gobierno Varufakis declaró en diversos medios que, en efecto, su ministerio había conformado un pequeño equipo en secreto para desarrollar un plan de contingencia de cara a una crisis que pudiera llevar al país a tener que emitir su propia divisa, el plan nunca llegó a ser elaborado por completo. Lo anterior, debido a que, en primer lugar, el desarrollo minucioso de dicho plan requería involucrar a un equipo humano de cientos de personas que difícilmente permitiría mantenerlo en secreto. Varufakis sabía que se arriesgaba a que se desencadenara el pánico; es decir, dar pie a una profecía auto cumplida. En segundo lugar, Varufakis pensaba que si bien estar preparado era responsable, sobre todo ante la amenaza latente del BCE de cerrar el grifo a la banca helena, tal y como luego ocurrió, la activación de ese plan aún estaba fuera del mandato del Gobierno. Finalmente, la noche del pasado 5 de julio, cuando volvió a encontrarse con Tsipras, tras haber compartido en las calles de Atenas el júbilo por la victoria del no en el referendo sobre las políticas de la troika celebrado horas antes, el primer ministro desautorizó a Varufakis a seguir adelante con la estrategia de negociación que hasta entonces el todavía ministro de Finanzas había trazado con el beneplácito del primero. Tsipras capitulaba y Varufakis respondía con su dimisión a las pocas horas.
Para el ex ministro, desde hace tiempo se está descontextualizando su acción de gobierno y su labor en las negociaciones con las instituciones para construir un relato en el que parezca que en realidad él estaba operando a favor del Grexit desde el principio. Lo anterior, en lugar de lo que Varufakis manifiesta que ha sido siempre su objetivo primordial: lograr el mejor acuerdo con los acreedores del país dentro del euro y erradicar las políticas que considera nocivas tanto para Grecia como para el resto de los países de la unión monetaria.
En uno de los fragmentos de la teleconferencia que Kathimerini reproduce, Varufakis advierte que encomendó a un amigo y experto informático de la Universidad de Columbia penetrar el software de la agencia tributaria de su propio país, pues dicho software “pertenece a la troika”. Es decir, los datos fiscales, bancarios y demás información confidencial de personas y empresas en poder del organismo tributario nacional estarían a disposición del BCE, el FMI y la CE. Un hecho que según las palabras que el diario heleno atribuye a Varufakis, y que éste no desmiente, “es como si la Hacienda inglesa fuera controlada por Bruselas”, y añ ade, “supongo que al oír estas palabras se les ponen los pelos de punta”.