Veteranos de Irak y Afganistán confiesan: «Las guerras son fábricas de terroristas»

Ex combatientes y veteranos, que ahora son activistas anti guerra, relatan arrepentidos los actos perpetrados durante las campañas en medio oriente.

Veteranos de Irak y Afganistán confiesan: «Las guerras son fábricas de terroristas»

Autor: Pato Lakes

Marines hang-out in the recreation area at the Wounded Warriers barracks aboard Camp Pendleton on Wednesday, January 12,2011 in Oceanside, California. The barracks is a recovery and rehabilitation center for marines who were injured while fighting in Iraq and Afghanistan. Marines

Después de los ataques en Bruselas y París, las llamadas han acrecentado el aumento de la fuerza militar contra ISIS. Al mismo tiempo, se han introducido las infracciones draconianas a las libertades civiles en los Estados Unidos y Europa en un intento de combatir el radicalismo islámico y el terrorismo.

Lo que en gran medida está omitido en la discusión, particularmente a través de los grandes medios de comunicación, es el terrorismo de Estado y su responsabilidad en la brutalidad y la rabia que han alimentando directamente los ataques terroristas.

Los estudios han sugerido que la guerra contra el terrorismo en Afganistán, Irak y Pakistán ha dado lugar a dos millones de víctimas. Se sugiere que la combinación de asesinatos directos, la devastación de la infraestructura civil y el impacto a largo plazo de las privaciones impuesta por la guerra podrían constituir la causal de alrededor de cuatro millones de muertes. Sin embargo, gracias al silencio de los medios, la mayoría de las personas tienen poca idea del impacto que el militarismo de Estados Unidos y Gran Bretaña está acarreando.

Una fábrica de producción de terroristas

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Para entender los ataques como el de Bruselas, es necesario identificar la raíz del problema. El poder letal indiscriminado de los militares estadounidenses, 15 años en Afganistán y 13 años en Irak han creado las condiciones combustibles para el terror de los ataques en Occidente.

La realidad de las atrocidades Estados Unidos en Irak y Afganistán rara vez se reconoce y se pone de relieve en una discusión entre dos veteranos de combate, Michael Hanes y Rory Fanning.

Estos hombres admiten que su entrenamiento militar les ha condicionado para ver a la gente como sub-humanos, recordando que durante su servicio no era raro escuchar referirse a sus blancos como «negro de arena, bárbaro y terrorista».

Michael Hanes sirvió en la Marina de EE.UU. durante diez años y participó en redadas de acción directa en Bagdad en 2003. «Estaba en la invasión de Irak y nos hizo subir a Bagdad. Las cosas se volvieron muy reales para mí cuando comenzamos a patear puertas y nos precipitabamos en las casas  para aterrorizar a estas personas», dijo. «Yo diría que probablemente el 50% o más de la inteligencia que nos dieron estaba equivocada».

Y agregó: «al estallar estas puertas se llega a la casa de una familia y hay mujeres ancianas y niñas de tres o cuatro años de edad, que acababan gritando aterrorizados y, literalmente, se hacían pis en los pantalones. Entonces terminabamos agarrando a la abuela y lanzándola contra la pared para interrogarla».

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Hanes dijo que la cantidad de «daño colateral» en Irak era enorme y no es diferente de los ataques con aviones no tripulados de hoy en día. El activista, que ahora trabaja para Veteranos por la Paz, continuó con su declaración: «francamente es una fábrica productora de terroristas. Si pierde su hijo, su madre o cualquiera de los miembros de su familia quedas dispuesto a hacer cualquier cosa. Personalmente, si pierdo a mi hijo estaría desesperado, ¿qué haría? Es fácil entender por qué alguien podría atar una bomba a sí mismo e ir inmolarse».

Rory Fanning, otro veterano, sirvió en dos despliegues en Afganistán entre 2002 y 2004. Ahora es una activista anti guerra y anti Donald Trump, incluso recientemente ayudó a deteriorar la carrera en Chicago del bullado candidato presidencial.

También miembro de Veteranos por la Paz, Fanning describió su despliegue poco después de la ocupación de Afganistán a finales de 2002:
«Lo que yo no sabía que al entrar en el país era que los talibanes se habían rendido esencialmente después del asalto inicial por la Fuerza Aérea y las Fuerzas Especiales. Nuestro trabajo era esencialmente para «dibujar» que los talibanes estaban de nuevo en la lucha».

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En una explicación de por qué estos hechos escalofriantes fueron la estrategia norteamericana, continuó: «Debido a que la rendición no era lo suficientemente buena para nuestros políticos después del 9/11. Quisimos sangre. Queríamos un recuento de cabezas y no nos importaba  de quienes eran».

Afirma, además, que se destinaron importantes recursos para pagar afganos desesperados que se señalasen como miembros del Talibán. Fanning relata que en un Afganistán asolado por la pobreza, la mayoría de la gente haría cualquier cosa para poner comida en la mesa. «Nosotros estábamos maquillando a personas que no tenían ningún tipo de participación en la lucha y en la guerra. Estábamos creando enemigos», aseveró.

Al describir lo que sucedió después, Fanning dijo: «Íbamos al lado de sus casas, a la tierra de sus vecinos. Les poníamos una bolsa en la cabeza de cada persona en edad militar, fuesen miembros o no de los talibanes. Dabamos dinero a la persona que los identificó y, así, esa misma persona también podía apropiarse de la propiedad de su vecino».

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Fanning afirmó que se enlistó para el servicio militar después del 9/11 porque esperaba prevenir otro ataque. Poco después de entrar en Afganistán, sin embargo, se dio cuenta de que estaba creando condiciones propicias para más terrorismo contra Estados Unidos. Dijo que el tomar concienca de lo que estaba haciendo fue una píldora difícil de tragar.

Señalando a posibles futuros ataques contra países que los Estados Unidos aún no están en guerra, el activista fue muy crítico con todos los candidatos a las elecciones de su país, agregando: «pasamos 10 veces la cantidad de dinero que gastamos en educación sólo en nuestras fuerzas armadas. Tenemos 700 bases militares en todo el mundo. Hemos tenido operaciones militares en 49 de los 54 países africanos desde 2011. ¿Por qué no hay nadie hablando de estas cosas?».

Al regresar de la guerra, muchos veteranos están haciendo frente a un trauma importante provocado por el aislamiento que enfrentan muchos, la ira y la dificultad de tratar de reconciliar la realidad de lo que han hecho con la retórica nacionalista que acompaña el servicio militar.

A U.S. Marine from 3rd Battalion, 6th Marine Regiment sits alone after a patrol in Marjah in Afghanistan's Helmand province Friday, Feb. 19, 2010. (AP Photo/David Guttenfelder)

Fanning dice que la evidencia de esto se puede ver en numerosos estudios, algunos de los cuales informan de que el 20% de los veteranos de Irak y Afganistán tienen trastorno de estrés postraumático y, o, depresión. En promedio 22 veteranos se suicidan diariamente.

Chris Hedges, un paciente con que padece de traumas post guerra, confesó:
«el peor trastorno de estrés postraumático no es causado tanto por lo que vio, sino que por lo que hizo».


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