Y yo me pregunto, ¿por qué calla todo el mundo?

A través de internet, el ucraniano Igor Rozovsky manifestó su preocupación por la situación que vive su país. “En mi ciudad ocurrió algo que no pasó ni cuando estuvimos ocupados por la Alemania nazi” fueron algunas de sus palabras.

Y yo me pregunto, ¿por qué calla todo el mundo?

Autor: Nicolas Curi

Son muchas las versiones que rondan sobre el origen del incendio ocurrido en La Casa de los Sindicatos, donde murieron 46 personas y otras 200 resultaron heridas.  Los medios de comunicación han entregado diferentes antecedentes al respecto, balanceando la responsabilidad hacia los activistas a favor de la autonomía de la región.

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El gobierno de Kiev y los ultranacionalistas del Sector Derecho culparon a los defensores de la ciudad, otros medios de comunicación entregaron solamente los datos del hecho sin indagar en la sucesión de episodios que llevaron a ese fatal desenlace. Mientras que por otra parte, y fundados en el registro audiovisual que se tiene, algunas redes de comunicación alternativas han postulado  que los radicales probugernamentales fueron quienes lanzaron bombas molotov  la casa Sindical, dejando atrapadas durante horas a quienes se encontraban en el lugar.

El médico Igor Rozovsky, trabajador del servicio de urgencias en el hospital de Odessa, redactó unas palabras con respecto a la situación que hoy mantiene al mundo sumido en la tensión armamentista.

“Hola, me llamo Igor Rozovsky. Tengo 39 años y vivo en la ciudad de Odessa. Llevo 15 años trabajando como médico en el servicio de urgencias.

Como todos saben, nuestra ciudad conoció una tragedia sin precendetes donde unas personas mataron a otras. Mataron con saña, quemándolas vivas. No estaban ebrios, no lo hicieron por herencia de su abuela, sino porque las víctimas no compartían sus visiones políticas nacionalistas. Por eso primero les pegaron y luego las quemaron.

Como médico rápidamente me apresuré a ayudar a aquellos que aún se podían salvar, pero me pararon los matones y no me dejaron asistir a un herido. Uno de ellos me empujó y me aseguró que pronto mi destino y el destino de los demás judíos de Odessa será el mismo.

Vi a un chico que se podría haber salvado, ojala lo hubiese llevado al hospital, pero todas mis peticiones acabaron con un golpe en la cara y la pérdida de mis gafas.

En mi ciudad ocurrió algo que no pasó ni cuando estuvimos ocupados por los nazis alemanes.

Y yo me pregunto, ¿por qué calla todo el mundo?


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