El cantante hizo gala del cancionero popular que tributa en su EP “Sara” que presentó en vivo en la Sala CEINA este jueves, con invitados para todos los gustos, con una banda que desplegó el acompañamiento acorde a un sonido enquistado en la memoria de cómo se interpretan estas canciones -digamos- históricas.
Por Rodrigo Álvarez A.
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“Este disco está dedicado a mi madre, quien no pudo estar aquí hoy, porque fue sometida a una operación, le pusieron un marcapasos” dijo Pierattini, mientras una persona en la platea “strimeaba” la presentación del hijo pródigo a su madre postrada, pero atenta, según fisgoneamos por una casualidad: estábamos sentados justo detrás.
Con un teatro CEINA lleno Ángelo Pierattini presentó su EP “Sara” donde tributa versiones de las canciones populares y baladas como “Mi Prisionera” o una arriesgada versión de “Something”, que George Harrison aportará al “Abbey Road” de The Beatles, llamada aquí, lógicamente “Algo” y que contó con Catalina Plaza en la segunda voz.
El show tuvo hartos invitados, harta verborrea del cantor, pero mucha naturalidad y confianza con el público, al punto que en un momento un “tenor pehuenche” cantó desde la galucha una larga frase del remate en un tema: “todo el odio inmortal, que me acompaña” que causó risa provocando que él mismo se presentará con un grito de tenor. Pierattini se río, festejó y siguió como lo hizo toda la noche con un repertorio rico de tintes y que tributaba a una boite antigua, porteña o a esos salones de canturreo, donde se corea garganta en cuello.
Todo partió con 20 minutos de retraso, pero con la sorpresa del músico entrando muy suelto de cuerpo entre el público, cantando a capela “El Cigarrito” de Víctor Jara. Luego, ya en el escenario, rápidamente corrieron una serie de canciones del Pierattini solista, lejano a su banda matriz Weichafe, donde destacaron el arreglador del disco, el guitarrista Martin Silva, y Dominga Corrales en acordeón, dos instrumentos claves en el show. La guitarra de Silva, de punteos bolereados propios de la guitarra de palo -como el Trío Inspiracion o Los Panchos- y que le da carácter a la propuesta musical de canción desgarrada.
Aquí el comentarista especializado anotando en la platea sobre la voz de Pieratini, a veces al límite pero que sale jugando con la maestría de quien sabe el código de este repertorio, y luciendo sus solos de guitarra eléctrica tan logrados como aplaudidos: “No se me pongan tibios… este concierto es para celebrar”, dice pasándolo bien.
Luego los invitados, larga lista (así se presentaba el show: “+ invitados”): el dúo Pajaritos, Masquemusica, Javier Barría y el gran Joe Vasconcellos, que el suscrito no alcanzó a ver por un compromiso adquirido con anterioridad, que me obligó a un retiro del tipo bomba de humo.
En conclusión, show correcto de buenas canciones, en una puesta en escena que podría haber tenido un mejor acompañamiento de luces (a veces se agradece que no haya pantalla), y con un Ángelo Pierattini sólido en una propuesta solista tan distinta al rock más duro que le conocíamos, instrumentista acabado además, y con una impronta escénica que bien nos hizo recordar la figura de Buddy Richard. Y el teatro, la sala CEINA, que suena bien, que es cómodo, que hay que ir.