Este día se conmemora el «Día de la Raza», una fecha que marca el encuentro entre los pueblos indígenas de América y los europeos, tras la llegada de Cristóbal Colón a la isla de Guanahaní en 1492. Sin embargo, esta conmemoración debe ser replanteada, ya que el evento no unificó a las culturas, sino que estableció un régimen de discriminación y violencia que persiste hasta nuestros días.
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Rememorar este hecho histórico como un momento de unidad es engañoso, dado que desencadenó un colonialismo desigual que ha dejado cicatrices profundas en la identidad social y cultural de México. Debemos repensar esta fecha como el encuentro de diversas culturas que inició una nueva sociedad, pero también como el principio de un legado de desigualdad y racismo.
El concepto de «Día de la Raza» fue propuesto a principios del siglo XX como una forma de celebrar la unión de Iberoamérica. Sin embargo, en la actualidad, se enfrenta a críticas por su falta de reconocimiento de las injusticias históricas infligidas a los pueblos indígenas. José Vasconcelos, quien popularizó la idea de un sincretismo cultural en 1928, lo hizo en un contexto donde se buscaba justicia social tras la Revolución Mexicana. El contexto actual de neoliberalismo ha vaciado esta promesa de unificación social.
Este tema ha generado mucha polémica, pero también es una oportunidad para profundizar en nuestras raíces y entender las complejidades de nuestra identidad como nación. La sociedad debe reconsiderar el significado de esta fecha en el contexto actual.
Así, el 12 de octubre no solo es un día de memoria, sino también un llamado a la reflexión crítica sobre el pasado y su repercusión en la construcción de un futuro más inclusivo.
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