En un movimiento que ha sido duramente cuestionado por diversos sectores políticos y sociales, el presidente municipal de Tehuacán, Alejandro Barroso Chávez, ha sido señalado por intentar consolidar un control autoritario dentro del Cabildo, mediante propuestas que atentan directamente contra la libertad de expresión y el ejercicio democrático de sus regidores.
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A través de una polémica iniciativa para modificar el Reglamento Interior del Cabildo, Barroso busca atribuirse facultades que le permitirían silenciar voces disidentes al interior del gobierno municipal. Entre las medidas propuestas se encuentra la potestad de negar la palabra a los regidores, prohibir el uso de teléfonos celulares durante las sesiones, e incluso ordenar su desalojo si considera que alteran el orden, todo sin que se permita el debate sobre estas acciones.
Pero las intenciones del edil no se limitan al control dentro del Cabildo. Días antes, el 10 de marzo, la Coordinación de Comunicación Social del Ayuntamiento, bajo la dirección de Josué Bautista Pimentel, emitió un oficio que instruye a los funcionarios municipales a no emitir declaraciones a medios de comunicación sin la autorización previa de dicha oficina. La medida, que fue enviada a regidores, la Tesorería, la Secretaría General, Sindicatura, así como a otras áreas clave del ayuntamiento, condiciona el contacto con la prensa y restringe el flujo de información pública.
Aunque el gobierno municipal intenta justificar estas acciones con el argumento de “evitar la desinformación” y garantizar información “veraz y puntual”, lo cierto es que estas medidas han sido percibidas como un claro intento por controlar el discurso público y acallar críticas al interior del Ayuntamiento.
Con estas propuestas, Barroso no solo amenaza con socavar los principios democráticos que rigen al Cabildo, sino que también abre la puerta a una administración donde prevalezca la opacidad y el castigo a la disidencia. En lugar de fomentar el diálogo y la transparencia, el edil parece decidido a convertir el Ayuntamiento en un espacio de control unipersonal, donde la crítica no tenga cabida y la voz del resto de los regidores quede subordinada a su voluntad.
Foto: Redes
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