El Huerto Organopónico Bolívar 1, fundado en 2003 por Hugo Chávez Frías, sirve de buque insignia de la agricultura urbana en Caracas, empleando métodos de inspiración cubana para producir alimentos saludables, al tiempo que ofrece talleres educativos.
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El Huerto Organopónico Bolívar 1 es una parcela de 8 metros cuadrados en el centro de Caracas. Ubicado entre rascacielos de hormigón, este emblemático huerto produce diversos cultivos alimentarios con métodos de agricultura urbana de inspiración cubana, al tiempo que ofrece talleres educativos para adultos y niños. El proyecto Bolívar 1 está adscrito al Ministerio de Agricultura Urbana, que se encuentra a una corta distancia del huerto y depende de la Corporación Venezolana de Agricultura Urbana y Periurbana [CVAUP]. En esta entrevista, charlamos con Glenda Vivas, la coordinadora del proyecto, acerca de la historia de este proyecto, cómo responde a la crisis inducida por el bloqueo y sobre la necesidad mundial de pasarnos a la agricultura orgánica.
¿Puedes hablarnos de la historia del Huerto «Bolívar 1»? ¿Desde cuándo existe?
El Huerto Organopónico Bolívar 1 fue fundado por el Comandante Hugo Chávez Frías, el 31 de marzo de 2003. Se concibió como un prototipo o un semillero, por así decirlo, de agricultura urbana en Venezuela. Con este huerto, Chávez buscaba demostrar que muchos de nuestros terrenos urbanos vacíos podían producir cultivos alimentarios útiles y satisfacer las necesidades de la población.
El Huerto Bolívar 1, que está ubicado entre dos de las principales vías de Caracas, en la actualidad proporciona una variedad de alimentos saludables a los habitantes de la ciudad y sirve de centro educativo para la comunidad.
Con el tiempo, Bolívar 1 también se ha convertido en un centro de diversas iniciativas urbanas de producción de alimentos, tales como gallineros verticales, recintos para la cría de conejos y huertos hidropónicos. Resumiendo, el Huerto Bolívar 1 es una iniciativa que busca promover la soberanía alimentaria, que es algo particularmente importante en un país asediado.
¿Qué inspiró este proyecto y los métodos agroecológicos utilizados?
El Huerto Organopónico Bolívar 1 se remonta al año 2003, poco después del golpe de abril de 2002 y del sabotaje petrolero [ocurrido desde diciembre de 2002 a febrero de 2003]. Durante este tiempo, Chávez realizó visitas a Cuba, donde conoció las iniciativas de agricultura urbana que habían surgido durante el Período Especial. El modelo cubano le enseñó, y nos enseñó, que los terrenos urbanos baldíos pueden convertirse en un medio de resistencia frente a las agresiones imperialistas.
¿Hasta qué punto los huertos organopónicos de Venezuela siguen el modelo cubano?
Si bien el Organopónico Bolívar 1 se inspiró en gran medida en el modelo cubano, lo adaptamos a nuestras condiciones ambientales y a los recursos disponibles.
Una de las características clave de la agricultura organopónica cubana es la práctica del aporcado contenido. El aporcado consiste en crear lechos elevados de tierra en los que se plantan semillas o plántulas. Esta técnica favorece el drenaje, mejora la aireación de las raíces y ayuda a controlar las malezas.
Dado que la tierra buena es un recurso limitado en cualquier ciudad, a los cubanos se les ocurrió la idea de contener los aporques con cubiertas de amianto. Ahora bien, cabría preguntarse ¿por qué utilizaban cubiertas de amianto? Cuba estaba (y está) sometida a un bloqueo que limitaba la importación de muchos productos, así que construyeron sus huertos organopónicos con lo que tenían disponible.
En Venezuela, adaptamos el modelo cubano a nuestras circunstancias específicas. En primer lugar, hemos adaptado nuestra selección de cultivos y nuestras pautas de rotación a las características únicas de nuestro clima y suelo. En segundo lugar, en el momento de la construcción de este huerto, Venezuela aún no se había enfrentado a las sanciones, por lo que pudimos utilizar materiales de construcción convencionales para revestir los aporques, y así evitamos el uso de amianto.
Sin embargo, lo esencial es que los huertos organopónicos, tanto en Cuba como en Venezuela, son iniciativas eficientes en el uso de los recursos y comparten el objetivo estratégico de proporcionar alimentos a la población.
Aprendiste prácticas de agricultura urbana en Cuba. ¿Puedes contarnos algo más sobre tu formación?
Claro. Estudié en una escuela técnica agrícola en el estado de Táchira, pero después recibí una formación muy valiosa en agricultura urbana en Cuba. A pesar de las difíciles circunstancias, los cubanos han desarrollado un modelo sostenible de agricultura urbana que requiere un mínimo de recursos y logra rendimientos relativamente altos… ¡Incluso en terrenos baldíos! Esta técnica, conocida como huertos «organopónicos«, está muy extendida hoy en día en La Habana, donde se pueden ver muchos huertos floreciendo en la jungla de cemento de esa ciudad.
¿Cuántas personas trabajan contigo en el huerto organopónico Bolívar 1?
Coordino un equipo de 19 personas, siete de las cuales tienen capacidades diferentes. Nuestro equipo funciona como una unidad homogénea que se ocupa colectivamente de diversas tareas del huerto, como el compostaje, la preparación del suelo, la eliminación de malezas, la cosecha, la seguridad y la distribución de los productos.
¿Qué aporta el huerto, tanto cuantitativa como cualitativamente?
A lo largo de los años, hemos optimizado nuestras técnicas y métodos para maximizar la productividad y la sostenibilidad. Ahora podemos conseguir unos siete kilos de producto por metro cuadrado en cultivos de ciclo corto.
Con una superficie de 8283 metros cuadrados, Bolívar 1 cuenta con zonas diferenciadas, como la «Zona blanca» para verduras de hoja verde y la «Zona naranja» para otros cultivos de ciclo corto, como pimientos, puerros y cebolletas. Hay 150 canteros en total. A lo largo del borde este, tenemos un «conuco» tradicional [huerto de subsistencia] con cultivos perennes como el mango, la guanábana, el aguacate y el plátano.
También tenemos una serie de fosas de compostaje para mejorar la calidad del suelo y fabricar abono de humus. Por último, tenemos un vivero de 120 metros cuadrados donde podemos cultivar 28 000 plántulas a la vez. El 100 % de las plantas que cultivamos en Bolívar 1 proceden del vivero, pero este también alimenta otros huertos urbanos de Caracas.
Nuestra producción no contiene productos agroquímicos. No utilizamos fertilizantes industriales ni pesticidas químicos. En su lugar, fabricamos nuestros propios fertilizantes utilizando lechos de lombrices y utilizamos diversas plantas para mantener alejadas a las plagas, desde trampas de colores, como el uso de girasoles, hasta plantas medicinales que repelen a los insectos dañinos. Finalmente, hemos creado barreras contra el viento con caña de azúcar.
Gran parte de esto tiene que ver con prácticas de antaño que habían sido desplazadas por la agricultura convencional. Estas representan soluciones baratas y eficientes para producir alimentos saludables.
¿Cómo se distribuyen los productos naturales que salen de Bolívar 1?
Tenemos una pequeña tienda en la entrada para ventas directas a la comunidad que nos rodea. Además, colaboramos con las escuelas cercanas para distribuir los productos, lo que garantiza un mayor acceso de la comunidad. Más allá de eso, la «distribución» más importante que hacemos es correr la voz: la agricultura organopónica representa un desafío para la agroindustria, porque ofrece productos sostenibles y orgánicos, reduciendo así la huella de carbono y contribuyendo a la soberanía alimentaria. La agricultura organopónica consiste en proporcionar a las familias alimentos saludables y cultivados localmente.
Hace unos 20 años, cuando se fundó el Huerto Bolívar 1, mucha gente pensaba que los huertos organopónicos eran solo un capricho de Chávez, mientras que otros los veían simplemente como una adición decorativa al paisaje urbano. Sin embargo, la historia les ha demostrado que estaban equivocados, ya que el huerto resultó ser mucho más que eso. La agricultura urbana es una opción estratégica para la soberanía alimentaria.
¿Puedes explicar más sobre la importancia de las iniciativas organopónicas para un país que ha sido objeto de sanciones por parte de los Estados Unidos?
Los proyectos organopónicos unen las prácticas orgánicas con la agricultura urbana. La agricultura orgánica urbana ofrece un camino sostenible para la seguridad alimentaria, reduciendo la dependencia de los insumos importados y mitigando los efectos adversos de la agricultura convencional. También es mucho menos dependiente de los combustibles fósiles porque los alimentos viajan distancias más cortas y eliminamos las prácticas tóxicas peligrosas relacionadas con la agricultura convencional.
Esto último es muy importante para la humanidad, porque las tierras más fértiles del mundo ya están erosionadas por el abuso de agroquímicos. Si seguimos usando agroquímicos al ritmo actual, los rendimientos bajarán en los próximos 20 años.
El proyecto Bolívar 1 ha tenido sus altibajos. Curiosamente, su crecimiento más significativo se produjo en los últimos años. ¿Qué factores contribuyeron a esto?
Creo que la adversidad en sí fue lo que nos hizo crecer. Cuando las ganancias del petróleo eran abundantes y la economía estaba en auge, nos volvimos indiferentes. Sin embargo, con el inicio de las sanciones de los Estados Unidos, las cosas comenzaron a tomar fuerza. Y mira que no estoy hablando solo de Bolívar 1, estoy hablando de Venezuela en su totalidad. Cuando se establecieron las medidas coercitivas unilaterales, el pueblo pasó de la parálisis a la resiliencia y, en última instancia, a la resistencia. ¡Ahora nos estamos recuperando!
Tu equipo también promueve otras iniciativas de agricultura urbana. ¿Puedes hablarnos más de ellas?
Trabajamos con comunidades organizadas para reutilizar terrenos baldíos y convertirlos en huertos urbanos prósperos. Para ello, desarrollamos un plan integral con las comunidades, les ofrecemos capacitación y proporcionamos las plántulas.
Trabajamos con comunas como Ana Karina Rote, en San Martín, y la Asamblea de la «Asociación Viviendo Venezolano» Jorge Rodríguez Padre, en Antímano. Además, trabajamos con escuelas y tenemos como socios a aproximadamente 400 pequeños productores, que se dedican a la agricultura urbana.
¡Las iniciativas organopónicas empoderan a las comunidades a medida que toman el control de sus propias fuentes de alimentos!
¿Cuál es tu visión de este proyecto?
Nuestra misión es producir alimentos en armonía con la naturaleza, al tiempo que recuperamos los espacios urbanos de la explotación capitalista. Nuestras tareas aquí incluyen cuidar plántulas, nutrir plantas y cosechar productos. Sin embargo, también organizamos talleres para niños, adultos y personas mayores. Estamos comprometidos a crear espacios «ricos en oxígeno», donde la creatividad pueda fluir y la vida pueda prosperar.
¿Qué importancia tiene este proyecto de huerto frente al bloqueo imperialista?
Al nutrir el medio ambiente, cultivar productos saludables y cuidar las aves y las flores, erigimos una barrera contra la opresión.
Con el conuco, con el huerto de plantas medicinales, y con nuestros fertilizantes naturales, no vamos a volver al pasado. En cambio, estamos construyendo a partir de él. Aquí combinamos las prácticas tradicionales con la tecnología moderna: utilizamos nutrientes que provienen del ganado para fertilizar el huerto; empleamos estiércol de caballo para equilibrar la acidez del suelo y extraemos potasio, calcio y hierro de ciertas semillas para nutrir el suelo y aumentar los rendimientos.
La agricultura orgánica urbana es una de nuestras armas en la lucha contra el bloqueo estadounidense.
Autor: Cira Pascual Marquina
Traducción: Fiorella Parodi, Fabian Arequipa and ProZ Pro Bono
Foto: Venezuelanalysis
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