Armenta gobernador

Columna de Onel Ortiz Fragoso

Armenta gobernador

Autor: Onel Ortiz

El sábado 14 de diciembre, Alejandro Armenta Mier rindió protesta como gobernador constitucional del estado de Puebla, marcando el inicio de un mandato que se extenderá hasta el año 2030. La ceremonia se llevó a cabo ante una audiencia conformada por la clase política poblana y representantes de diversas fuerzas políticas, consolidando un momento histórico para el estado. Aunque la presidenta de la República no asistió, la presencia de la cúpula de Morena en el partido y el Congreso dejó en claro el respaldo institucional hacia el nuevo gobernador. Hasta Belinda, la actriz y cantante con mayor olfato del poder de la farándula y el culebrón mexicano, llegó a la comida de toma de posesión de Armenta.

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Desde sus inicios en la política, Alejandro Armenta tuvo como principal objetivo gobernar Puebla. Su trayectoria es un ejemplo de adaptación y visión política. Luego de militar en el PRI durante años, supo leer los vientos de cambio que soplaban en el país y se sumó a Morena en 2018, obteniendo un escaño en el Senado de la República. Su alianza con Ricardo Monreal le permitió fortalecer su influencia política, consolidando su candidatura y, eventualmente, su triunfo electoral en 2024.

El arranque de su gobierno puede interpretarse desde dos perspectivas opuestas. Para quienes prefieren ver el vaso medio vacío, su administración es solo una extensión de viejas prácticas políticas, con un gabinete donde el 70% de los cargos están ocupados por antiguos militantes del PRI y del PAN, algunos de ellos adversarios históricos de Morena. Sin embargo, desde una visión más optimista, Armenta logró unificar a la clase política poblana alrededor de un proyecto común, alineado con el llamado “Plan C” de la presidenta Claudia Sheinbaum. Muy pronto, los resultados permitirán saber si su gestión será una mera simulación o una verdadera transformación.

El reto principal de Alejandro Armenta no es simplemente consolidar poder, sino responder a las profundas necesidades de la sociedad poblana. Puebla es un estado marcado por la desigualdad: en su capital se concentra la mitad de la población, con vastas zonas en situación de pobreza extrema. Combatir estas condiciones será su mayor desafío.

Además, el nuevo mandatario enfrenta una tarea crucial: restaurar la estabilidad política de un estado que, desde 2017, ha tenido seis gobernadores. La sucesión de mandatarios, desde Rafael Moreno Valle hasta Sergio Salomón, ha generado una evidente falta de continuidad en los proyectos de desarrollo. Este historial de inestabilidad representa un obstáculo que Armenta deberá superar para consolidar su gobierno.

En materia económica, Puebla necesita recuperar su protagonismo nacional. Esto implica fortalecer su participación en los proyectos estratégicos del gobierno federal, especialmente en temas como la relocalización industrial y el desarrollo de infraestructura. El desarrollo regional y la integración estatal deben ser prioridades en su agenda.

En el ámbito social, será fundamental complementar los programas federales del bienestar con políticas estatales que promuevan un desarrollo más equitativo. Impulsar pequeñas y medianas empresas, fomentar la construcción de vivienda y modernizar el campo poblano serán acciones clave para garantizar el cambio social que prometió en campaña.

La seguridad es otro desafío ineludible. Puebla enfrenta problemas graves como el huachicoleo, el robo al transporte de carga y la violencia urbana. La creación de estrategias de prevención y combate a estos delitos será fundamental para devolver la tranquilidad a los ciudadanos. Asimismo, implementar campañas para prevenir la violencia familiar y el consumo de drogas debería ocupar un lugar central en su agenda de seguridad.

Alejandro Armenta Mier inicia su mandato con una enorme oportunidad: demostrar que puede ser más que un político hábil y convertirse en un gobernador capaz de transformar la realidad de Puebla. Su visión estratégica, ambición personal y su astucia política le permitieron llegar al poder; ahora, le corresponde mostrar que su gobierno puede ser un modelo de estabilidad, desarrollo y justicia social. Si logra consolidar un proyecto que combine progreso económico, cohesión social y seguridad pública, su gestión podría marcar un punto de inflexión en la historia reciente del estado.

El futuro de Puebla depende de su capacidad para construir alianzas efectivas, implementar políticas públicas de alto impacto y mantener un liderazgo que inspire confianza en una sociedad profundamente dividida. La historia política de Armenta le ha enseñado a jugar en el tablero del poder, pero gobernar implica más que ganar elecciones: es resolver problemas, construir consensos y mejorar la vida de millones de poblanos. Esa será la verdadera medida de su éxito. Eso pienso yo, usted qué opina. La política es de bronce.

@onelortiz

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