Avándaro: esta es la historia del Woodstock mexicano

Los Dug Dug´s, El epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace & Love, El ritual, Bandido, Los yaki con Marita Campos, Tinta blanca, El amor y Three Souls in My Mind fueron las bandas que se presentaron en Avándaro.

Avándaro: esta es la historia del Woodstock mexicano

Autor: Iván Frutis

Durante más de una década el rock desapareció de la radio y los conciertos en México. La historia de este género cambió rotundamente justo cuando comenzaba a despegar con identidad propia en el país. La razón, el festival de Avándaro, un Woodstock dos años después del mítico evento que celebró en Estados Unidos.

En Avándaro once bandas de rock tocaron durante 12 horas ante una multitud de casi 250 mil personas. El hecho escandalizó al gobierno, a la prensa y a la mayor parte de la sociedad mexicana de los años setenta. Para muchos esta experiencia representaba un atentado contras las buenas costumbres y contra la moral, así como una invitación a que la juventud se corrompiera.

“Denigrante orgía”, “mariguaniza”, “ofrecen música y venden droga; libertinaje en Avándaro” y “orgía de la decandencia”; así título la prensa mexicana este hito.

Los Dug Dug´s, El epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace & Love, El ritual, Bandido, Los yaki con Marita Campos, Tinta blanca, El amor y Three Souls in My Mind fueron las bandas que se presentaron en Avándaro. El festival, en un principio, se pensó como un pequeño concierto el sábado para que el domingo se realizarán carreras de coches en el tradicional circuito de este lugar.

Se promocionó en medios de comunicación como Festival de Rock y Ruedas de Avándaro. El plato principal eran las carreras, pero al final no salió como se esperaba. La convocatoria rebasó a los organizadores y las carreras se tuvieron que suspender porque el rock rebasó todo. Participaron empresas como Coca Cola y Telesistemas Mexicanos (actual Televisa).

Eduardo López Negrete y Justino Compeán, los organizadores, planeaban repetir el evento otras dos veces en el año, en Guadalajara y Monterrey, pero no sucedió. Incluso, la Procuraduría General de la República los llamó a declarar dos días después del evento.

Después del festival, la mayoría de las bandas que tocaron se desintegraron o se fueron a Estados Unidos porque en México no había trabajo para ellas. Las autoridades y la sociedad nunca entendieron lo que podrían haber hecho en ese momento.

Hasta nuestros días, el éxito que tuvo Avándaro aquel 11 de septiembre de 1971 todavía parece difícil de creer. Lo cierto es que el festival comenzó antes, desde el jueves anterior cuando comenzaron a llegar pequeños grupos de “hippies” y demás jóvenes. Algunos nadaban desnudos en el arroyo y otros invadieron el campo de golf. Poco les importó las inclemencias del tiempo pues las lluvias nunca amainaron el ánimo.

Uno de los tantos mitos que dejó el festival fue el de “la encuerada de Avándaro”. Se trató de una mujer que bailaba arriba de un camión de mudanzas a un costado del escenario, y se quitaba la ropa. Durante años se creyó que era Alma Rosa Gómez, de 15 años y de Monterrey; pero en realidad se trató de Laura Patricia Rodríguez González, tenía 18 años y era de Guadalajara. La Dirección Federal de Seguridad la interrogó días después del evento.

Avándaro representó un espacio para que los jóvenes pudieran expresarse libremente lejos de la sociedad que los reprimía. No solo en el ámbito político, sino también en aspectos como la sexualidad y el erotismo. Sin embargo, las autoridades y la sociedad conservadora vieron solo un símbolo de degradación y pérdida de valores.

Foto: Agencias

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